Putin y su propuesta de gobierno externo en Ucrania: ¿Paz o estrategia imperial?

La nueva narrativa del Kremlin para definir el futuro de Ucrania desafía los principios de soberanía internacional y revela los verdaderos objetivos geopolíticos de Rusia

Una propuesta inesperada pero predecible

En una sorprendente aunque no tan inesperada declaración, el presidente ruso Vladímir Putin propuso el pasado viernes instaurar una administración externa en Ucrania bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Esta medida, aseguró, permitiría encaminar al país hacia elecciones democráticas y posteriormente firmar un acuerdo de paz con un “gobierno legítimo que cuente con el respaldo del pueblo”.

La propuesta genera múltiples interrogantes y reacciones en el tablero internacional, a la vez que muestra cómo el Kremlin sigue firme en sus objetivos geopolíticos: garantizar su seguridad a largo plazo, redibujar las esferas de influencia post-soviéticas e impedir el ingreso de Ucrania en la OTAN.

¿Qué implica la “gobernanza externa”?

Putin planteó la posibilidad de un gobierno provisional auspiciado por la ONU, con la inclusión incluso de Estados Unidos y países europeos. Sin embargo, también dejó entrever que Rusia exigiría un lugar clave en este eventual proceso.

“Bajo los auspicios de las Naciones Unidas, con los Estados Unidos, incluso con países europeos, y, por supuesto, con nuestros socios y amigos”, dijo Putin intentando dar un tinte de multilateralidad a su propuesta. El objetivo sería instituir un gobierno interino ucraniano que pueda organizar elecciones y ser el interlocutor para una futura firma de paz.

El término “gobierno externo” recuerda a intervenciones de la comunidad internacional en estados fallidos o en transición tras conflictos armados, como fue el caso de Kosovo en 1999, administrado por la Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas (UNMIK), o de Timor Oriental tras su independencia.

No obstante, sugerir dicha intervención sin el consentimiento del Estado afectado y desde un actor beligerante como Rusia lo transforma en una amenaza directa a la soberanía ucraniana, más que una opción diplomática.

Contexto electoral y legitimidad en disputa

Uno de los pilares del argumento ruso es la supuesta “ilegitimidad” del presidente Volodímir Zelenskyy, cuyo mandato técnico finalizó en 2023. Según la Constitución ucraniana, no pueden celebrarse elecciones mientras el país está bajo ley marcial, lo cual deriva directamente de la invasión rusa comenzada en febrero de 2022.

Putin sostiene que cualquier acuerdo firmado con Zelenskyy podría ser repudiado por futuros gobiernos. Sin embargo, esto ignora los principios de continuidad del Estado y el amplio respaldo internacional con el que Zelenskyy sigue contando.

Por ejemplo, el propio Consejo Europeo y el G7 han reiterado en múltiples ocasiones su reconocimiento al gobierno ucraniano como legítimo y su apoyo al liderazgo de Zelenskyy en medio del conflicto.

Detrás de la retórica de paz: condiciones inaceptables

A pesar de esbozar una voluntad de discutir una vía diplomática, Rusia pone condiciones poco factibles para un verdadero alto al fuego:

  • Que Ucrania interrumpa el suministro de armas procedente de Occidente.
  • Que cese por completo la movilización militar.
  • Que renuncie a cualquier intento de unirse a la OTAN.
  • Retiro incondicional de tropas ucranianas de las regiones parcialmente ocupadas por Rusia.

Además, el Kremlin exige garantías legales para el uso del idioma ruso y la recuperación de activos financieros rusos congelados por sanciones occidentales.

Estos requerimientos transforman la propuesta de paz en una plataforma para la consolidación de logros territoriales y económicos de Moscú, imposible de aceptar para Kyiv y sus aliados.

Ofensivas militares y alto el fuego frágil

En paralelo a su retórica diplomática, Rusia continúa sus acciones militares en el frente oriental. En las últimas 24 horas se reportaron 163 drones lanzados por Rusia, de los cuales 89 fueron derribados y 51 neutralizados electrónicamente, según la Fuerza Aérea Ucraniana.

