Las crecientes tensiones entre EE.UU. y Sudáfrica bajo la administración Trump
Sanciones, expulsión de embajadores y acusaciones de discriminación: la compleja relación entre Washington y Pretoria
Una relación en crisis
La administración de Donald Trump ha tomado una postura agresiva contra Sudáfrica, imponiendo sanciones y expulsando a su embajador en Washington, Ebrahim Rasool. Esta decisión es solo el último episodio en una serie de conflictos entre ambos países, alimentados por acusaciones de racismo, expropiación de tierras y apoyo a actores internacionales que EE.UU. considera enemigos.
Expulsión del embajador sudafricano
El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, anunció en sus redes sociales que Rasool ya no era bienvenido en el país, calificándolo de "político que incita al odio racial" y que "detesta a América y al presidente Trump". Su publicación enlazó un artículo de Breitbart en el que se hacía referencia a unas declaraciones de Rasool en un seminario web, donde aseguraba que el movimiento 'Make America Great Again' podía interpretarse como una respuesta al "instinto supremacista".
La controversia sobre los agricultores blancos
Uno de los temas que más ha tensionado las relaciones entre EE.UU. y Sudáfrica es el tratamiento de los agricultores blancos en el país africano. Desde el gobierno de Trump se ha acusado falsamente al gobierno sudafricano de lanzar una campaña para expropiar tierras a agricultores blancos sin compensación, en lo que muchos conservadores en EE.UU. describieron como un "genocidio blanco".
Es cierto que el gobierno sudafricano ha impulsado reformas para redistribuir la tierra en un país donde, 30 años después del fin del apartheid, la minoría blanca aún posee la mayoría de las tierras comerciales. Sin embargo, no existen pruebas de una política sistemática de confiscación de tierras ni de ataques masivos dirigidos específicamente a granjeros blancos. Expertos sudafricanos han desmentido en múltiples ocasiones estas afirmaciones, señalando que la violencia en las zonas rurales afecta a todas las razas debido a los altos niveles de criminalidad del país.
Las sanciones de Trump contra Sudáfrica
En su decisión de sancionar a Sudáfrica, Trump acusó al gobierno liderado por el Congreso Nacional Africano (ANC) de seguir políticas "anti-blancas" y de apoyar a actores internacionales considerados hostiles a EE.UU., incluyendo al grupo palestino Hamás e Irán. Este argumento se intensificó cuando Sudáfrica llevó a Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), acusándolo de cometer genocidio en Gaza.
Sudáfrica ha sido un firme defensor de la causa palestina desde la época de Nelson Mandela, quien comparó la ocupación israelí de los territorios palestinos con el apartheid sudafricano. Esta postura ha generado profundas diferencias con Washington, cuyo apoyo incondicional a Israel es una política de larga data.
Las respuestas de Sudáfrica y la comunidad internacional
El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, ha expresado su sorpresa ante las sanciones impuestas por EE.UU. y ha pedido el restablecimiento de un diálogo bilateral basado en el respeto mutuo. "Sudáfrica sigue comprometida con construir una relación mutuamente beneficiosa con los Estados Unidos", declaró la presidencia sudafricana en respuesta a la expulsión de Rasool.
Sin embargo, el ANC no ha adoptado exclusivamente una postura conciliadora. Recientemente, el partido gobernante invitó al embajador iraní a su sede en Johannesburgo, declarando que "no esconderá a sus amigos", un gesto interpretado como un desafío directo a las acusaciones de Trump.
Un conflicto con raíces históricas
Las tensiones actuales entre Sudáfrica y EE.UU. no surgieron de la nada. Durante la guerra fría, EE.UU. respaldó al régimen del apartheid como un bastión anti-comunista, mientras que la Unión Soviética y otros movimientos de izquierda apoyaron la lucha del Congreso Nacional Africano contra la segregación racial. Estas alianzas históricas todavía repercuten en la política exterior de Sudáfrica, que mantiene buenos lazos con Rusia y China.
Otro punto de fricción surgió durante la administración de Joe Biden, cuando EE.UU. acusó a Sudáfrica de apoyar a Rusia en su guerra contra Ucrania, a pesar de que el gobierno sudafricano ha insistido en su postura de neutralidad.
Perspectivas y futuro de la relación bilateral
Con la creciente influencia de China y Rusia en África y la renuencia de Sudáfrica a seguir las directrices de Washington, la relación entre ambos países seguirá siendo tensa en el futuro previsible. La administración Trump ha demostrado estar dispuesta a usar sanciones y amenazas diplomáticas contra aquellos países que no se alineen con su visión del mundo, lo que podría empujar a Pretoria aún más hacia sus aliados tradicionales en el Sur Global.
El resultado de esta disputa podría tener implicaciones significativas para la geopolítica mundial. Si Sudáfrica y otras naciones africanas continúan resistiéndose a la presión estadounidense, podríamos ver un reajuste de alianzas que fortalecería la posición de China y Rusia en el continente.
El conflicto entre EE.UU. y Sudáfrica es solo un reflejo de las tensiones más amplias entre los países desarrollados y emergentes en un mundo multipolar en evolución.