El perdón de Trevor Milton y el lado oscuro de las startups tecnológicas
Del fraude en camiones eléctricos a los desafíos en la regulación de crímenes financieros: la historia que pone en jaque a los inversores y al sistema de justicia
Un indulto presidencial que levanta ampollas
En un movimiento que ha generado intensas reacciones en los círculos financieros y jurídicos de Estados Unidos, el expresidente Donald Trump ha concedido el perdón a Trevor Milton, fundador de la startup de vehículos eléctricos Nikola, quien había sido condenado a cuatro años de prisión por fraude. El anuncio fue confirmado por la Casa Blanca, aunque no apareció formalmente en su sitio web.
Milton celebró la decisión en sus redes sociales y emitió un comunicado en el que agradece a Trump por "su valentía para hacer lo correcto". Para muchos, sin embargo, el perdón representa una peligrosa señal de impunidad en un ámbito —el de las startups tecnológicas— cada vez más plagado de casos de exageración, promesas infladas y falta de transparencia.
La caída de una estrella de Wall Street
Fundada en un sótano en Utah en 2015, Nikola se posicionó rápidamente como una prometedora competidora en el mercado de los vehículos eléctricos, junto a gigantes como Tesla. Todo cambió en 2020 cuando investigaciones revelaron que algunos de los productos insignia de la compañía no eran lo que parecían.
El caso más emblemático fue un video promocional en el que un camión de Nikola aparentemente rodaba por una autopista en el desierto. Posteriormente se supo que el vehículo ni siquiera funcionaba por sí solo: fue impulsado cuesta abajo para simular movimiento autónomo.
Los fiscales federales describieron a Milton como "un vendedor de humo", afirmando que lo que presentaba como innovaciones revolucionarias eran en realidad productos de otras empresas, como General Motors, con el logo de Nikola estampado.
El resultado fue devastador para los inversores. Las acciones de Nikola se desplomaron, y la empresa, tras pagar 125 millones de dólares en 2021 para resolver una demanda civil de la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC), se declaró en bancarrota en febrero de 2024.
¿Qué implica este perdón?
El perdón no solo pone en jaque los mecanismos de responsabilidad legal para ejecutivos corporativos acusados de fraude, sino que anula potencialmente cientos de millones de dólares en restituciones para los inversores afectados.
Proporcionando un ejemplo preocupante de cómo los lazos políticos pueden afectar las decisiones judiciales, este gesto de Trump ha sido visto por muchos como un mensaje para los empresarios: el dinero y los contactos pueden ser escudos eficaces frente a sus errores o delitos.
El nuevo rostro del crimen financiero
Paralelamente, el Servicio de Investigación Criminal del IRS (IRS-CI) anunció un programa llamado CI-FIRST (por sus siglas en inglés, Feedback in Response to Strategic Threat), enfocado en combatir delitos financieros con una estrategia más ágil y colaborativa con las instituciones bancarias.
Según Guy Ficco, jefe de IRS-CI, estas asociaciones público-privadas son esenciales para el éxito: "Las alianzas funcionan cuando todas las partes se benefician mutuamente". La meta es agilizar las solicitudes de citaciones judiciales, optimizar el intercambio de información y mejorar la detección de delitos como tráfico de fentanilo, trata de personas y lavado de dinero.
Estadísticas que alarman
Entre 2022 y 2024, IRS-CI identificó 21.100 millones de dólares en fraude y confiscó 8.200 millones en activos vinculados a actividades criminales. Además, logró la restitución de 1.400 millones de dólares a las víctimas de delitos financieros.
“Detrás de cada cifra hay crímenes reales con víctimas reales”, afirmó Lauren Kohr, asesora estratégica de IRS-CI.
66% de los casos abiertos en los últimos tres años involucraron transacciones por debajo de los 40.000 dólares. Esto revela un punto crítico: no solo los grandes montos generan preocupación; a menudo, los delincuentes fraccionan operaciones para eludir la detección.
¿Una regulación obsoleta?
Actualmente, se exige a bancos que reporten cualquier transacción en efectivo que supere los 10.000 dólares en un solo día mediante los llamados Currency Transaction Reports (CTR). Sin embargo, un grupo de legisladores republicanos considera que estos umbrales necesitan ajustarse a la inflación y al contexto económico actual.
El representante Barry Loudermilk, junto con otros nueve congresistas, presentó el Financial Reporting Threshold Modernization Act, que propone aumentar los umbrales de los reportes CTR y SAR (Suspicious Activity Reports) a 30.000 y 10.000 dólares, respectivamente.
El objetivo sería reducir la cantidad de reportes innecesarios y permitir a las autoridades enfocarse en operaciones verdaderamente sospechosas. El próximo 1 de abril, esta propuesta será discutida en una audiencia ante el Subcomité de Seguridad Nacional, Finanzas Ilícitas e Instituciones Financieras Internacionales.
El componente político y ético del fraude
El caso Milton y otros similares reflejan una tendencia preocupante: muchas startups tecnológicas han encontrado en la narrativa del "visionario incomprendido" una excusa para maniobras éticamente cuestionables. Silicon Valley ha celebrado durante décadas figuras como Elizabeth Holmes de Theranos o Sam Bankman-Fried de FTX, ambos posteriormente acusados de fraude.
Estos casos demuestran que hay una delgada línea entre la innovación disruptiva y el engaño premeditado. Cuando la sed de inversión y crecimiento supera la prudencia financiera, se crean entornos donde las promesas imposibles se convierten en moneda común.
El perdón a Milton no solo anula una condena judicial, sino que también valida socialmente la conducta de quien mintió para ganar millones. Es un golpe a la credibilidad de un sistema que debería proteger a los pequeños inversores y sancionar a los grandes estafadores, sin importar su nivel de influencia política.
Una industria bajo la lupa
El caso también llega en un momento donde la industria tecnológica ha mostrado signos de agotamiento. Empresas como WeWork, Uber y Peloton han pasado de ser íconos de la "nueva economía" a ejemplos de sobrevaloración y mala gestión.
Además, las acciones de la SEC y del IRS dejan claro que los organismos reguladores están intensificando sus mecanismos de control. Pero ¿es suficiente? Mientras el sistema permita perdones cargados de motivación política y mientras los reguladores respondan más lento que los criminales financieros, la balanza continuará inclinada hacia el lado equivocado.
Hacia una cultura del escrutinio
Lo que necesita Silicon Valley y el ecosistema de innovación es una cultura más sólida de escrutinio interno y rendición de cuentas. El romanticismo del emprendedor que "piensa diferente y rompe las reglas" no puede seguir justificando comportamientos claramente ilegales o antiéticos.
Si no se refuerzan los controles, se continuará premiando a quienes, como Trevor Milton, hicieron fortuna contando mentiras a un sistema ávido de promesas y rendimientos rápidos.