Duterte y Bolsonaro: los ecos autoritarios de dos expresidentes en la mira de la justicia

Mientras Duterte enfrenta la Corte Penal Internacional en La Haya, Bolsonaro esquiva imputaciones por fraude sanitario en Brasil. Dos estilos, mismo populismo.

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El ocaso de los líderes fuertes

Rodrigo Duterte y Jair Bolsonaro, dos de los referentes del populismo autoritario del siglo XXI en el hemisferio sur, atraviesan momentos clave en sus respectivas historias políticas. Aunque separados por miles de kilómetros y con trayectorias distintas, ambos comparten una narrativa de poder basada en el desprecio por los derechos humanos, la desinformación, la polarización social e institucional, y una preocupante cercanía al uso (y abuso) de la violencia.

Hoy, uno cumple años detenido en los Países Bajos enfrentando cargos por crímenes de lesa humanidad; el otro celebra una victoria judicial temporal en Brasil, mientras sigue siendo investigado por otros delitos más graves. En este artículo, analizaremos la caída de dos caudillos del siglo XXI.

Rodrigo Duterte: del "matador de Davao" al banquillo de La Haya

Rodrigo Duterte llegó al poder en Filipinas como un outsider político, con un discurso violento, misógino y abiertamente autoritario. Durante su presidencia (2016-2022), lideró una brutal guerra contra las drogas que, según cifras oficiales, dejó más de 6,250 muertos, aunque organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch estiman que los asesinatos podrían superar los 30,000.

En marzo de 2025, Duterte fue arrestado de forma caótica en el aeropuerto internacional de Manila bajo orden de la Corte Penal Internacional (CPI), por delitos de lesa humanidad. Su declaración previa en el Senado donde admitió haber dirigido una escuadra de la muerte durante su tiempo como alcalde de Davao fue histórica. "No autoricé matar a nadie," dijo alguna vez, pero la evidencia apunta a lo contrario.

Ahora se encuentra detenido en el suburbio costero de Scheveningen, cerca de La Haya. La CPI ha establecido una audiencia preliminar para el 23 de septiembre de 2025, donde se determinará si el proceso avanza a juicio. Si es declarado culpable, podría enfrentar cadena perpetua.

Un cumpleaños detrás de barrotes

El 80º aniversario de Duterte lo encontró lejos de la extravagancia y el poder que acostumbraba. Pese a todo, su hija Sara Duterte —actual vicepresidenta de Filipinas— viajó a Países Bajos con su esposa y su hija para visitarlo. Informó que el exmandatario está de buen ánimo, aunque rechazó su sugerencia de pasar el tiempo escribiendo un libro: "Estoy demasiado viejo para eso", dijo con ironía.

Mientras tanto, en Filipinas, la tensión social escaló en torno a su figura: manifestantes opositores lo confrontaron con ataúdes simbólicos en nombre de las víctimas de su guerra contra las drogas, mientras sus seguidores organizaron vigilias de oración exigiendo su liberación.

El conflicto entre los Duterte y el presidente actual, Ferdinand Marcos Jr. —hijo del dictador Ferdinand Marcos— suma otra capa de drama político. La detención de Duterte reavivó las rivalidades dentro del siempre inestable escenario político filipino.

Jair Bolsonaro: el líder antivacunas que burla la justicia, por ahora

En Brasil, la figura de Jair Bolsonaro —quien dejó la presidencia en enero de 2023 tras perder ante Luiz Inácio Lula da Silva— sigue dividiendo al país. Esta semana, el fiscal general de Brasil, Paulo Gonet, decidió archivar una investigación de la Policía Federal que acusaba al exmandatario de falsificar su certificado de vacunación contra el COVID-19.

El caso databa de fines de 2022, cuando Bolsonaro —quien siempre negó haberse vacunado y alentó teorías conspirativas sobre el coronavirus— debía viajar a Estados Unidos. Para ingresar, necesitaba un certificado que, según la acusación, fue manipulado en la base de datos del Ministerio de Salud.

La Policía alegó que Mauro Cid, exayudante de Bolsonaro, confesó haber ingresado los datos falsos y entregado el certificado directamente al expresidente. Sin embargo, el fiscal consideró insuficientes las pruebas, desestimando, al menos por ahora, la denuncia.

Una pequeña victoria, múltiples frentes abiertos

El caso del certificado de vacunación no es el único problema legal de Bolsonaro. Actualmente enfrenta otros procesos, incluyendo uno en la Corte Suprema por su supuesto intento de orquestar un golpe de Estado tras su derrota electoral en 2022. Sus seguidores, recordemos, asaltaron las sedes de los tres poderes en Brasilia el 8 de enero de 2023, imitando a los partidarios de Donald Trump el 6 de enero de 2021 en Washington, D.C.

Recientemente, la corte electoral declaró a Bolsonaro inelegible para cargos públicos hasta 2030, lo que marca un golpe político mayor a sus aspiraciones de regresar al poder. Incluso sus aliados más fervientes comienzan a distanciarse ante la creciente judicialización de su figura.

Dos rostros del populismo punitivo

Aunque con estilos diferentes, Duterte y Bolsonaro encarnan versiones similares de un modelo autoritario contemporáneo:

  • Desconfianza hacia organismos internacionales y tribunales.
  • Desdén por los derechos humanos y civiles.
  • Respaldo social construido desde discursos polarizantes y emocionales.
  • Uso del miedo y la inseguridad para legitimar medidas represivas.

Ambos minimizaron —y en algunos casos promovieron— violencia contra sectores vulnerables en nombre del "orden" y la "seguridad". En sus discursos, fuertes con los débiles y débiles ante los poderosos, encontraron respaldo en sectores populares desencantados con los sistemas tradicionales.

¿Accountability internacional o persecución política?

La detención de Duterte y las investigaciones contra Bolsonaro vuelven a poner sobre la mesa el debate sobre si los líderes autoritarios son juzgados verdaderamente por sus actos o protegidos por entramados de poder. Mientras organismos internacionales como la CPI intentan ejercer su rol, muchos sectores conservadores gritan "persecución".

¿Cuál es la línea entre justicia y revancha política cuando se trata de figuras con respaldo popular? La respuesta parece depender tanto del sistema judicial como del equilibrio de fuerzas políticas internas. En democracia, los procesos deben ser transparentes, pero también ejemplares.

Más allá del juicio: el legado duradero de sus gobiernos

Ambos presidentes dejan un rastro de políticas polémicas y estructuras institucionales debilitadas. En Filipinas, el daño a la legitimidad de las fuerzas del orden y la normalización de los asesinatos extrajudiciales han dejado una huella peligrosa. En Brasil, la desinformación sanitaria, el ambientalismo negado y un discurso anti-ciencia durante la pandemia causaron muertes evitables y una erosión de la confianza en las instituciones.

Mientras la justicia define sus destinos, la sociedad civil —y, sobre todo, las nuevas generaciones— deben recomponer los valores democráticos con los que estos populismos jugaron sin pudor alguno. El enjuiciamiento o no de Duterte y Bolsonaro será apenas un capítulo: lo importante será evitar que experiencias similares se repitan.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press