La salud de Carlos III sacude al Reino Unido: ¿puede la monarquía seguir vigente?
El cáncer del rey, la presión mediática y una familia real marcada por diagnósticos clínicos reavivan el debate sobre el papel de la monarquía en la era moderna
Por años, la monarquía británica ha sido una institución aparentemente inquebrantable. Sin embargo, recientes eventos han encendido las alertas sobre su estabilidad, entre ellos, el tratamiento de cáncer del Rey Carlos III y los problemas de salud de otros integrantes clave de la familia real.
Un monarca bajo tratamiento: ¿cuánto puede soportar Carlos III?
El jueves, el Palacio de Buckingham emitió un comunicado que alarmó tanto a británicos como a monárquicos de todo el mundo: el rey Carlos III fue hospitalizado brevemente por “efectos secundarios temporales” relacionados con su tratamiento contra el cáncer. Aunque ya ha sido dado de alta y regresó a Clarence House, sus compromisos oficiales del jueves por la tarde y viernes fueron cancelados como medida de precaución.
“Su majestad desea enviar sus disculpas a todos aquellos que puedan verse afectados o decepcionados como resultado”, indicó el comunicado oficial.
El cáncer de Carlos: un secreto a voces
La salud del monarca ha sido foco de atención desde comienzos de 2023, cuando se reveló públicamente que Carlos III, de 76 años, había sido diagnosticado con una forma no especificada de cáncer. Aunque se mantuvo apartado de sus deberes públicos durante tres meses, no suspendió del todo sus funciones constitucionales: seguía leyendo documentos oficiales e incluso se reunió regularmente con el Primer Ministro Rishi Sunak.
Una fuente del palacio reveló al diario británico The Guardian que el diagnóstico “no fue una sorpresa para los círculos internos de la monarquía”, pero sí ha resultado un golpe a la imagen sólida y vital que Carlos deseaba proyectar en sus primeros años de reinado.
Una monarquía en transición desde la muerte de Isabel II
Cuando falleció la Reina Isabel II en septiembre de 2022, tras 70 años en el trono, la tarea de Carlos era clara pero titánica: demostrar la relevancia de la monarquía en una sociedad multicultural, digitalizada y con creciente escepticismo hacia las instituciones heredadas.
Durante su primer año como soberano, Carlos cumplió con 161 compromisos reales, que incluyeron desde ceremonias de estado hasta encuentros con organizaciones benéficas. Pero mantener este ritmo a los 76 años y con un tratamiento oncológico en marcha parece cada vez más irrealista.
La “generación recambio” también está afectada
La preocupación por el futuro inmediato de la Corona no solo se centra en el rey. Su nuera, Catalina, Princesa de Gales, también fue diagnosticada recientemente con cáncer, algo que obligó a posponer por más de seis meses su regreso a la vida pública. Aunque ya reanudó algunas de sus actividades, su estado de salud sigue siendo una incógnita.
Príncipe William, heredero al trono, ha asumido un número limitado de compromisos adicionales. Según una nota de BBC News, el Palacio de Kensington ha adoptado una estrategia de “cautela sistemática” con los compromisos oficiales futuros.
El vacío de poder y la incertidumbre institucional
Desde el fallecimiento de la reina Isabel, la presencia simbólica y ceremoniosa de la institución ha quedado en manos de personalidades menos consolidada. El Príncipe Harry, quien en el pasado habría sido un recurso institucional de respaldo, se encuentra distanciado de la familia real y radicado en California. Su renuncia como miembro activo de la realeza en 2020 dejó un hueco que ni Andrés ni los Windsor menores del círculo cercano pueden llenar.
En pleno 2024, la lista de miembros sénior de la realeza se ha reducido dramáticamente. Carlos, Camila, William, Kate (de forma intermitente), Ana y Eduardo son los únicos que mantienen actividad pública consistente, y varios de ellos ya se encuentran en su tercera edad.
¿Monarca en jefe ceremonial o reformador silencioso?
