El Golfo de Maine: Un Microcosmos del Cambio Climático en los Océanos
Las aguas de Nueva Inglaterra se calientan a un ritmo alarmante, pero en 2024 se ralentizó el aumento de temperatura
Un punto caliente en el Atlántico
El Golfo de Maine se ha convertido en una referencia clave en el estudio del cambio climático debido a su rapidísimo calentamiento. Esta región marina, que abarca parte de Estados Unidos y Canadá, lleva más de una década registrando aumentos en su temperatura muy por encima del promedio global. Este fenómeno ha captado la atención de la comunidad científica y de la industria pesquera, especialmente la del codiciado langostino americano.
Un respiro en 2024… ¿o solo una pausa?
Según el informe del Instituto de Investigación del Golfo de Maine, el año 2024 registró una temperatura superficial promedio de 51.5 °F (10.8 °C), superando en 0.88 °F (0.49 °C) la media a largo plazo de 1991 a 2020. Sin embargo, esta cifra muestra una leve disminución en comparación con años anteriores, reflejando una tendencia a la baja desde los récords de 2021 y 2022, cuando se registraron los años más cálidos en la historia de la región.
El impacto del cambio climático en la fauna marina
El rápido calentamiento del Golfo de Maine ha sido vinculado a una disminución en la población de crías de langosta, lo que preocupa a la multimillonaria industria pesquera de la región. Además, ha afectado a especies como el frailecillo atlántico y la amenazada ballena franca del Atlántico Norte, cuya supervivencia está en peligro debido a cambios en sus patrones de alimentación y reproducción.
Corrientes oceánicas y el calentamiento acelerado
Los científicos identifican como principales causas del calentamiento del Golfo de Maine el fortalecimiento de la corriente del Golfo y el debilitamiento de la corriente de Labrador. La primera trae aguas más cálidas desde el sur, mientras que la segunda, que solía actuar como una barrera contra ese calor, ha perdido fuerza. Esto contribuye a que el Golfo de Maine se caliente casi tres veces más rápido que la media de los océanos del mundo.
¿Qué nos depara el futuro?
Aunque 2024 presentó un leve descenso en la temperatura del agua, los expertos advierten que esto no es un indicio de que la crisis climática esté frenándose. Algunos factores estacionales pueden haber influido en esta reducción, como meses de invierno más fríos. Sin embargo, la tendencia general sigue apuntando a un aumento abrupto de las temperaturas marinas.
La llamada a la acción
El Golfo de Maine es un recordatorio tangible de los efectos del cambio climático en los océanos. Con consecuencias directas en la pesca, la biodiversidad y hasta en la economía local, es esencial adoptar medidas urgentes para mitigar el impacto. La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la protección de ecosistemas marinos y la investigación continua son clave para abordar este problema antes de llegar a una crisis irreversible.