De la duela al micrófono: Alex Dragicevich, el ex jugador universitario que ahora triunfa en la comedia

El exjugador de Notre Dame encontró su verdadera vocación haciendo reír en los escenarios —una historia de reinvención, resiliencia y risas

Por Enrique Rojas

Una tarde histórica y una vida que dio un giro inesperado

Era el 21 de enero de 2012 cuando Alex Dragicevich, con sus imponentes 1.98 metros de estatura, celebró como nunca. Notre Dame acababa de vencer al equipo número uno del país, Syracuse, en un electrizante partido de baloncesto universitario. El público invadía la cancha en South Bend, Indiana, y entre la algarabía, un joven Dragicevich levantaba los brazos y se colocaba las manos sobre la cabeza, atónito. Era uno de esos momentos irrepetibles que se graban en la memoria.

Pero, para sorpresa de muchos, esa no sería su cima. Al menos no en el sentido más amplio. Porque donde la mayoría de atletas retirados buscan un lugar como entrenadores, analistas deportivos o incluso empresarios, Alex encontró su lugar en un mundo muy diferente: la comedia.

Del March Madness a escenarios de risa

El baloncesto universitario puede ser intenso, competitivo y emocionante, pero también fugaz. Y para jugadores como Dragicevich, que no tenían una evidente puerta de entrada al baloncesto profesional, el final llegó poco después de acabar su periodo como atleta en Notre Dame y Boston College (tras transferirse).

Aunque promedió 6.6 puntos por partido como sophomore en Notre Dame y logró participar en el codiciado “March Madness”, había otra vibra que recorría su cuerpo detrás de las canchas: el humor. En su casa y en el vestuario, Dragicevich tenía fama de clown. Y fue precisamente en Boston donde dio el primer paso concreto, uniéndose a un grupo de comedia de sketches llamado “Hello, Shovelhead!”.

Un enfoque diferente al estándar del ex atleta

“Comedia no parecía una opción real hasta llegar a Boston”, admite Dragicevich. Y es cierto: hay pocos exjugadores de baloncesto universitario —y menos de su estatura— que deciden probar suerte en el difícil mundo del stand-up. Pero ahí está él, presentándose en clubes como Goofs Comedy Club y House of Comedy.

Su repertorio mezcla observación aguda, reflexión personal y una pizca de irreverencia. Los temas van desde su altura e identidad serbia hasta el envejecimiento, las relaciones y, claro, sus días como jugador.

“Ese bebé no es ni una semilla número 12”

Una de sus bromas más celebradas gira en torno a su victoria sobre Syracuse: “Jugué en el March Madness un par de veces”, dice. “Así que claramente ya toqué techo. Si algún día tengo un hijo y mi esposa me dice ‘¿No es este el mejor momento de nuestras vidas?’ yo le voy a decir: ‘Sí, está ahí... pero vencí a Syracuse cuando eran número uno. Ese bebé ni siquiera está clasificado. ¡Ni una semilla 12 es!’”.

Así es como Dragicevich recuerda ese momento cumbre, dándole un giro al estilo deadpan y autorreflexivo que caracteriza su comedia.

La difícil —y a menudo humillante— carrera del comediante

Si jugar fuera de casa ante un estadio lleno era intimidante, imagina subirte a un escenario y no sacar una sola risa. Dragicevich conoce bien ese mundo. Actualmente, vive en Brooklyn, trabaja media jornada en un empleo que no ha revelado del todo y combina sus noches entre shows de comedia y la grabación de su próximo especial de una hora.

También es anfitrión de un podcast, algo casi obligatorio en el mundo de los cómicos actuales. En él, explora las pequeñas tragedias cotidianas de la adultez, la cultura pop y, por supuesto, el deporte.

“Cuando las porristas hacían fiesta, nadie dijo ‘voy a orar al respecto’”

Alex tampoco duda en burlarse de los tópicos típicos del deporte universitario. En uno de sus clips más virales de Instagram, se ríe de los jugadores que “agradecen todo a Dios”, recordando con ironía: “Cuando las porristas hacían fiesta, ninguno de mis amigos dijo, hmm, voy a orar al respecto”.

Es ese tipo de humor lo que lo desmarca de muchos exdeportistas que siguen alimentando una versión glorificada de sí mismos. Dragicevich es, ante todo, honesto consigo mismo y con su travesía. Tiene claro que su aporte ya no está en el marcador, sino en la carcajada.

Deportistas que encontraron una vocación artística

El camino que ha recorrido Dragicevich no es único, pero sí inusual. Hay atletas que han hecho la transición a carreras no relacionadas directamente con el deporte:

  • Mahershala Ali fue jugador de baloncesto en St. Mary’s College antes de ganar dos premios Oscar (por Moonlight y Green Book).
  • Kareem Abdul-Jabbar combinó sus dotes de actor, escritor y activista durante décadas tras su retiro.
  • Bill Bradley, estrella de Princeton, fue senador y candidato presidencial en EE.UU.

Sin embargo, el caso de Dragicevich es peculiar porque eligió una carrera sin garantías, donde el éxito es efímero y el fracaso constante forma parte del proceso. Casi como el deporte, pero sin uniformes ni estadísticas.

“¿Fui exitoso en alguno de los dos mundos? Quién sabe”

“No estoy seguro de cuál es más difícil”, reflexiona Dragicevich sobre el baloncesto y la comedia. “¿Fui exitoso en alguno de los dos mundos? Quién sabe. Pero hay noches que no cambiaría por nada.”

Y lo dice en serio. No se trata solo de anécdotas o vidas pasadas. Para él, cada “set” es su nuevo partido, cada micrófono su balón y cada risa, una canasta.

“Cuando tienes una gran noche, es difícil de superar”, confiesa. “No creo haber vivido algo como aquella victoria sobre Syracuse... pero he tenido noches realmente increíbles sobre el escenario. Y las dos, la verdad, son jodidamente asombrosas.”

La cancha del mañana: risas, no triples

Ahora que está por grabar su primer especial de comedia, Dragicevich sabe que está escribiendo un nuevo capítulo. Uno que no se mide por porcentajes de tiro ni asistencias, sino por la conexión con el público, por la honestidad de su narrativa y, claro, por cuántas veces hace que la audiencia suelte una carcajada incontrolable.

Y así, paso a paso, broma a broma, ha demostrado que se puede vencer a un número uno... y también conquistar los escenarios.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press