El oscuro negocio de las estafas cibernéticas en el sudeste asiático

Miles de personas son esclavizadas y obligadas a estafar a víctimas alrededor del mundo en un fenómeno que crece sin freno

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En pleno siglo XXI, una nueva forma de esclavitud ha tomado fuerza en el sudeste asiático. Miles de personas, engañadas con falsas promesas de empleo, son forzadas a trabajar en centros de estafas cibernéticas donde, bajo amenazas y torturas, extorsionan a víctimas a lo largo del mundo. Aunque recientes operaciones han liberado a miles de estos prisioneros, la inacción de muchos gobiernos ha dejado a los sobrevivientes en el limbo.

Un problema de dimensiones globales

De acuerdo con estimaciones del Instituto de la Paz de los Estados Unidos, alrededor de 300,000 personas pueden estar atrapadas en estas redes criminales en países del sudeste asiático. Estas organizaciones utilizan métodos de engaño sofisticados para atraer a trabajadores, les confiscan los pasaportes y los obligan a participar en estafas cibernéticas dirigidas a víctimas, a menudo estadounidenses y europeos.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen reveló que en 2023 las pérdidas por estafas cibernéticas en Asia oscilaron entre 18,000 y 37,000 millones de dólares. A pesar de la magnitud del problema, la acción gubernamental ha sido tibia y las mafias continúan operando con mínima interrupción.

El operativo de rescate: ¿Éxito o crisis humanitaria?

El impacto mundial de estas redes criminales llevó a una acción coordinada entre Tailandia, China y Myanmar que resultó en lo que se considera uno de los operativos de rescate de trabajadores forzados más grandes de la historia moderna. Más de 7,000 personas fueron liberadas de los centros de estafa en Myanmar. Sin embargo, la alegría de la libertad se desvaneció rápidamente cuando los rescatados se encontraron en instalaciones de detención masivas, sin atención médica, comida suficiente o un plan claro para su repatriación.

Un joven de la India relató que en su centro de detención hay 800 personas compartiendo solo 10 baños. Muchos de los detenidos presentan fiebre y tos, lo que sugiere condiciones insalubres y riesgos de enfermedades infecciosas. “Si morimos aquí debido a problemas de salud, ¿quién será responsable?”, preguntó con desesperación.

Un negocio que se adapta

Aunque el operativo fue visto como un primer paso contra estas redes de estafa, las organizaciones criminales han demostrado una notable capacidad de adaptación. Incluso cuando el gobierno tailandés ha cortado la electricidad y la conectividad a internet en varias ciudades clave, las operaciones fraudulentas han continuado con ayuda de generadores de diésel y conexiones satelitales como Starlink.

Los grupos armados que controlan partes de Myanmar, como la Fuerza de Guardia Fronteriza Karen y el Ejército Budista Democrático Karen, han sido acusados de participar en la administración de estos centros de estafa, lo que sugiere una confluencia entre crimen organizado y política local.

La falta de apoyo gubernamental

A pesar del esfuerzo inicial, la respuesta de muchos gobiernos ha sido insuficiente. Mientras China ha fletado vuelos chárter para repatriar a sus ciudadanos, la mayoría de los otros afectados siguen atrapados debido a la burocracia y la falta de recursos.

Por ejemplo, un grupo de 130 etíopes está retenido en una base militar tailandesa debido a la falta de 600 dólares por persona para costear boletos aéreos. Mientras tanto, docenas de indonesios han debido esperar varias semanas hasta ser trasladados a Bangkok para regresar a su país.

Acciones necesarias para frenar el problema

Activistas y organizaciones de derechos humanos insisten en que esta crisis solo se resolverá con una acción global coordinada. Según Amnistía Internacional, los gobiernos deben dejar de criminalizar a los trabajadores forzados por haber participado en estas estafas bajo coacción y, en su lugar, enfocarse en desmantelar las redes de financiamiento y apoyo logístico que permiten que estas operaciones continúen.

Además, urgen a la comunidad internacional a aplicar sanciones más severas contra los líderes de estos grupos criminales y a financiar programas de reinserción para las víctimas.

¿Un cambio real está en camino?

Aunque el reciente operativo ha puesto el tema en el radar global, las perspectivas de erradicar este negocio son inciertas. Los criminales han logrado mantener operativas estas redes a pesar del creciente escrutinio. Si los gobiernos no toman medidas más agresivas y sostenidas, miles seguirán atrapados en una de las formas modernas de esclavitud más perturbadoras.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press