El segundo mandato de Trump: ¿Hacia un gobierno autoritario?
Las polémicas decisiones de Trump en sus primeras semanas reavivan las alarmas sobre el futuro de la democracia en EE.UU.
Donald Trump ha regresado a la Casa Blanca con una agenda de gobierno que pone en jaque la institucionalidad estadounidense. En solo seis semanas, ha tomado medidas que parecen encaminadas a consolidar su poder, desmantelando estructuras federales y desafiando normativas establecidas. Estas acciones han suscitado comparaciones con líderes autoritarios en otras partes del mundo y generado preocupación tanto dentro como fuera de Estados Unidos.
Un ataque frontal al Estado de Derecho
Desde el primer día de su mandato, Trump ha ejercido su poder con una intensidad sin precedentes. Ha colocado leales en puestos clave en el FBI y el Ejército, depurado el Departamento de Justicia y detenido investigaciones sobre aliados políticos. Se ha proclamado a sí mismo como el líder supremo de la administración federal, desafiando el principio de equilibrio de poderes que ha caracterizado a la democracia estadounidense.
Diversos analistas señalan que estas estrategias son características de regímenes autoritarios. Brendan Nyhan, politólogo de Dartmouth College, lo resume de manera contundente: “Trump está usando el manual clásico del autoritarismo electo”. Comparaciones con Viktor Orbán en Hungría o Rodrigo Duterte en Filipinas no tardaron en surgir.
Trump y el control de las agencias independientes
Una de las estrategias más preocupantes ha sido la toma de control de agencias independientes como la Comisión Federal de Elecciones y la Comisión de Bolsa y Valores. En circunstancias normales, estas entidades operan con autonomía para garantizar el cumplimiento de la ley sin interferencias partidistas. Sin embargo, Trump ha emitido órdenes ejecutivas para someterlas a su autoridad.
Uno de los ejemplos más alarmantes es la interferencia en el sistema judicial. Aunque algunos jueces han suspendido sus órdenes ejecutivas más polémicas, su administración ha insinuado que puede desafiar decisiones que no le favorezcan, poniendo en duda el estado de derecho en Estados Unidos.
Política exterior y el acercamiento a Rusia
Las relaciones internacionales tampoco han escapado a su estrategia de poder. Trump ha mostrado una actitud desafiante hacia sus aliados en la OTAN y ha fortalecido lazos con Rusia. La postura pro-Kremlin ha alarmado a la comunidad internacional, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania.
Su reunión con Vladimir Putin y el trato hostil hacia el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy han provocado reacciones de condena en Europa y entre sectores políticos estadounidenses. Bernie Sanders, senador por Vermont, advirtió: “Esta alianza Trump-Putin es una amenaza existencial para la democracia y nuestros aliados”.
Uso del Departamento de Justicia para fines políticos
Otra señal preocupante ha sido la manipulación del Departamento de Justicia para favorecer aliados y castigar opositores. La intervención en casos de corrupción, como el del alcalde de Nueva York, Eric Adams, ha generado renuncias en la cúpula judicial, denunciando la injerencia indebida del Ejecutivo.
El nombramiento de Ed Martin como fiscal del Distrito de Columbia ha sido particularmente polémico. Martin representó a manifestantes que participaron en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y ahora ocupa un puesto clave en la capital del país.
Ataques a la prensa y represión de voces críticas
Trump también ha intensificado sus ataques contra los medios de comunicación. Ha revocado acreditaciones de periodistas en la Casa Blanca, restringido el acceso a eventos oficiales y ordenado investigaciones contra NPR y PBS. Estas tácticas de hostigamiento hacia la prensa recuerdan a regímenes que buscan controlar la narrativa pública a toda costa.
Además, la administración ha buscado expandir su control sobre las redes sociales y otros canales de comunicación, dificultando la difusión de información que critique al gobierno.
El dilema de los demócratas: ¿Cómo responder?
Ante este panorama, el Partido Demócrata enfrenta un desafío complejo. Algunos sectores impulsan estrategias más agresivas, como bloquear iniciativas legislativas o incluso forzar un cierre del gobierno. Otros consideran que la mejor opción es permitir que Trump ejerza sin interferencias para que los ciudadanos experimenten por sí mismos las consecuencias de sus políticas.
Figuras como Hakeem Jeffries, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, han criticado la falta de unidad en la respuesta de su partido. “Debemos hacer todo lo posible para defender la democracia y los derechos de los ciudadanos”, afirmó en una reciente entrevista.
¿Estamos ante el fin de la democracia en EE.UU.?
Algunos especialistas advierten que los signos actuales recuerdan procesos históricos de erosión democrática. El gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, hizo una analogía inquietante: “Si no aprendemos de la historia, podríamos vernos en una situación similar a la que permitió el ascenso del nazismo en Alemania”.
Sin embargo, otros sostienen que las instituciones del país tienen la capacidad de resistir. La pregunta ahora es si el Congreso, los jueces y la sociedad civil podrán contener el avance de Trump antes de que los Estados Unidos cambien radicalmente su modelo de gobierno.