Tensiones en el Mar de China Meridional: EE. UU., Japón y Filipinas refuerzan su alianza ante la amenaza china
Maniobras navales conjuntas frente al bajío Scarborough muestran una estrategia para contener la creciente presión de Beijing en Asia-Pacífico
El Mar de China Meridional vuelve a ser escenario de maniobras militares, despliegue de poder y tensión geopolítica. Esta vez, Filipinas, Estados Unidos y Japón han protagonizado ejercicios navales conjuntos frente al disputado bajío de Scarborough, con el objetivo de reforzar su capacidad de respuesta ante crisis marítimas y enviar un mensaje claro a China: el control unipolar del Pacífico no será tolerado.
Un ejercicio militar con significados estratégicos claros
La Actividad Marítima Cooperativa Multilateral realizada recientemente por estas tres potencias marca un nuevo capítulo en la escalada de tensiones en la región. Los buques —el BRP José Rizal de Filipinas, el destructor lanzamisiles DDG Shoup de la Marina estadounidense y la fragata JS Noshiro de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón— se desplazaron coordinadamente y realizaron maniobras tácticas, mientras helicópteros realizaron sobrevuelos y marinos estadounidenses fueron transportados en lancha al navío filipino para reuniones tácticas con sus contrapartes.
Esto se hizo bajo la mirada vigilante de una fragata china que intentó acercarse más de lo debido. "Hubo un momento en el que trataron de maniobrar más cerca, pero nuevamente los desafiamos", afirmó el comandante de la marina filipina, Irvin Ian Robles. La respuesta mediante radio mantiene una dinámica peligrosa pero controlada en el tablero de ajedrez marítimo de Asia.
Scarborough y el ajedrez geopolítico marítimo
El bajío Scarborough, también conocido como Panal de Scarborough, representa una de las zonas más caliente de Asia. Aunque la zona está bajo control efectivo de China desde 2012, Filipinas y otras naciones del sudeste asiático reclaman derechos históricos sobre el área.
China ha instalado allí vigilancia naval y ha impedido reiteradas veces el acceso a pescadores filipinos. La Corte Permanente de Arbitraje de La Haya rechazó las reclamaciones de soberanía de China en 2016, declarando ilegales sus "derechos históricos" sobre la mayor parte del Mar de China Meridional. Sin embargo, Beijing nunca reconoció el fallo y ha mantenido una postura agresiva y coercitiva.
¿Qué está en juego en el Mar de China Meridional?
No se trata sólo de rocas o arrecifes. Esta zona es una de las rutas marítimas más importantes del mundo. Se estima que cada año circulan mercancías por valor de más de 3 billones de dólares a través del Mar de China Meridional. Además, hay indicios de grandes reservas de gas y petróleo bajo el lecho marino, otro factor que aumenta la disputa territorial.
China también ha creado islas artificiales, instalando pistas de aterrizaje y sistemas de defensa aérea, lo que preocupa a Estados Unidos y sus aliados regionales. Para muchos analistas, esta puede ser la base de una estrategia de "zona de exclusión" que podría impactar directamente la libertad de navegación internacional.
Estratégicamente alineados: el nuevo triángulo del Indo-Pacífico
Este ejercicio no es un evento aislado. Forma parte de un patrón creciente de cooperación defensiva entre Estados Unidos, Japón y Filipinas. Desde la administración Biden, se ha consolidado una alianza trilateral destinada a balancer el poder chino en la región.
Durante su visita a Manila, el secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, subrayó la necesidad de reforzar estas alianzas estratégicas: "Queremos enviar señales de cooperación. Cuanto más amplia sea nuestra alianza, mejor. Cuanto más cooperación en seguridad, mejor".
Filipinas ha sido históricamente un aliado clave de Washington en el sudeste asiático, pero en los últimos años ha oscilado hacia posiciones más independientes (especialmente durante la administración de Rodrigo Duterte). No obstante, con el presidente Ferdinand Marcos Jr., Manila ha adoptado una posición más firme frente a Beijing y ha revivido la cooperación con Estados Unidos y Japón.