A pesar de sus problemas de salud, Carlos ha intentado enviar señales de que no está dispuesto a pasar a un segundo plano. Ha sido el primer monarca británico en visitar Alemania en una visita de estado y también ha preparado una gira al Vaticano para reunirse con el Papa Francisco.
Según el analista real Robert Jobson, “el Rey está intentando dar con un tono más personal... pero manteniendo el decoro institucional”. Esto incluye apariciones cuidadosamente medidas, pero que proyecten compromiso y cercanía. En palabras de Jobson: “Carlos sabe que no puede ser su madre, pero buscará que su estilo sea igualmente resiliente”.
La Casa Real en modo contención
A medida que los compromisos se reducen, reaparecen preguntas que muchos pensaron arrinconadas: ¿es la monarquía sostenible como está estructurada actualmente?
El Reino Unido enfrenta simultáneamente cambios sociales, presiones migratorias, una crisis constitucional en Escocia y agitación económica post-Brexit. En este contexto, muchos británicos cuestionan los costes de mantener una monarquía activa. El presupuesto anual asignado a la Familia Real es de aproximadamente 86 millones de libras esterlinas, según cifras oficiales del Sovereign Grant Report 2023.
Organizaciones como Republic —grupo activista que promueve una República parlamentaria— han resurgido en popularidad tras estos episodios. Su director, Graham Smith, declaró recientemente: “Esto es una oportunidad dorada para preguntarnos para qué sirve la monarquía y si podemos permitirnos mantener un modelo con tan pocos activos funcionales”.
¿Relevo generacional frente al espejo?
Con William condicionado por la salud de su esposa y el rey en tratamiento oncológico, la posibilidad de que se acelere la transición hacia un trono más joven o incluso simbólico cobra fuerza.
No sería la primera vez que una monarquía renueva sus líneas activas ante dificultades. En los Países Bajos, la Reina Beatriz abdicó en favor de su hijo Guillermo Alejandro. También en España, Juan Carlos I cedió el trono a Felipe VI bajo presiones institucionales y escándalos personales.
Mientras tanto, en Londres, la opinión pública parece dividida. Un sondeo de YouGov publicado en abril pasado muestra que un 58% de los británicos aún apoya la existencia de la monarquía, pero entre los menores de 35 años el respaldo cae a un escaso 32%.
La imagen internacional, en juego
La monarquía británica ha sido, tradicionalmente, una de las herramientas de soft power más efectivas del Reino Unido. La enfermedad del rey, sumada a las recientes polémicas familiares, ha reducido la visibilidad institucional y debilitado el impacto diplomático habitual que solía ejercer la Reina Isabel II en sus años dorados.
Delegaciones internacionales, visitas de Estado, recepciones de líderes mundiales... estas escenas hoy resultan escasas y menos impactantes. Aunque Carlos ha recibido al Primer Ministro canadiense y próximamente planea viajar al Vaticano, se trata de agendas cuidadosamente seleccionadas, sin confrontaciones ni sobresaltos.
Lo simbólico también envejece
Incluso en cuestiones menos institucionales, como la percepción estética de la monarquía —sus atuendos, ceremonias, protocolos— los críticos argumentan que la Casa Real está envejecida no solo literalmente, sino simbólicamente. Una generación marcada por TikTok, Z-generación y globalización percibe al trono más como reliquia que como institución viva.
¿Qué impacto tiene ver a un rey enfermo, ausente, y a una familia fragmentada por asuntos de salud y diferencias internas? En el siglo XXI, la imagen lo es todo, y la monarquía parece perder terreno incluso en los frentes donde solía ser invencible.
¿Y después?
En medio de esta tormenta institucional y médica, Carlos III intentará seguir siendo un rey ceremonial que inspire continuidad... pero la pregunta ya se ha instalado en el debate político, académico y mediático: ¿es hora de repensar la monarquía británica?
Por ahora, todo indica que el Reino Unido observa, preocupado pero contenido, el curso de los acontecimientos, mientras un rey enfermo intenta sostener la corona ante la fragilidad de su cuerpo y la presión de la historia.