La incertidumbre de los inmigrantes indocumentados en Puerto Rico ante redadas masivas
Las recientes redadas de ICE han generado temor entre la comunidad dominicana y otras poblaciones migrantes en la isla
Un clima de miedo e incertidumbre
Puerto Rico, históricamente visto como un refugio seguro para inmigrantes indocumentados provenientes de la República Dominicana y otros países, se ha convertido en los últimos meses en un epicentro de redadas masivas llevadas a cabo por agentes de U.S. Immigration and Customs Enforcement (ICE). La operación, que comenzó en enero de este año, ha causado una gran conmoción en la isla, afectando no solo a quienes se encuentran en situación irregular, sino también a la sociedad puertorriqueña en general.
Con más de 200 personas arrestadas desde el inicio del operativo –en su mayoría hombres de origen dominicano–, se ha desatado un estado de angustia e incertidumbre sobre el futuro de la comunidad migrante. Hasta el momento, el gobierno federal de los Estados Unidos no ha ofrecido detalles concretos sobre cuántos de estos individuos tienen antecedentes penales o una orden final de deportación.
Una comunidad en alerta
En respuesta a esta oleada de detenciones, diversas organizaciones locales han intensificado su apoyo a los inmigrantes. Pastores como Nilka Marrero han decidido tomar un papel activo en la preparación de la comunidad para estos operativos. Con simulaciones de interrogatorios y redadas dentro de su iglesia, Marrero busca armar a sus parroquianos con herramientas básicas para afrontar posibles encuentros con las autoridades.
“Las tácticas son agresivas, aparecen y arrancan a la gente del sitio”, señala la religiosa con indignación, destacando la importancia de entrenar a los inmigrantes sobre sus derechos básicos en estos casos.
El impacto en la vida cotidiana
Las redadas no solo han afectado a los arrestados directamente, sino que el temor y la paranoia han alterado el comportamiento cotidiano de muchos inmigrantes. Los parques y espacios comunitarios, que antaño bullían con animadas conversaciones y música merengue, hoy están en gran medida vacíos debido al miedo generalizado.
Los efectos también se sienten en el ámbito educativo: las escuelas con una alta población de estudiantes de origen dominicano han reportado niveles de absentismo escolar del 70%, ya que muchos padres se muestran reacios a enviar a sus hijos a clases por temor a ser detenidos en el camino.
Las autoridades locales toman posición
Ante la presión de la comunidad, diferentes actores políticos han tomado posiciones diversas sobre la situación. El alcalde de San Juan, Miguel Romero, ha declarado que la policía municipal no colabora con los agentes federales en estas redadas e incluso ha ofrecido asistencia legal a quienes lo necesiten.
Por otro lado, Julio Roldán Concepción, alcalde de Aguadilla –una de las zonas más afectadas debido a su proximidad a rutas de llegada migratoria–, ha expresado su apoyo a los inmigrantes y ha asegurado que su administración seguirá brindando ayuda sin pedir documentación.
No obstante, la gobernadora Jenniffer González, alineada con el gobierno de EE.UU., ha mostrado una postura más ambigua, afirmando inicialmente que las políticas migratorias de Donald Trump no afectarían a la isla, para luego admitir que Puerto Rico no puede ignorarlas debido a la dependencia de fondos federales.
Un futuro incierto
El panorama para miles de inmigrantes en Puerto Rico sigue siendo incierto. A pesar de los esfuerzos de activistas, sacerdotes y líderes comunitarios, la amenaza de deportaciones masivas persiste. Organizaciones religiosas, como la Iglesia Episcopaliana, han implementado iniciativas de asistencia con alimento, apoyo psicológico y asesoría legal, pero el miedo a una detención sigue latente.
Para muchos, la única esperanza es la posibilidad de una resolución humanitaria que permita a los inmigrantes con una vida establecida en la isla regularizar su estatus y continuar aportando a la sociedad puertorriqueña sin temor.