El futuro de la ayuda internacional sin el respaldo de EE.UU.
La drástica reducción de fondos de USAID deja un vacío en la cooperación global que difícilmente podrán llenar otros países o donantes privados.
EE.UU. y su papel dominante en la ayuda internacional
Durante décadas, Estados Unidos fue el principal financiador de ayuda internacional en el mundo. En 2023, aportó alrededor de 64,000 millones de dólares, representando el 28% de toda la asistencia para el desarrollo oficial, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Este financiamiento se destinaba a ayuda humanitaria, proyectos de desarrollo, apoyo a refugiados y contribuciones a organismos internacionales como la ONU.
Sin embargo, con la administración de Donald Trump, se congelaron contratos de asistencia extranjera y se tomó la decisión de desmantelar la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Al recortar programas esenciales, se han dejado en el aire iniciativas que brindaban apoyo a millones de personas en situaciones de pobreza y crisis sanitarias.
¿Pueden los donantes privados llenar el vacío?
Algunos han sugerido que la filantropía y las ONG podrían cubrir el déficit dejado por USAID. Sin embargo, las cifras no cuadran. En 2020, las donaciones privadas a nivel mundial alcanzaron los 70,000 millones de dólares, según el Global Philanthropy Tracker. Para compensar el recorte estadounidense, los donantes privados tendrían que duplicar sus aportes, algo poco realista.
Sin una agencia coordinadora como USAID, distribuir eficientemente los fondos entre los proyectos adecuados y evitar duplicaciones se vuelve una tarea titánica. Como bien lo expresó Rob Nabors, director en América del Norte de la Fundación Gates: “No hay fundación, ni grupo de fundaciones, que pueda reemplazar la capacidad, el liderazgo y la experiencia de EE.UU. para combatir enfermedades o erradicar la pobreza a nivel global.”
¿Y qué hacen otros países?
Desde 1970, la ONU instó a las economías más ricas a destinar el 0.7% de su PNB a asistencia internacional. Sin embargo, pocos países han cumplido con esta meta y, en los últimos años, gobiernos como el Reino Unido, los Países Bajos y Suecia han anunciado recortes en sus presupuestos de cooperación al desarrollo.
Este retroceso se debe a razones presupuestarias y también políticas. Con el ascenso de gobiernos conservadores, se ha promovido la idea de que la ayuda internacional es excesiva, ineficiente o va en contra de sus intereses nacionales.
Críticas y necesidad de reformar el sistema
El sistema de ayuda internacional, dominado por EE.UU. y Europa, ha sido cuestionado durante años por su burocracia y falta de flexibilidad. Los expertos en desarrollo han propuesto enfoques más directos, como financiar directamente a los gobiernos receptores o apoyar a organizaciones locales en vez de grandes contratistas internacionales.
Según Nilima Gulrajani, investigadora principal en el think tank ODI Global, “La necesidad de repensar la ayuda era evidente antes de estos recortes, pero ahora la urgencia es mayor. Lamentablemente, los más perjudicados serán los sectores más vulnerables.”
Un panorama incierto
Mientras algunas organizaciones como Unlock Aid intentan recaudar fondos de emergencia para compensar la pérdida de USAID, en general la comunidad internacional enfrenta una crisis de liderazgo en el desarrollo global.
El fin de la era de la ayuda estadounidense pone en jaque a iniciativas esenciales en salud, educación y lucha contra la pobreza, dejando muchas preguntas abiertas sobre el futuro de la cooperación internacional.