La preocupante transformación de la política exterior de EE.UU. bajo Trump
El enfoque de 'América Primero' del presidente Trump sacude las relaciones transatlánticas y genera incertidumbre sobre el futuro de Ucrania
La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca ha traído consigo un cambio radical en la política exterior estadounidense, especialmente en lo que respecta a la guerra en Ucrania. Con una estrategia centrada en su lema de “América Primero”, sus decisiones han generado preocupación entre los aliados europeos, que temen que Estados Unidos se incline demasiado hacia posturas favorables a Rusia.
Keir Starmer y la lucha por la paz en Ucrania
El primer ministro británico, Keir Starmer, ha viajado a Washington con la intención de convencer a Trump de que cualquier acuerdo de paz duradero en Ucrania debe incluir a Kiev y a los líderes europeos en la mesa de negociaciones. Su visita sigue de cerca a la del presidente francés Emmanuel Macron, lo que subraya la creciente preocupación de Europa sobre la postura de la administración Trump.
Trump, por su parte, reafirmó en su primera reunión de gabinete de su segundo mandato su intención de alcanzar un acuerdo que permita a Ucrania recuperar la mayor cantidad de territorio posible. Sin embargo, sus recientes acercamientos a Rusia han generado incertidumbre sobre el verdadero alcance de su compromiso con la seguridad europea.
Un cambio potencialmente peligroso
Las preocupaciones europeas no son infundadas. La administración Trump ya ha mantenido conversaciones con Rusia sin la presencia de Ucrania ni otros aliados europeos. Adicionalmente, la negativa de EE.UU. a firmar resoluciones de la ONU que responsabilizan a Rusia por la guerra ha marcado un punto de inflexión en las relaciones transatlánticas.
El vicepresidente JD Vance ha tratado de disipar las críticas argumentando que Trump no ha hecho concesiones a Rusia, sino que está desempeñando su papel de diplomático. No obstante, muchos observadores ven con alarma el cambio de postura estadounidense.
Un acuerdo con Ucrania, pero sin garantías de seguridad
En su reunión con el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy, Trump planea firmar un controversial acuerdo que otorgará a Estados Unidos acceso a los minerales críticos de Ucrania, esenciales para la industria aeroespacial, la defensa y la energía nuclear. Inicialmente, Zelenskyy se mostró reacio a aprobar dicho acuerdo sin garantías de seguridad explícitas de EE.UU., pero la administración estadounidense ha sido poco clara sobre la posibilidad de ofrecerlas.
Trump fue directo al señalar que serán los europeos quienes deban asumir la responsabilidad de garantizar la seguridad de Ucrania. Este enfoque plantea dudas sobre el futuro de la estabilidad en la región si EE.UU. minimize su apoyo militar y económico a Kiev.
El papel clave de Europa
Ante la incertidumbre, Starmer y Macron han acordado la posibilidad de enviar tropas para una potencial misión de mantenimiento de la paz en Ucrania en caso de alcanzarse un alto el fuego. Además, para tranquilizar a EE.UU. sobre sus compromisos en defensa, el gobierno británico ha anunciado un incremento significativo en su gasto militar, que alcanzará el 2,5% del PIB para 2027, con miras al 3% para 2035.
Por otro lado, Starmer ha expresado su intención de fortalecer la cooperación con EE.UU. en áreas clave como la inteligencia artificial y el avance tecnológico. El Reino Unido busca evitar el enfoque regulatorio estricto de la Unión Europea en IA y, en su lugar, fortalecer sus lazos con empresas tecnológicas estadounidenses.
Una nueva era en las relaciones internacionales
El regreso de Trump a la presidencia coloca a Europa en una nueva posición geopolítica. Con un EE.UU. menos dispuesto a comprometerse con la defensa de sus aliados, las potencias europeas enfrentan una encrucijada: reforzar su integración en materia de seguridad o correr el riesgo de un escenario donde la influencia rusa gane más terreno.
Para muchos analistas, Trump no solo redefinirá la relación entre EE.UU. y Ucrania, sino también entre EE.UU. y el mundo entero. Su énfasis en los intereses estadounidenses sobre los compromisos globales genera dudas sobre el futuro de la seguridad mundial y el equilibrio de poder.