El renacer del proteccionismo automotriz: Trump, aranceles y un nuevo orden económico

Estados Unidos entra de lleno en una nueva guerra comercial encabezada por Donald Trump, con el sector automotriz como protagonista y las relaciones con Canadá y México pendiendo de un hilo

Por: Redacción Mundo

Un cambio de rumbo en la industria automotriz mundial

Donald Trump ha hecho realidad una de sus tantas promesas comerciales: imponer nuevos aranceles sobre las importaciones de autos y partes automotrices. Este anuncio, efectuado por la Oficina de Prensa de la Casa Blanca y confirmado por la vocera Karoline Leavitt, marca un giro contundente en la política económica de Estados Unidos.

Estos gravámenes, que según Trump buscan incentivar la manufactura nacional, afectan tanto a vehículos ensamblados en el extranjero como a componentes utilizados por ensambladoras estadounidenses. El objetivo es claro: reducir la dependencia de las cadenas de suministro global, especialmente con Canadá y México, y devolver empleos manufactureros a suelo estadounidense.

La reacción inmediata del mercado

La respuesta del mundo financiero fue inmediata. Las acciones de General Motors cayeron un 1.7% y las de Ford cerca de un 1.5% tras conocerse la noticia. Esta reacción evidencia la preocupación de inversionistas y analistas ante el impacto que estos aranceles pueden tener en la rentabilidad de las empresas automovilísticas, cuyo modelo de negocio depende en gran parte de la eficiencia logística transfronteriza.

Actualmente, muchos vehículos se arman con componentes provenientes de múltiples países. En promedio, un auto puede cruzar hasta siete veces la frontera entre Canadá y Estados Unidos durante su proceso de ensamblaje completo.

Una guerra comercial en plena escalada

Estos nuevos aranceles forman parte de una reestructuración agresiva de las políticas de comercio internacional de Trump. El presidente ha defendido lo que él llama una política de "aranceles recíprocos", alegando que los impuestos aplicados por socios comerciales a productos estadounidenses deben ser igualados por tarifas equivalentes de EE. UU.

Hasta la fecha, Trump ha impuesto:

  • 25% de tarifa a productos importados desde China, debido a su papel en la manufactura de fentanilo.
  • 25% sobre acero y aluminio canadienses.
  • Aranceles generales del 25% a productos mexicanos, con una excepción temporal de 30 días para autos.

Este enfoque unilateral también ha alimentado roces diplomáticos, siendo el más notorio el enfriamiento de las relaciones con Canadá.

Carney responde desde el puente más transitado del comercio bilateral

El primer ministro canadiense Mark Carney no tardó en reaccionar. En un mitin con trabajadores automotrices en Windsor, Ontario, y con el Puente Ambassador de fondo —una vía que mueve un 25% del comercio bilateral—, Carney subrayó:

“La guerra comercial de Trump está dañando a los consumidores y trabajadores estadounidenses. Y aún empeorará”.

Citó como respaldo el informe del Conference Board, que mostró cómo el índice de confianza del consumidor estadounidense bajó 7.2 puntos en marzo para ubicarse en 92.9, su punto más bajo desde enero de 2021. También criticó la forma en que el presidente estadounidense amenazó con convertir a Canadá en el "estado número 51".

Canadá se blinda: CA$2 mil millones para proteger al sector

En respuesta a los retos, Canadá anunció la creación de un fondo de respuesta estratégica por CA$2 mil millones (equivalentes a US$1.4 mil millones), destinado explícitamente a proteger a los trabajadores del sector automotriz nacional.

Este fondo busca minimizar el impacto que estos aranceles podrían tener sobre las más de 125,000 personas empleadas directamente en el sector automotriz canadiense y otras 500,000 en industrias relacionadas.

Como segundo mayor exportador de vehículos tras México, Canadá ve amenazada su mayor fuente de exportaciones por estas nuevas medidas proteccionistas.

¿Vuelta al proteccionismo clásico?

Estas políticas de Trump recuerdan al proteccionismo económico de comienzos del siglo XX, especialmente a la ley Smoot-Hawley de 1930, que impuso aranceles masivos en un intento por proteger la industria doméstica durante la Gran Depresión. Aunque en aquel entonces estas medidas aislaron a EE. UU. y agravaron la crisis global, parece que la administración Trump cree firmemente que el contexto mundial actual justifica medidas similares.

Impacto transfronterizo: ¿Qué se juega México?

México, el otro gran socio comercial de EE. UU. en materia automotriz, también está en una posición delicada. Aunque los aranceles decretados aún tienen una exención temporal de 30 días, la incertidumbre es total.

Según datos del Secretariado de Economía de México, más del 80% de los vehículos producidos en México se exportan a Estados Unidos. Esto significa que cualquier tarifa adicional pondría en jaque miles de empleos y cientos de millones de dólares en ingresos para la industria mexicana y empresas estadounidenses con plantas al sur de la frontera.

¿Y los consumidores comunes?

El resultado más inmediato para los ciudadanos estadounidenses será el aumento de precios de autos nuevos y posiblemente usados. A medida que los fabricantes absorban o trasladen a los consumidores el impacto de estos gravámenes, el precio promedio de un vehículo nuevo —que ya supera los US$48,000— podría incrementarse en al menos US$1,500 adicionales, según estimaciones de la Automotive Industry Association.

Además, la construcción de nuevas plantas o la reconfiguración de las actuales tomará años, lo que significa escasez y ajuste de precios mientras el mercado se adapta.

Una relación bilateral deteriorada

La tensión entre EE. UU. y Canadá no es solo económica. Carney reveló que, a tres semanas de haber asumido como Primer Ministro, Trump aún no lo ha llamado. Una rareza en la diplomacia norteamericana, donde las conversaciones entre ambos líderes son tradicionalmente inmediatas al cambio de gobierno.

"La relación cambió. No fuimos nosotros quienes la cambiamos", dijo Carney. Y lanzó otra frase que ha resonado con fuerza en los medios canadienses:

“Él quiere quebrarnos para poseernos. Y eso nunca, jamás, sucederá.”

¿Hacia un nuevo mapa del comercio global?

Trump ha dejado claro que su visión es América Primero, cueste lo que cueste. Su plan de imponer aranceles "recíprocos" a todos los socios comerciales significa, en esencia, repensar los tratados multilaterales que han dominado el comercio mundial desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Los tratados como el TLCAN y su evolución a USMCA podrían sufrir una nueva reconfiguración, o incluso ser ignorados por completo. Y en ese contexto, países como China, India, o incluso la Unión Europea, podrían estrechar lazos con Canadá y México, dejando a Estados Unidos solo frente al mundo.

La ambición de Trump de renegociar la arquitectura comercial global recuerda más a una partida de ajedrez geopolítico que a una simple reconfiguración de aranceles.

¿Y ahora qué?

La pregunta que todos se hacen es: ¿A quién beneficiarán realmente estos aranceles? ¿A los trabajadores estadounidenses del sector automotriz? Tal vez en una parte. Pero también podrían perder otros actores: consumidores, exportadores, ensambladoras, países aliados... e incluso la estabilidad económica global.

Las próximas semanas serán clave. La exención de 30 días para México y Canadá está cercana a expirar. El nuevo fondo canadiense será puesto a prueba. Y Donald Trump sigue sin dar señales de retroceder.

El tablero está en movimiento, y será el tiempo —y los números— quienes dicten al final quién ganó esta guerra de aranceles.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press