La tragedia aérea en Washington: ¿se pudo evitar el choque entre el jet y el helicóptero?

El accidente en el que murieron 67 personas, incluidos 28 patinadores, pone en evidencia falencias en la seguridad aérea

El fatídico choque entre un jet de American Airlines y un helicóptero Black Hawk del Ejército de EE.UU. el pasado 29 de enero cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan dejó un saldo de 67 muertos y desató un urgente debate sobre la seguridad aérea. Entre las víctimas, 28 eran miembros de la comunidad de patinaje artístico, lo que ha amplificado el impacto de la tragedia.

Un sistema con fallas previas

La presidenta de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), Jennifer Homendy, ha sido categórica: la separación actual entre aviones y helicópteros en el aeropuerto es “insuficiente y supone un riesgo intolerable”. Según los investigadores, desde octubre de 2021 hasta diciembre de 2024 se registraron 15,214 alertas por proximidad entre aeronaves en esta área.

El incidente ha puesto en el centro del debate la falta de regulaciones más estrictas para evitar que aviones y helicópteros compartan el mismo espacio aéreo sin suficiente separación vertical y horizontal. La NTSB ha instado a la Administración Federal de Aviación (FAA) a encontrar una solución permanente para el tráfico de helicópteros cuando determinadas pistas están en uso.

Factores que contribuyeron al accidente

Los investigadores han indicado que el helicóptero tenía lecturas de altitud inexactas en los momentos previos al impacto. Se cree que el equipo de vuelo no escuchó instrucciones clave de los controladores aéreos debido a la saturación de tráfico en la frecuencia de comunicación.

Además, se ha revelado que el helicóptero estaba realizando un vuelo de prueba nocturno, y la tripulación llevaba gafas de visión nocturna, lo que pudo haber afectado la percepción de la altitud y velocidad. A pesar de la vasta experiencia de la tripulación del helicóptero Black Hawk, las condiciones de vuelo complicaron aún más la maniobrabilidad.

Medidas preventivas implementadas y en discusión

Posterior al accidente, la FAA impuso restricciones temporales al vuelo de helicópteros en el área, asegurándose de que no compartieran espacio aéreo con vuelos comerciales en aproximación. Sin embargo, los expertos advierten que estas no son medidas definitivas.

Homendy enfatizó en que “no debería ocurrir una tragedia para que se exijan cambios reglamentarios urgentes”. La NTSB busca que la FAA establezca rutas alternativas permanentes para helicópteros a fin de evitar que se aproximen demasiado a rutas de aterrizaje y despegue de aeronaves comerciales.

¿Podría ocurrir otro accidente similar?

El choque en Washington ha avivado preocupaciones sobre los recientes incidentes aéreos en Norteamérica. Solo este año, se registraron cuatro grandes accidentes en la región, incluyendo uno en Toronto en el que un vuelo de Delta Airlines volcó y aterrizó sobre su techo.

Donald Trump, expresidente de EE.UU., atribuyó el accidente a un sistema de control aéreo “obsoleto”, sugiriendo una revisión total del mismo. Sin embargo, especialistas consideran que el problema radica más en la saturación del espacio aéreo y la falta de recursos humanos suficientes para gestionar el tráfico.

El difícil panorama del control del tráfico aéreo

El problema del déficit de controladores aéreos en EE.UU. ha sido mencionado durante años como un factor de riesgo. La FAA ha señalado que la falta de personal experimentado, sumada a horarios extenuantes y jubilaciones forzadas, han agravado la crisis. Si bien hay tecnologías emergentes para mejorar la gestión del tráfico aéreo, su implementación toma tiempo.

La pregunta clave sigue siendo si estas tragedias podrán evitarse en el futuro inmediato mediante reformas regulatorias y mejoras tecnológicas, o si el sistema continuará operando bajo riesgos inaceptables.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press