Universidades, fraternidades y símbolos confederados: el pasado que persigue a la política del sur de EE.UU.

El juez Jefferson Griffin y otros políticos enfrentan cuestionamientos por su participación estudiantil en organizaciones que celebraban símbolos racistas

¿Puede el pasado universitario de un candidato influir en su carrera política décadas después? En el caso de Jefferson Griffin, juez republicano que busca un puesto en la Corte Suprema de Carolina del Norte, la respuesta parece ser un contundente sí.

Recientemente han salido a la luz viejas fotografías del juez Griffin, capturado vistiendo un uniforme confederado y posando frente a una bandera de batalla del mismo bando. Las imágenes fueron tomadas en su época como estudiante en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, durante eventos de la fraternidad Kappa Alpha Order, organización de la cual fue presidente del capítulo local en 2002.

Un pasado difícil de olvidar

Griffin, de 44 años, enfrenta polémica no solo por estas imágenes, sino también por su impugnación legal a más de 60,000 votos en la elección de noviembre pasado. Actualmente va detrás de su contrincante demócrata por más de 700 votos. La controversia estalla en medio de su campaña por alcanzar el tribunal supremo estatal, el máximo órgano judicial de Carolina del Norte.

Asistí a un evento de fraternidad en la universidad que, con la perspectiva actual, considero inapropiado y no refleja la persona que soy hoy”, explicó Griffin mediante un comunicado. También afirmó haber aprendido de ello, y estar comprometido con la inclusión y el respeto.

La tradición "Old South" y el culto a Robert E. Lee

La tradición de representar al Sur anterior a la Guerra Civil no es nueva dentro de la fraternidad Kappa Alpha Order. Fundada en 1865, poco después de la rendición de los estados confederados, esta organización adoptó a Robert E. Lee, general del ejército confederado, como su "fundador espiritual". Durante décadas, fue costumbre portar uniformes grises confederados y celebrar bailes de estilo antebellum, donde los asistentes emulaban las normas sociales de una época profundamente marcada por la esclavitud.

En los 90 y los 2000, las críticas aumentaron. En 2010, la fraternidad nacional finalmente prohibió el uso de uniformes confederados en todos sus capítulos. Previamente, ya había empezado a desalentar el uso de la bandera de batalla confederada desde 2001. Sin embargo, para el periodo en que Griffin fue miembro y presidente del capítulo en UNC-Chapel Hill, estas prácticas seguían vigentes en muchos campus del sur.

Políticos bajo el lente retrovisor

Griffin no es el único político republicano sureño al que su historial universitario toca a la puerta.

  • Ralph Northam, exgobernador de Virginia (demócrata), fue objeto de duras críticas tras conocerse una foto suya con vestimenta racista en su anuario de medicina en 2019.
  • Tate Reeves, gobernador de Mississippi, fue fotografiado luciendo un uniforme confederado como miembro de Kappa Alpha en los 90.
  • Henry McMaster, gobernador de Carolina del Sur, apareció en anuarios de 1969 como líder de la fraternidad mientras sus miembros posaban con símbolos confederados.
  • Bill Lee, gobernador de Tennessee, también expresó arrepentimiento por participar en fiestas “Old South” durante sus años en Auburn University.

Estos casos reavivan el debate sobre hasta qué punto los actos de una persona durante sus años de estudiante deben influir en su carrera pública. Lo preocupante es que, en muchos casos, más que travesuras de juventud, estos comportamientos formaban parte de rituales estructurales con carga ideológica que glorificaban una narrativa revisionista y peligrosa.

Una mezcla de tradición, racismo y resistencia al cambio

Las "Old South balls" no eran simples fiestas universitarias. En muchos eventos, los asistentes festejaban montados a caballo, vestían trajes de la era esclavista y ondeaban banderas confederadas. Otros capítulos de la fraternidad incluso llegaron a usar blackface, una práctica abiertamente racista.

En 1995, miembros de Kappa Alpha en la Universidad de Memphis propinaron una golpiza a un estudiante negro, mientras gritaban insultos raciales, según reportes del diario Memphis Commercial Appeal. En 1985, bajo presión estudiantil, la sede en UNC canceló su “Sharecropper’s Ball”, luego de que algunos participantes usaran blackface.

La resistencia interna también existía. Algunos capítulos como el de Wake Forest ya habían prohibido los uniformes confederados desde 1987. Pero en UNC, la tradición se sostuvo por presión interna. Según fuentes anónimas vinculadas a ese periodo, Griffin se opuso activamente a dejar de usar esos uniformes.

¿Disculpas suficientes?

Las disculpas de muchos políticos han seguido un guion similar: expresan lamentar su decisión juvenil, aseguran haber madurado y subrayan sus valores actuales de inclusión. Sin embargo, para comunidades afroamericanas y progresistas dentro de estos estados, el argumento del “error de juventud” puede quedarse corto.

“Este no fue un simple error individual. Es la representación pública y festiva de un sistema de valores profundamente racista”, dijo Karen Cox, profesora de historia del sur estadounidense en la Universidad de Carolina del Norte.

Y es que el relato del “orgulloso sur” no es anodino. Históricamente ha sido el caballo de batalla del movimiento “Lost Cause”, una corriente ideológica que romantiza la Confederación y minimiza el rol de la esclavitud, fingiendo que se trató de una noble lucha por los “derechos de los estados”.

¿Qué se espera de los líderes políticos?

La crítica hacia figuras como Griffin no se centra únicamente en sus actos del pasado, sino en cómo se han enfrentado a estas revelaciones.

¿Han demostrado hacer introspección real? ¿Han liderado con acciones reparadoras sus cargos actuales? ¿O han minimizado estas prácticas como simples errores universitarios?
El problema se agrava cuando estas figuras buscan desestimar votos en elecciones democráticas o liderar procesos judiciales mientras cargan con este tipo de antecedentes históricos controvertidos.

Griffin, por ejemplo, hoy aspira a ocupar un asiento que velará por la constitucionalidad de las leyes en un estado con una historia racial convulsa. Este es un cargo donde la confianza pública debe ser incuestionable. Y las fotografías, aún siendo de hace más de dos décadas, son símbolos potentes que resuenan en un entorno donde la justicia racial sigue siendo un tema pendiente.

El legado de las fraternidades: ¿hora de reescribir la tradición?

El caso Griffin vuelve a poner en la lupa el rol de las fraternidades en las universidades del sur. Aunque muchas han hecho esfuerzos por modernizarse y despegarse de su pasado racista, el peso simbólico de sus acciones continúa teniendo efectos en sus miembros y en la sociedad.

Jesse Lyons, portavoz nacional de Kappa Alpha, declaró que hoy la fraternidad promueve la “humildad cultural” y la contribución a un futuro mejor a través de la educación. Pero el proceso interno y los mecanismos que permitieron estas prácticas por más de un siglo hablan por sí solos.

En última instancia, la historia demuestra que mientras algunos apelan a la preservación de “tradiciones”, otros exigen una revisión profunda y sincera de estas estructuras. Y en esa tensión, las universidades se ven desafiadas a decidir de qué lado de la historia desean quedar.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press