El niño híbrido: un vistazo a la mezcla entre humanos y neandertales

El esqueleto hallado en Portugal hace casi tres décadas confirma la convivencia y mezcla genética entre ambas especies.

Un hallazgo sorprendente

Hace 27 años, en un refugio rocoso de Lagar Velho, en el centro de Portugal, se descubrió un esqueleto infantil que causó conmoción entre los científicos. Este esqueleto, teñido de rojo, parecía haber sido envuelto en una piel de animal pintada antes de su entierro, lo que sugiere un ritual funerario.

Lo que llamó la atención inicialmente fue que el esqueleto presentaba características tanto de humanos modernos como de neandertales. Esta hipótesis resultó ser revolucionaria en su momento, ya que la comunidad científica aún debatía la posibilidad de la hibridación entre ambas especies. Sin embargo, hoy sabemos que los humanos modernos aún llevan ADN neandertal debido a cruces que ocurrieron miles de años atrás.

Un rompecabezas temporal difícil de resolver

Determinar exactamente cuándo vivió este niño ha sido un reto significativo. Al principio, las raíces de plantas y otros factores de contaminación impidieron que los científicos usaran la datación por carbono para obtener una fecha precisa. En su lugar, recurrieron a la datación del carbón y huesos de animales circundantes, arrojando una fecha entre 27,700 y 29,700 años atrás.

Una nueva técnica para fechar el esqueleto

Con los avances tecnológicos, los investigadores recientemente lograron fechar los restos mediante el análisis de proteínas óseas humanas. A través del estudio de un fragmento de brazo aplastado, confirmaron que el niño vivió en un período comprendido entre 27,700 y 28,600 años atrás, lo que coincide con las estimaciones previas.

Este avance es significativo, pues allana el camino para datar con mayor precisión restos antiguos, incluso cuando los métodos tradicionales fallan debido a la contaminación.

El legado de nuestro pasado

Paul Pettitt, arqueólogo de la Universidad de Durham, señaló que este estudio es un ejemplo perfecto de cómo los métodos de datación continúan evolucionando y permitiendo a los científicos comprender mejor nuestro pasado.

El coautor del estudio, João Zilhão, de la Universidad de Lisboa, enfatizó la importancia de investigar nuestros orígenes: “Es fundamental conocer de dónde venimos, al igual que guardamos retratos de nuestros antepasados para recordar nuestras raíces”.

Más allá de los descubrimientos científicos, la historia de este niño representa mucho más que un esqueleto. Es un recordatorio de que la historia humana es compleja, llena de encuentros, mezclas y adaptaciones a lo largo del tiempo. Con cada nuevo hallazgo, desciframos un poco más acerca de quiénes fuimos y, en consecuencia, de quiénes somos hoy.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press