Satanismo, cristianismo y libertad religiosa: el conflicto detrás de la 'Misa Negra' en Kansas
Una escaramuza en el Capitolio estatal reabre el debate sobre la neutralidad religiosa y la libertad de culto en Estados Unidos
La escena parecía sacada de una película: en el interior del Capitolio de Kansas, un grupo liderado por satanistas intenta realizar una ‘Misa Negra’. Alrededor, cientos de cristianos rezan, cantan y protestan. La tensión es palpable. El resultado: arrestos, violencia, conflictos políticos y un renovado debate sobre la libertad de culto en Estados Unidos. ¿Hasta qué punto debe el Estado garantizar la neutralidad religiosa? ¿Qué hay detrás del creciente activismo satánico en respuesta a privilegios religiosos tradicionales?
¿Qué ocurrió exactamente en la sede legislativa de Kansas?
El 28 de marzo de 2025, el grupo satanista llamado Satanic Grotto, con sede en Kansas City, intentó llevar a cabo una ceremonia conocida como ‘Misa Negra’ dentro del rotunda del Capitolio estatal en Topeka. Su líder, Michael Stewart, había reservado el espacio conforme a las reglas del lugar. Sin embargo, el evento desencadenó una confrontación pública de alto perfil.
Lo que en principio fue anunciado como una acción en defensa de la separación Iglesia-Estado y la libertad religiosa, se tornó rápidamente en un campo de batalla ideológico. Alrededor de 100 cristianos se apostaron detrás de cintas policiales rezando, cantando himnos y condenando el acto, calificándolo como “blasfemo” y “satánico”.
¿Qué es una Misa Negra?
Históricamente, la Misa Negra es un ritual satírico o simbólico que emula, subvierte o critica la misa católica tradicional. Se ha interpretado culturalmente tanto como una parodia como una expresión de crítica política o religiosa. Aunque en muchos casos no implica violencia, suele incluir símbolos anticristianos y representa una confrontación directa contra el cristianismo, en especial el catolicismo.
En este caso, el grupo satanista tenía previsto denostar públicamente a Jesucristo durante la ceremonia, lo cual fue interpretado por muchos como un acto de agresión espiritual. Cabe destacar que los miembros del Grotto no tienen una creencia homogénea: algunos se declaran ateos, otros ven en Satanás un símbolo de libertad o independencia, y algunos usan el simbolismo satánico como crítica a los abusos cometidos por religiones organizadas.
Arrestos y disturbios en medio del caos
Según reportes y videos, cuando Stewart intentó leer su guión, un joven llamado Marcus Schroeder intentó arrebatárselo. Stewart reaccionó dándole un puñetazo, tras lo cual fue reducido por la policía. El video del momento muestra a Stewart gritando “¡Salve Satán!” mientras es esposado por la Patrulla de Carreteras.
Schroeder también fue arrestado, junto con al menos otras dos personas, en medio del tumulto generado. Ambos fueron puestos en libertad bajo fianza tras ser acusados de conducta desordenada. Las protestas dentro del Capitolio se habían prohibido de forma temporal para ese día, por orden de la gobernadora Laura Kelly, tras la presión ejercida por grupos religiosos, particularmente católicos.
¿Dónde empieza la libertad religiosa y dónde la provocación?
El caso resucitó un viejo dilema legal y moral en Estados Unidos: ¿La libertad religiosa incluye el derecho a burlarse de otras religiones? La Primera Enmienda protege la libertad de religión y expresión, pero ello también conlleva responsabilidades legislativas complejas.
Según Amy Dorsey, amiga de Stewart y presente durante los incidentes, el objetivo era denunciar cómo ciertos grupos religiosos, como organizaciones cristianas, tienen acceso libre a espacios públicos para celebrar oraciones y reuniones, mientras que otros, como el suyo, enfrentan obstáculos sistemáticos.
“Ellos pueden reunirse aquí cada semana a rezar. ¿Por qué nosotros no podemos celebrar una ceremonia simbólica?”, comentó Dorsey.
Un símbolo de protesta: el satanismo como activismo
Contrario a las imágenes estereotipadas de culto a entidades infernales o prácticas violentas, muchos grupos satanistas modernos, como el Satanic Temple o el Satanic Grotto, argumentan que usan el satanismo como herramienta política y social. No adoran a una deidad, sino que representan con Satanás un símbolo de disidencia frente a estructurales morales impuestas.
- En 2015, el Satanic Temple intentó instalar una estatua de Baphomet frente al Capitolio de Oklahoma en protesta por la presencia de un monumento bíblico con los Diez Mandamientos.
- En 2020, demandaron varios estados por prohibiciones al aborto que consideraban violaciones a sus derechos religiosos.
De esta forma, el satanismo moderno se ha convertido en un instrumento provocador de libertad de culto y reivindicación del laicismo, a menudo enfrentando a poderosos sectores religiosos mayoritarios.
El papel del gobierno y la respuesta institucional
La respuesta de la gobernadora Laura Kelly, prohibiendo temporalmente las manifestaciones dentro del Capitolio, ha sido interpretada desde dos prismas opuestos. Por un lado, los sectores religiosos la felicitaron por evitar “una burla al cristianismo”; por otro, grupos defensores de los derechos civiles criticaron su decisión calificándola de inconstitucional.
Los dos cuerpos legislativos del estado incluso aprobaron resoluciones condenando el evento. La presión política y religiosa fue significativa, alimentando un clima polarizado en el cual las instituciones estatales terminaron decantándose por una de las partes en un asunto que, en principio, debería resolverse con neutralidad.
¿Libertad solo para unos?
El intento de ‘Misa Negra’ pone sobre la mesa una incómoda cuestión: ¿puede considerarse verdaderamente libre una sociedad donde ciertas expresiones religiosas son boicoteadas y otras promocionadas?
Los grupos cristianos presentes argumentaron con base bíblica que la ceremonia era peligrosa. Jeremiah Hicks, pastor de una iglesia evangélica en Kansas City, dijo: “La Biblia dice que Satanás viene a robar, matar y destruir. Si dedicamos el estado a Satanás, lo estamos dedicando a la muerte”.
Sin embargo, los defensores del Grotto indicaron que el verdadero problema es la presencia regular de actividades religiosas cristianas en espacios públicos estatales, lo cual plantea interrogantes sobre la aplicación efectiva del principio de separación Iglesia-Estado.
Proyección hacia el futuro: ¿habrá más conflictos?
Michael Stewart no ha dado por cerrada la batalla. Declaró antes de ser arrestado que el grupo podría regresar el próximo año, con eventos más provocadores como “desbautizos colectivos” en la propia sede legislativa.
Esto anticipa una escalada de tensiones entre grupos religiosos establecidos y movimientos alternativos que buscan, al menos simbólicamente, espacios iguales de expresión. Los próximos meses serán clave para ver si Kansas y otros estados estadounidenses establecen políticas verdaderamente equitativas o si la batalla cultural se intensifica.
Reflexión final
Más allá del sensacionalismo y la confusión mediática, el caso de Kansas es una alerta roja sobre la fragilidad de los valores fundacionales estadounidenses, como la libertad de culto y expresión. En una sociedad plural, permitir que todas las creencias se expresen —por incómodas que sean— es el precio de la libertad. La democracia no se mide por su comodidad, sino por su capacidad de convivir en el disenso.