Final Four de la Liga de Naciones de la CONCACAF: ¿Debe el fútbol mantenerse al margen de la política?

Los entrenadores de Estados Unidos, Canadá, México y Panamá opinan sobre la relación entre la política y el deporte en un torneo marcado por tensiones geopolíticas.

Fútbol y política: una relación cada vez más tensa

El fútbol es un fenómeno global que trasciende fronteras, culturas e ideologías. Sin embargo, a lo largo de la historia, los eventos deportivos han sido utilizados como escenarios de disputas políticas, y la Liga de Naciones de la CONCACAF 2025 no es la excepción.

A medida que se acercan las semifinales de este torneo en el SoFi Stadium de Inglewood, California, los entrenadores de los cuatro equipos participantes han sido cuestionados sobre el impacto de las tensiones geopolíticas entre sus respectivos países. ¿Debe el fútbol mantenerse al margen de la política o es inevitable que ambos mundos colisionen?

Las posturas de los entrenadores

Mauricio Pochettino, técnico de la selección de Estados Unidos, fue claro en su respuesta: “No podemos mezclar la política con el deporte”. Reconoció que tiene sus propias opiniones, pero como representante de la federación, prefiere no entrar en debates políticos.

Por su parte, Jesse Marsch, entrenador de Canadá, mostró una postura más reflexiva. A pesar de evitar declaraciones abiertamente políticas en la conferencia de prensa, anteriormente criticó lo que considera una visión arrogante de Estados Unidos sobre Canadá. “Como estadounidense, me avergüenzo de la indiferencia con la que hemos tratado a uno de nuestros aliados más antiguos y leales”, expresó en una entrevista previa.

El técnico de Panamá, Thomas Christiansen, evitó cualquier declaración polémica y dejó en claro que su prioridad es el desempeño de su equipo en la cancha. A pesar de las recientes fricciones políticas entre Panamá y Estados Unidos, reafirmó que “la política no es un plan de motivación” para su plantel.

Los conflictos políticos que marcan el torneo

Aunque los entrenadores insistan en separar el fútbol de la política, el contexto no deja de pesar en la competición. En el mes previo al torneo, las relaciones entre Estados Unidos, Canadá, México y Panamá han sido objeto de controversias y tensiones.

  • Estados Unidos vs Canadá: El discurso persistente sobre la jerarquía de Estados Unidos en América del Norte ha generado fricciones con su vecino del norte. En el reciente torneo de hockey 4 Nations Face-Off, los aficionados canadienses incluso abuchearon el himno estadounidense, reflejando la creciente tensión entre ambas naciones.
  • México y las barreras comerciales: Las políticas comerciales de la administración estadounidense han generado incertidumbre en sus relaciones con México. La retórica en torno a reformas migratorias y restricciones económicas impacta indirectamente en el ambiente futbolístico.
  • El Canal de Panamá: Dos semanas antes del torneo, el expresidente Donald Trump afirmó que Estados Unidos estaba “reclamando” el Canal de Panamá, tras la compra de una empresa con interés en sus puertos. Esta declaración encendió la indignación en Panamá, reavivando viejos resentimientos sobre la intervención histórica de EE.UU. en la región.

¿Debe el fútbol mantenerse apolítico?

Históricamente, el fútbol ha sido un reflejo de las sociedades en las que se juega. En 1938, Benito Mussolini usó el Mundial de Fútbol para promover el fascismo en Italia. En 1978, la dictadura argentina organizó un torneo en medio de desapariciones forzadas. En más de una ocasión, los eventos deportivos han sido usados con fines políticos.

A pesar de los esfuerzos de los entrenadores por minimizar la influencia de la política en el deporte, la realidad es que los aficionados, los medios y los propios jugadores no pueden ignorarla. La postura de Pochettino y Christiansen de tratar de enfocarse únicamente en el fútbol es comprensible, pero en un mundo tan interconectado, es casi imposible evitar que la geopolítica se infiltre en el deporte.

Algunos argumentan que el fútbol tiene el potencial de unir a las personas sin importar su nacionalidad o contexto político. Sin embargo, cuando las rivalidades van más allá del terreno de juego, es imposible evitar que los conflictos extradeportivos afecten la atmósfera de los torneos internacionales.

El desafío para la CONCACAF

La CONCACAF enfrenta un desafío importante: garantizar que su torneo siga centrado en el espectáculo deportivo sin ignorar la realidad que lo rodea. En un contexto de discursos nacionalistas y políticas restrictivas, el fútbol puede ser tanto una herramienta diplomática como un escenario de confrontación.

Lo que es seguro es que, mientras el balón ruede en el SoFi Stadium, el mundo estará mirando no solo el desempeño de los equipos, sino también la manera en que los hinchas, jugadores y directivos manejan las tensiones que van más allá de la cancha.

La gran pregunta, entonces, sigue en el aire: ¿Es posible que el fútbol y la política permanezcan totalmente separados en una región con tantas disputas históricas y contemporáneas? En los próximos días, veremos si los protagonistas de la Liga de Naciones de la CONCACAF logran enfocarse únicamente en el juego o si la geopolítica termina por pesar en la cancha.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press