Empoderamiento femenino en Kenia: Autodefensa y educación contra la mutilación genital y el matrimonio infantil
Cómo las niñas maasai están desafiando tradiciones dañinas con educación y autodefensa
“¡Soy digna de defenderme!”, gritan al unísono un grupo de niñas maasai mientras adoptan posturas combativas. Estas jóvenes no forman parte de un club de artes marciales, sino de un centro educativo y de rescate en Transmara, Kenia, que les ofrece una vía de escape del matrimonio infantil y la mutilación genital femenina (MGF).
Un refugio contra tradiciones opresivas
El Enkakenya Centre for Excellence fue fundado en 2009 por Kakenya Ntaiya, una mujer maasai que sufrió la mutilación genital pero logró continuar su educación hasta obtener un doctorado en educación de la Universidad de Pittsburgh. A través del centro, Ntaiya busca empoderar a otras niñas con la educación como herramienta clave.
En la cultura maasai, la MGF es un rito de iniciación para niñas entre 8 y 17 años. Una vez sometidas a esta práctica, son consideradas adultas y aptas para el matrimonio. Esto a menudo pone fin a su infancia y educación.
El impacto de la pobreza y las normas culturales
La pobreza juega un papel crucial en el matrimonio infantil. Según Grace Musheni, una estudiante de 14 años del centro, muchas familias acceden a casar a sus hijas jóvenes con hombres mayores a cambio de bienes o dinero. La falta de conciencia sobre los derechos de las niñas y las oportunidades educativas perpetúa este ciclo.
Aunque la mutilación genital y el matrimonio infantil están prohibidos en Kenia, siguen siendo comunes en áreas rurales. De acuerdo con la Encuesta Demográfica y de Salud de Kenia de 2022, el 56.3% de las mujeres sin educación formal han sido sometidas a la MGF, en comparación con solo el 5.9% de aquellas con educación secundaria o superior.
Autodefensa: más que solo pelear
Para reforzar la seguridad y confianza de las niñas, el Enkakenya Centre colabora con I’m Worth Defending (IWD), un programa que les enseña técnicas de autodefensa tanto físicas como verbales. Amelia Awuor, instructora de IWD, explica que las clases “no solo las preparan para enfrentar amenazas físicas, sino que también les enseñan a ser asertivas en todas las áreas de sus vidas”.
Una de las alumnas, Rahab Lepishoi, de 14 años, aplicó sus conocimientos cuando visitó a su hermana mayor y descubrió que su comunidad planeaba realizar ceremonias de mutilación genital. Convenció a una amiga de escapar con ella y evitar el procedimiento. Estas acciones reflejan cómo la educación transforma no solo la vida de las niñas, sino también de sus comunidades.
El impacto de la educación en la seguridad y el futuro
La educación también reduce la incidencia de violencia de género. La misma encuesta de 2022 en Kenia reveló que el 34% de las mujeres han sufrido violencia física, pero este número cae al 23% entre aquellas con educación.
Algunas jóvenes ven su educación como una puerta hacia un futuro diferente. Purity Risanoi, de 15 años, quiere ser abogada para luchar por los derechos de otras niñas. Musheni, por otro lado, sueña con convertirse en ingeniera en software y usar la tecnología para transformar su comunidad. “Las niñas pueden lograr cosas grandiosas”, afirma.
Más que resistencia: una revolución silenciosa
La lucha de estas niñas demuestra que la educación y la autodefensa no solo las protegen de peligros inmediatos, sino que también les permiten desafiar normas sociales opresivas. Al armarse con conocimiento y habilidades, están impulsando un cambio significativo en un mundo donde sus voces apenas comienzan a ser escuchadas.