Ola de ataques contra Tesla en EE.UU.: ¿Sabotaje político o terrorismo encubierto?
Un análisis a fondo de los recientes atentados con cócteles molotov y tiroteos en centros de Tesla por todo el país, y las implicaciones sociopolíticas detrás de esta escalada de violencia.
La chispa que encendió el fuego: un ataque en Las Vegas
La madrugada del 18 de marzo de 2025, un acto deliberado de violencia sacudió Las Vegas. En un centro de servicio de Tesla, un hombre vestido completamente de negro y con el rostro cubierto lanzó varios cócteles molotov contra vehículos eléctricos y el edificio, mientras disparaba múltiples rondas con un arma de fuego. Antes de desaparecer en la oscuridad, escribió la palabra "resist" en las puertas de cristal. Poco después, la policía identificó y arrestó a Paul Hyon Kim, de 36 años, quien ahora enfrenta cargos estatales y federales por el ataque.
¿Por qué Tesla?
La compañía de Elon Musk no es un blanco aleatorio. Desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca y nombró a Musk como jefe del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental —encargado de reducir drásticamente el gasto público—, se ha observado un preocupante aumento de ataques violentos contra propiedades con el logotipo de Tesla tanto en EE.UU. como en el extranjero.
Las motivaciones parecen ir más allá de un simple vandalismo. En varias ciudades con ideologías tradicionalmente progresistas, como Portland y Seattle, estos ataques han incluido frases como "Nazi cars" y múltiples disparos contra escaparates. En total, se han registrado al menos una decena de ataques documentados desde enero de 2025, en diferentes estados y con diferentes niveles de violencia.
Una violencia con sello ideológico
El FBI y la policía local aún investigan si existe una red de acciones coordinadas o si se trata de actos de individuos radicalizados. Sin embargo, el patrón es evidente: hay una narrativa anti-Tesla, anti-Musk e incluso anti-Trump detrás de estos incidentes.
De hecho, la etiqueta #BoycottTesla ha sido tendencia en redes sociales varias veces este año, alimentada por grupos progresistas y colectivos ambientalistas que acusan a Elon Musk de haberse alejado de sus valores ecológicos iniciales para convertirse en un actor político conservador.
El caso de Paul Kim: ¿terrorismo doméstico?
Paul Hyon Kim fue atrapado por cámaras de seguridad y su arresto se produjo en coordinación entre la policía local y el FBI. En palabras del agente especial Spencer Evans, el caso "tiene las características del terrorismo: un mensaje político, violencia premeditada y un objetivo simbólico".
Este ataque se suma a otros similares: en Salem, Oregon, un hombre lanzó cócteles molotov a una tienda Tesla y regresó días después para disparar a las ventanas. En Tigard, un suburbio de Portland, se dispararon más de una docena de balas a un showroom de Tesla en una semana.
Ataques en aumento y distritos progresistas
Curiosamente, la mayoría de estos ataques se han producido en zonas tradicionalmente demócratas. Esto ha generado interrogantes sobre si la polarización política ha llegado al punto de incitar violencia contra marcas percibidas como aliadas del gobierno. Con Elon Musk alineado abiertamente con Donald Trump y promoviendo ideas libertarias y de "eficiencia estatal" que implican recortes sociales, algunos grupos ven a Tesla no como una marca ecológica, sino como un símbolo del nuevo orden conservador.
Una cronología de violencia anti-Tesla en EE.UU.
- Enero 2025: Ataque con cócteles molotov a concesionario en Colorado. Frase "Nazi cars" pintada en el edificio.
- Febrero 2025: Incendio provocado en una estación de carga Tesla en Charleston, Carolina del Sur. Un hombre fue arrestado posteriormente.
- Marzo 2025: Dos ataques en el mismo showroom en Tigard, Oregón. El segundo incluyó disparos durante la noche.
- 18 de marzo 2025: Ataque en Las Vegas con arma de fuego y cócteles molotov. Arresto de Paul Hyon Kim.
¿Podemos hablar de terrorismo doméstico?
Legalmente, el terrorismo doméstico se define como el uso de fuerza o violencia para intimidar o coaccionar al gobierno civil o a una población con fines ideológicos. Según el FBI, el ataque de Kim podría cumplir con esta definición. Pero hay reservas.
"¿Fue esto terrorismo? ¿Fue otra cosa? Tiene sin duda algunas de las características. No lo podemos ignorar", dijo el agente especial Evans en una rueda de prensa. Sin embargo, el uso del término sigue siendo políticamente delicado, ya que sería un precedente importante clasificar la violencia contra empresas privadas como actos terroristas.
El eco en redes y la narrativa polarizante
Internet y sus comunidades alternativas también han jugado un rol importante. Grupos en Reddit, 4chan y foros progresistas underground han acusado a Tesla de representar el "capitalismo verde fallido" y a Musk de ser "un tecnócrata aliado del fascismo". Aunque no hay pruebas claras de incitación directa a la violencia, el lenguaje sí ha escalado exponencialmente en los últimos meses.
Por el otro lado, foros conservadores han utilizado los ataques como prueba de lo que llaman "terrorismo de izquierda", reforzando aún más la narrativa de polarización nacional.
Musk en la mira (una vez más)
La figura de Elon Musk es imposible de separar de Tesla. Su cercanía con Trump, su papel frontal en recortes gubernamentales y sus opiniones polémicas han convertido al magnate en un personaje amado y odiado a partes iguales.
Además de dirigir Tesla, Musk ahora encabeza el Departamento de Eficiencia Gubernamental, lo cual ha intensificado las críticas. Desde la eliminación de programas de ayuda federal hasta recortes medioambientales, muchos ven en él al arquitecto de una agenda neoliberal radical.
Implicaciones futuras para Tesla
La compañía se enfrenta a un reto mayor que la competencia tecnológica: la percepción pública. Los ataques podrían generar dudas en inversores y compradores, especialmente si continúan escalando en magnitud.
También podrían afectar la expansión de la marca en ciertas ciudades, donde los gobiernos locales podrían verse presionados por la opinión pública a tomar distancia o incluso limitar sus relaciones con la empresa.
Como precedente, algunas ciudades han cancelado acuerdos de infraestructura con empresas privadas por el simple hecho de estar asociadas con agendas políticas polarizantes.
¿Y si el objetivo es más grande?
Si los atacantes no buscan solo dañar a Tesla, sino enviar un mensaje más amplio sobre la dirección que está tomando EE.UU. y el papel de las grandes empresas tecnológicas en este nuevo escenario, se trata entonces de un tipo diferente de guerra: una guerra simbólica, donde los logos y las marcas reemplazan a los edificios gubernamentales como blanco de la disidencia.
Las autoridades tienen por delante un desafío complejo: contener la violencia, sí, pero también entender la raíz ideológica que la nutre.