Los aranceles automotrices de Trump: ¿protección para la industria o autogol económico?

Un análisis del impacto de los nuevos aranceles del 25% en las importaciones de autos, el papel de Arthur Laffer, y la reacción del mercado global

La nueva oleada de aranceles propuestos por Donald Trump ha sacudido los pilares de la industria automotriz mundial, especialmente con su plan de imponer un gravamen del 25% sobre las importaciones de vehículos a Estados Unidos. Aunque la medida ha sido enmarcada por el expresidente como una táctica patriótica para fortalecer la fabricación interna, la realidad deja entrever un paisaje mucho más complejo, con implicaciones que, lejos de beneficiar, podrían debilitar la estructura productiva estadounidense.

Arthur Laffer levanta bandera roja

Arthur Laffer, economista de renombre y emblema del pensamiento económico conservador estadounidense, ha encendido las alarmas respecto al plan arancelario de Trump. En un análisis de 21 páginas, Laffer detalla los efectos adversos que podría acarrear el arancel del 25%, advirtiendo que el costo de un automóvil podría incrementarse, en promedio, en $4,711 dólares. Con la exención del acuerdo USMCA (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), ese impacto reduciría a $2,765, pero aún así representa una carga considerable para consumidores y fabricantes.

El arancel propuesto corre el riesgo de causar un daño irreparable a la industria”, subraya Laffer, quien fue galardonado por Trump con la Medalla Presidencial de la Libertad en 2019. Esta contradicción interna, entre premiar a un asesor y luego desestimar sus advertencias, revela un tira y afloja ideológico dentro del mismo núcleo del trumpismo económico.

La curva de Laffer y el retorno del proteccionismo

Laffer es mundialmente recordado por la famosa "curva de Laffer", la cual postula que existe una tasa óptima de impuestos que maximiza los ingresos del Estado; si esta tasa es superada, los ingresos se reducen por el desincentivo a producir. En otras palabras, más impuestos no siempre significan más recaudación. Este mismo razonamiento podría aplicarse hoy a los aranceles: mayores barreras aduaneras no necesariamente fortalecerán la industria local, si en el proceso encarecen la producción y reducen la competitividad exportadora.

Para Laffer, los aranceles propuestos por Trump podrían disminuir, e incluso eliminar, los márgenes de ganancia de los fabricantes estadounidenses de automóviles, al encarecer insumos y piezas provenientes del exterior, muchas de ellas de Canadá y México, claves en la cadena de suministro integrada en Norteamérica.

El USMCA: ¿la joya de la corona en peligro?

Pese a sus tensiones comerciales, Trump fue el artífice del USMCA, tratado que actualizó el viejo NAFTA. Este acuerdo ha sido reconocido por expertos y políticos de ambos partidos como uno de los logros más tangibles de su administración. Laffer enfatiza que desmantelar o restringir sus provisiones, como la exención arancelaria para piezas automotrices, sería dispararse en el pie.

El USMCA ha estabilizado las cadenas de suministro y fortalecido la industria automotriz estadounidense”, afirma Laffer. Poner en pausa los compromisos adquiridos pone en jaque años de negociación internacional y mina la confianza comercial de los socios.

Mercados nerviosos: Asia tiembla

La reacción en las bolsas asiáticas no se hizo esperar. Tras el anuncio de Trump respecto a los aranceles, el índice Nikkei 225 de Tokio cayó un 2.2%, con empresas como Toyota (-2.7%) y Honda (-2.3%) viéndose fuertemente afectadas. En Corea del Sur, Hyundai y Kia bajaron 3.6% y 3.1% respectivamente. Hong Kong y Shanghái también cerraron en rojo.

Incluso en Wall Street se percibió el temblor: General Motors se desplomó un 7.4% y Ford un 3.9%. Estas caídas reflejan que, aunque las medidas de Trump buscan fortalecer el “Made in USA”, las multinacionales automotrices no operan en un vacío nacional —la globalización ha entretejido una red compleja de producción que no se rompe sin consecuencias.

Rivian y Tesla: ¿los nuevos ganadores?

Mientras los grandes fabricantes tradicionales veían caer sus acciones, los fabricantes de autos eléctricos como Rivian (+7.6%) y Tesla (+0.4%) repuntaron. Estas compañías tienen una fuerte base de producción en suelo estadounidense, por lo que están parcialmente blindadas ante los futuros aranceles.