La diplomacia de las armas: ¿disuasión o provocación?
Desde la óptica de Estados Unidos, estas maniobras pretenden mantener una región "Indo-Pacífico libre y abierto". No obstante, para China constituyen una "provocación" y una "interferencia extranjera" en su esfera de influencia. Beijing ha acusado a los aliados de militarizar el mar bajo pretextos de libertad de navegación.
En el trasfondo está el temor a que un error de cálculo o un enfrentamiento no planificado escale a un conflicto abierto. Las interacciones navales e incidentes como los choques entre la Guardia Costera china y barcos filipinos son cada vez más frecuentes.
Una región en ebullición: otros actores en juego
China no solamente tiene disputas con Filipinas. Vietnam, Malasia, Brunei e incluso Taiwán también reclaman territorios en el Mar de China Meridional. Sin embargo, las tensiones más graves y constantes se dan entre Manila y Beijing.
Vietnam, por ejemplo, también sostiene ejercicios navales conjuntos con otros países, pero ha optado por una diplomacia más equilibrada. Malasia y Brunei, con pretensiones más limitadas, han evitado alianzas militares fuertes, mientras que Taiwán intenta enfocarse en su propia defensa frente a una eventual anexión china.
El papel de Japón: pacifismo estratégico
Japón ha intensificado su presencia en la región, pese a las restricciones constitucionales que impiden el uso ofensivo de su fuerza militar. Estas restricciones son herencia de la Segunda Guerra Mundial, pero en la última década, Tokio ha redoblado sus inversiones en defensa.
El ex primer ministro Shinzo Abe ya alertaba sobre la necesidad de adoptar una "diplomacia de la Realpolitik" donde Japón pudiera asumir responsabilidades estratégicas regionales. El actual Tokio sigue en la misma línea: cooperación táctica, incremento de presupuesto militar y presencia naval creciente en el Pacífico sur.
¿El inicio de una nueva Guerra Fría asiática?
Muchos analistas consideran que la región de Asia-Pacífico es el nuevo escenario de una guerra fría emergente entre Estados Unidos y China. Las tácticas no son nuevas: influencia económica, presiones políticas, acuerdos militares y demostraciones de poder.
Sin embargo, a diferencia del pasado, hoy las herramientas son más variadas. China utiliza su inmenso mercado para condicionar decisiones diplomáticas (como con el veto al brandy europeo), mientras Estados Unidos emplea alianzas y tratados como contrapeso. Las maniobras conjuntas como las del bajío Scarborough forman parte de esa dinámica.
Una disuasión multifacética: ¿funcionará?
El objetivo de las maniobras trilaterales es incrementar la interoperabilidad entre aliados, mejorar tácticas navales conjuntas y transmitir una señal clara de unidad. Las imágenes de una flota multinacional navegando cohesionadamente buscan enviar un mensaje tanto a aliados como a potenciales adversarios.
“Estas operaciones traen mejoras vitales en nuestra coordinación, táctica y conciencia marítima compartida”, declaró el general Romeo Brawner Jr., jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Filipinas.
Pero la gran pregunta sigue en el aire: ¿puede esta disuasión contener realmente las ambiciones de China o simplemente incrementa el riesgo de un conflicto directo?
En defensa de los intereses nacionales o en vísperas de una tormenta
Las próximas semanas serán clave para conocer cómo evolucionan estas relaciones. El compromiso del nuevo eje Manila-Tokio-Washington parece más firme que nunca. Sus próximos movimientos serán analizados con lupa no sólo desde Beijing, sino también desde Moscú, Canberra y Nueva Delhi.
La escena mundial observa con atención cómo el equilibrio marítimo de Asia puede redefinir no sólo el comercio global, sino el orden internacional del siglo XXI.