Netanyahu y la ruptura del alto al fuego en Gaza: ¿Una decisión política o militar?
El fin de la tregua entre Israel y Hamás responde a presiones internas y cálculos políticos
El dilema de Netanyahu: entre la guerra y la política
Desde el inicio del conflicto entre Israel y Hamás, el primer ministro Benjamín Netanyahu ha estado atrapado entre dos presiones opuestas. Por un lado, las familias de los rehenes israelíes exigen negociaciones con Hamás para su liberación. Por otro, sus socios de coalición de extrema derecha presionan para continuar la ofensiva con el objetivo de la erradicación del grupo islamista. La decisión de reanudar los ataques aéreos en Gaza sugiere que Netanyahu ha tomado partido por estos últimos.
Esta maniobra podría responder no solo a objetivos militares, sino también a su supervivencia política. Aceptar un cese al fuego duradero con Hamás habría significando desatar una crisis dentro de su gobierno, posiblemente provocando elecciones anticipadas y su salida del poder. Al reanudar los ataques, asegura el apoyo de sus aliados ultranacionalistas, que habían amenazado con abandonar la coalición.
¿Qué decía el acuerdo de tregua?
El alto al fuego acordado en enero gracias a la presión internacional contemplaba un esquema de fases. Durante la primera etapa, que duró hasta marzo, Hamás liberó 25 rehenes israelíes y los cuerpos de otros ocho a cambio de 1,800 prisioneros palestinos. A pesar de acusaciones mutuas de violaciones, la pausa humanitaria permitió un respiro en el conflicto.
Sin embargo, la segunda fase, que debía incluir la retirada total de las tropas israelíes de Gaza y más intercambios de rehenes, resultó ser un obstáculo insalvable. Netanyahu había expresado repetidamente su escepticismo sobre la posibilidad de cumplir con este acuerdo, insistiendo en que la meta de Israel sigue siendo garantizar la seguridad nacional destruyendo la infraestructura militar de Hamás.
Las negociaciones fallidas y la justificación israelí
Tras el fin del primer tramo del cese al fuego, Israel presentó una nueva propuesta de negociación. En este nuevo paquete, se sugería la liberación de la mitad de los rehenes restantes a cambio de una prolongación de siete semanas del alto al fuego y el inicio de nuevas negociaciones. Hamás rechazó la oferta, argumentando que difería del acuerdo alcanzado en enero y que no garantizaba el cese definitivo de hostilidades.
A partir de entonces, Israel aumentó la presión cortando la entrada de ayuda humanitaria, incluyendo alimentos y combustible. También incrementó las incursiones militares y bombardeos estratégicos, alegando que Hamás se estaba rearmando en secreto para futuros ataques.
La posición de Estados Unidos y el apoyo a Netanyahu
La administración de Donald Trump ha respaldado la decisión de Netanyahu de reanudar los bombardeos, argumentando que Hamás no ha dado señales de negociar de buena fe. En varias declaraciones, Trump ha indicado que la eliminación de la amenaza del grupo islamista es clave para la estabilidad de la región.
Más polémico aún es el plan promovido por líderes republicanos, incluido Netanyahu, de reasentar a la población de Gaza en otros países y convertir el territorio en un área de desarrollo económico internacional. Esta propuesta ha sido duramente criticada por la comunidad internacional, que la considera una violación del derecho internacional y una forma de limpieza étnica.
¿Qué sigue para Gaza y el conflicto?
Sin señales de voluntad desde ambas partes para reducir las tensiones, el futuro del conflicto parece encaminarse hacia una escalada aún mayor. La comunidad internacional enfrenta el reto de intentar mediar en una guerra donde los actores clave han mostrado poca flexibilidad a ceder.
Mientras tanto, miles de palestinos siguen atrapados en una catástrofe humanitaria, con bombardeos diarios y una crisis de suministros esenciales. Netanyahu, por su parte, ha logrado por ahora afianzar su gobierno, pero a costa de empujar a Israel a una guerra que no parece tener un final claro.