La política de Trump podría, paradójicamente, incentivar la transición eléctrica, pues los consumidores podrían preferir vehículos no expuestos a los sobrecostos impositivos. Además, empresas como AutoZone (+4%) y CarMax (+2.5%) subieron, ante la posibilidad de que menos gente compre autos nuevos, optando por reparar o adquirir usados.

Liberación o retroceso: ¿el 2 de abril como el nuevo D-Day?

Trump ha bautizado el 2 de abril como “Día de la Liberación”, fecha en que iniciarían la imposición de aranceles “recíprocos” adaptados a cada socio comercial. Es decir, si un país impone un IVA o restricciones a los productos estadounidenses, Estados Unidos respondería en proporción.

Sin embargo, expertos como Stephen Innes de SPI Asset Management se preguntan qué se esconde realmente tras ese velo de aranceles recíprocos: “¿Qué se esconde detrás de la cortina de los aranceles recíprocos?”, escribió en una columna reciente.

La incertidumbre reina. Una cosa está clara: el proteccionismo ya no es una amenaza latente, sino una política tangible con efectos reales en la economía global. Las empresas, los consumidores y los mercados reaccionan hoy con cautela ante la posibilidad de una nueva guerra comercial.

Contexto histórico: lecciones del primer round

Durante la primera presidencia de Donald Trump, entre 2016 y 2020, se impusieron aranceles a miles de productos chinos, desatando una guerra comercial que duró casi dos años. El resultado fue un leve crecimiento del empleo manufacturero, pero también una pérdida para los agricultores, interrupciones en cadenas de suministro y el encarecimiento de bienes de consumo en EE. UU.

Un estudio del Federal Reserve Board de EE. UU. concluyó que las empresas afectadas por los aranceles redujeron su producción, mientras que los consumidores americanos pagaron un precio más alto. A pesar de las intenciones de reindustrializar, el número neto de fábricas en EE. UU. apenas aumentó.

¿Aranceles para reducir el déficit?

Trump sostiene que los aranceles servirán para reducir el déficit federal estadounidense, forzando a las empresas extranjeras a producir localmente, y con ello, aumentar el empleo y los ingresos fiscales. Sin embargo, tanto el déficit comercial como el fiscal aumentaron durante su primer mandato, según estadísticas del Departamento de Comercio.

Y es que las inversiones extranjeras, aunque anunciadas por empresas como Hyundai ($5.8 mil millones para una planta en Luisiana), necesitan años para materializarse. En contraste, el efecto inmediato del arancel será una cadena de sobrecostos, traslado de precios al consumidor, y posible contracción de la demanda.

¿Populismo económico o plan estratégico?

Desde una lectura crítica, los nuevos aranceles no parecen ser fruto de una estrategia estructurada, sino más bien respuestas ad hoc ancladas en una lógica populista que busca capitalizar el descontento obrero. En tiempos de campaña electoral, prometer la “liberación del comercio injusto” puede sonar potente, aunque el remedio económico pueda resultar más nocivo que el mal original.

El reto no es menor: reformar un modelo económico globalizado y altamente interdependiente exige coordinación, alianzas y visión a largo plazo. Poner barreras sin antes garantizar estructuras de producción alternativa interna, solo puede colapsar los intentos de un resurgimiento industrial estadounidense genuino.

Es ridículo que un coche se construya en varios países antes de llegar al consumidor”, dijo Trump, sin reconocer que esta metodología de ensamblaje progresivo y especializado ha sido la fuerza motriz de la eficiencia automotriz global desde hace más de cinco décadas.

¿Y ahora qué?

Mientras el 2 de abril se acerca, las empresas, gobiernos y ciudadanos se preparan para una nueva fase de incertidumbre económica. Los aranceles podrían quedarse, suavizarse o cancelarse. Lo que es claro es que los ripios internos dentro del pensamiento económico republicano —representados por las advertencias de Laffer— abren una brecha entre ideología y realidad.

¿Puede un arancel del 25% hacer que los autos sean 100% estadounidenses otra vez? Tal vez sí, pero a un precio demasiado alto. Y como bien sabe la historia económica, el proteccionismo no es una panacea, sino una medicina de efectos secundarios impredecibles.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press