Las ciudades de Zaporizhzhia, Poltava, Odesa, Járkov, Dnipró y Mykolaiv reportaron daños en infraestructura civil y energética. En tanto, Rusia denunció ataques ucranianos con misiles HIMARS a un medidor de gas en la región de Kursk y drones a una refinería en Sarátov.

Aunque ambas partes acordaron un cese de hostilidades sobre infraestructura energética condicionado y mediado por Estados Unidos, las violaciones mutuas ponen en duda su efectividad.

El frente diplomático: París, Trump y Occidente

La propuesta de Putin coincide con el reciente encuentro diplomático en París, encabezado por Emmanuel Macron y con representación de distintos países de Europa. El objetivo fue explorar fórmulas para una misión internacional que apoye una eventual paz en Ucrania. Francia y Reino Unido ya manifestaron interés en participar, pero Rusia rechazó tajantemente cualquier despliegue de soldados de la OTAN en territorio ucraniano.

Desde Reino Unido, el primer ministro Keir Starmer acusó a Moscú de querer prolongar artificialmente las negociaciones: “No podemos permitir que sigan dilatando mientras continúan su ilegal invasión”.

Por su parte, Donald Trump, probable rival presidencial de Joe Biden en EE.UU., ha insistido en un alto el fuego total y propuso un cese de 30 días como muestra de buena voluntad que recibió aprobación desde Kyiv. No obstante, Moscú sigue rechazando el acuerdo si no se incluyen sus condiciones clave.

La estrategia de desgaste y la visión imperial de Moscú

En sus últimas intervenciones, Putin aseguró que las fuerzas rusas “han ganado impulso” y “están liberando territorio tras territorio”, reivindicando el control del frente y asegurando que Rusia mantendrá la “iniciativa estratégica”.

Estas expresiones, más allá de su peso militar, refuerzan la idea de que Rusia concibe esta guerra no como una disputa territorial moderna, sino como una misión histórica. La narrativa rusa busca justificar el conflicto como una necesidad de seguridad nacional y de reconexión con el pasado imperial en la región eslava oriental.

El precedente Kosovo y la reacción del derecho internacional

Es inevitable comparar la propuesta de Moscú con lo sucedido en Kosovo en 1999, cuando la ONU se encargó temporalmente del gobierno del nuevo Estado bajo la UNMIK. Sin embargo, existen diferencias clave:

  • En Kosovo, la ONU actuó tras una resolución del Consejo de Seguridad y con consentimiento explícito de las partes en conflicto.
  • En Ucrania, Putin propone esta medida como parte beligerante y sin una resolución ONU que lo avale.
  • Rusia tiene poder de veto en el Consejo de Seguridad, lo que hace casi imposible establecer una administración internacional sin su aprobación, lo que vuelve la propuesta una paradoja estratégica.

Más que una fórmula de solución, parece un intento de legitimar la influencia rusa en Ucrania mediante una cobertura internacional.

¿Qué busca realmente Rusia?

Más allá de las formas diplomáticas, los objetivos de Putin se mantienen claros:

  • Consolidación del control sobre las provincias de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón.
  • Obligar a Ucrania a renunciar a integrarse a la OTAN.
  • Minar la hegemonía occidental en Europa del Este.
  • Reactivar el papel central de Moscú en la política euroasiática post-URSS.

La propuesta de un gobierno externo parece más un instrumento narrativo ante la comunidad internacional, que busca proyectar una imagen de apertura al diálogo mientras consolida sus posiciones en el terreno y presiona diplomáticamente a sus adversarios.

¿Paz duradera o envoltorio para más guerra?

En definitiva, la propuesta de Putin reabre el debate sobre qué se entiende por paz en un conflicto donde existen visiones diametralmente opuestas sobre la soberanía, la autodeterminación y la seguridad internacional.

“Asegurar la seguridad de Rusia por una larga perspectiva histórica”, según las palabras del propio Putin, implica no solo restaurar el control político sobre Ucrania, sino redefinir por la fuerza las reglas del orden internacional establecido tras 1945.

Ante ello, esta propuesta de “paz con gobierno externo” corre el riesgo de ser vista por la comunidad internacional no como una hoja de ruta a la reconciliación, sino como otra estrategia de dominación.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press