El canto que divide a Sudáfrica: “Shoot the Boer”, racismo, memoria histórica y una controversia que no cesa
La canción anti-apartheid que encendió nuevamente el debate racial y provocó reacciones desde Elon Musk hasta la Corte Constitucional
Por décadas, Sudáfrica ha sido vista como un modelo de transición pacífica tras el fin del apartheid en 1994. Sin embargo, la reciente polémica en torno a una vieja canción de protesta, “Shoot the Boer”, ha puesto en evidencia que las cicatrices del pasado aún laten con fuerza en el presente.
Un canto de lucha… o de odio
“Shoot the Boer” (Dispara al bóer) es una canción símbolo de resistencia en tiempos del apartheid. La palabra "Boer" —derivada del afrikáans y que significa agricultor— en este contexto hace referencia a los blancos afrikaners, descendientes de colonos neerlandeses y franceses y núcleo del sistema racista institucionalizado en Sudáfrica durante el siglo XX. La canción fue popularizada por luchadores anti-apartheid y ha sido reinterpretada por las nuevas generaciones como un himno de lucha.
No obstante, su uso contemporáneo, especialmente por parte del partido radical Economic Freedom Fighters (EFF) y su líder Julius Malema, ha generado controversia. Han cantado públicamente la canción en mítines políticos, desatando una ola de críticas nacionales e internacionales.
Elon Musk y la dimensión internacional del escándalo
La controversia ganó aún más atención internacional cuando Elon Musk, magnate sudafricano-estadounidense y dueño de X (antes Twitter), comentó en su red social que la canción era una incitación directa al “genocidio blanco”. Musk ha sido un crítico consistente del gobierno sudafricano actual y ha alertado, sin pruebas, sobre presuntas campañas de odio institucionalizado contra los blancos en su país natal.
Estas declaraciones repercutieron en la política estadounidense. El expresidente Donald Trump incluyó referencias al estado de los blancos sudafricanos en un decreto que eliminó toda la ayuda económica de Estados Unidos hacia Sudáfrica, alegando “retórica de odio y acciones gubernamentales que fomentan la violencia desproporcionada contra propietarios de tierras desfavorecidos por su raza”.
Decisiones judiciales en disputa
El Tribunal Constitucional de Sudáfrica rechazó recientemente por segunda vez una apelación de grupos de la minoría blanca para prohibir la canción, argumentando que no existen pruebas suficientes de que incite directamente a la violencia. Esta decisión anuló una sentencia anterior de hace más de una década que catalogaba el canto como discurso de odio.
Desde el fallo, el grupo AfriForum, una organización que defiende los derechos de los afrikaners, ha condenado duramente la decisión, acusando a la justicia sudafricana de estar infiltrada por ideología política. En respuesta, han anunciado la expansión de sus operaciones de vigilancia y seguridad privada, que ya suman 177 patrullajes de vecindarios y fincas en todo el país.
¿Quién tiene razón? El debate profundo sobre historia y reconciliación
“No hay pruebas de asesinatos masivos de granjeros blancos en Sudáfrica”, afirmó el portavoz del presidente Cyril Ramaphosa al diario Netwerk24, citando estadísticas oficiales. Aunque los ataques violentos a granjas son un hecho real —uno de los tantos rostros de la violencia endémica que sufre el país, con más de 70 homicidios diarios— no hay datos fidedignos que indiquen que los blancos estén siendo blanco sistemático de una campaña genocida.
Este relato, sin embargo, persiste. En parte, como estrategia política de sectores conservadores blancos que sienten que el nuevo orden democrático sudafricano ha fallado en garantizar su seguridad e integridad dentro del país. En parte, porque las heridas del apartheid no han sanado totalmente.
Voces disidentes dentro de Sudáfrica
Desde el mismo espectro político que gobernó tras el apartheid, el Congreso Nacional Africano (ANC), se ha evitado apoyar el uso de la canción de forma abierta. Sin embargo, no la han condenado con firmeza, manteniéndose en una línea ambigua. Por otro lado, el partido de centro-derecha Alianza Democrática (DA), segunda fuerza política, sí ha condenado el canto declarando que “no tiene cabida en una sociedad democrática, sin importar el fallo constitucional”.
En contextos de extrema desigualdad racial, como aún vive Sudáfrica —donde el ingreso promedio de los blancos aún triplica al de los negros según estadísticas oficiales—, muchos ven el canto como una expresión simbólica del enojo colectivo por décadas de exclusión y promesas incumplidas.
EFF: populismo radical y marketing de confrontación
Julius Malema, líder del EFF, ha capitalizado esta controversia como parte de su identidad política. Exmiembro del ANC, fue expulsado en 2012 por sus discursos incendiarios. Desde entonces, ha consolidado su liderazgo en base a propuestas como la expropiación de tierras sin compensación, la nacionalización de minas y bancos, y un enfrentamiento semántico con lo que él llama la “élite blanca capitalista”.
Malema sostiene que “Shoot the Boer” no debe interpretarse literalmente, sino como una herencia cultural revolucionaria de la lucha anti-racista. Sin embargo, su constante reinvocación contribuye al riesgo de reabrir viejas heridas en un país que enfrenta numerosos desafíos económicos, sociales y políticos.
Peligros del simbolismo sin contexto
Expertos en comunicación y psicosociología advierten sobre el riesgo de usar símbolos extremos sin una pedagogía histórica que los acompañe. “Las canciones de protesta tienen su espacio como memoria histórica”, comenta Mpho Moloi, profesora de sociología en la Universidad de Witwatersrand. “Pero cuando se sacan de contexto y se usan para confrontaciones políticas actuales, el resultado puede ser más división que memoria”.
Mientras tanto, organizaciones como AfriForum han exportado su causa a lo largo del hemisferio norte, buscando apoyo entre políticos populistas de derecha —sobre todo en Estados Unidos— para presentar su narrativa. Han realizado giras, conferencias, y aparece con frecuencia en medios como Fox News y sitios como Breitbart.
La memoria y sus controversias en el siglo XXI
Lo que este episodio revela es que la forma en que una sociedad recuerda su sufrimiento influye profundamente en su presente y futuro. En países con profundas divisiones sociales, como Sudáfrica, los símbolos del pasado —canciones, monumentos, nombres de calles— son campos de batalla tanto como los debates parlamentarios.
“Shoot the Boer” es solo una muestra de los hilos no resueltos que todavía unen el apartheid al presente. Ignorar su contexto es correr el riesgo de caer en interpretaciones peligrosas. Pero también usarlo sin responsabilidad es avivar fuegos que pueden consumir la siempre frágil paz social del país.
A treinta años del fin del apartheid, Sudáfrica continúa su camino entre la justicia histórica, las exigencias del presente y las esperanzas de una sociedad realmente inclusiva. ¿Qué espacio debe ocupar la memoria en este camino? Esa es la pregunta que la nación debe seguir respondiéndose cada día.