Hezbollah y el nuevo gobierno del Líbano: una tensa relación de poder
El nuevo primer ministro Nawaf Salam enfrenta desafíos políticos con la milicia chií mientras busca afirmar el monopolio del Estado sobre las armas
Un voto de confianza con reservas
El nuevo gobierno de Líbano, liderado por el primer ministro Nawaf Salam, recibió un voto de confianza en el Parlamento el pasado miércoles. Con 95 de 128 votos a favor, este respaldo refleja una mezcla de apoyo y reservas, con Hezbollah y sus aliados votando por la continuidad gubernamental pese a ciertos desencuentros en la declaración oficial del nuevo gabinete.
A diferencia de pronunciamientos previos, el gobierno de Salam evitó utilizar el término “resistencia armada” que tradicionalmente justificaba la tenencia de armas por parte de Hezbollah fuera del control del Estado. En su lugar, la declaración indicó que solo las fuerzas armadas libanesas deberían encargarse de la defensa nacional.
Hezbollah y su postura ante Salam
Aunque Hezbollah no respaldó la elección de Nawaf Salam como primer ministro, su bloque parlamentario decidió votar a favor de su gobierno. Mohammed Raad, líder parlamentario del grupo, anunció su confianza en el gabinete a pesar del evidente descontento con la eliminación del término “resistencia armada.”
Históricamente, Hezbollah ha mantenido sus armas con el argumento de defender el país ante Israel. Sin embargo, la reciente guerra que dejó más de 4,000 muertos y destruyó infraestructuras renovó los llamados para su desarme, una discusión que sigue generando altas tensiones dentro del país.
El equilibrio de fuerzas en el Parlamento
El gobierno de Salam recibió el apoyo no solo de Hezbollah y su aliado Amal, sino también de partidos cristianos como la Marada y el Partido Social Nacionalista Sirio. En contraste, el bloque de Fuerzas Libanesas y Kataeb, que abogan por el desarme de Hezbollah y la reducción de la influencia iraní, también respaldaron el gabinete con la esperanza de impulsar reformas.
Por otro lado, la coalición “Líbano Fuerte” liderada por Gebran Bassil, que alguna vez fue aliada de Hezbollah, votó en contra, argumentando falta de claridad en la visión gubernamental.
El legado de la última guerra y el futuro del Líbano
Aunque el conflicto más reciente entre Israel y Hezbollah terminó con un cese al fuego negociado por Estados Unidos el 27 de noviembre de 2024, la situación en la frontera sigue siendo tensa. Las fuerzas israelíes aún ocupan cinco puntos estratégicos en la frontera y continúan lanzando ataques aéreos bajo la justificación de neutralizar amenazas de Hezbollah.
Uno de los principales retos para Salam será encontrar una solución diplomática a estas incursiones y presionar por la retirada israelí para evitar una reactivación del conflicto.
Reformas urgentes en una nación en crisis
Aparte de las tensiones militares, la nueva administración enfrenta otros retos estructurales, incluyendo la reconstrucción del país, una grave crisis económica y bancaria, y reformas judiciales largamente postergadas.
El colapso financiero del Líbano desde 2019 ha deteriorado la vida de los ciudadanos, con el sistema bancario restringiendo los retiros y la libra libanesa perdiendo más del 90% de su valor. La comunidad internacional ha presionado por reformas a cambio de asistencia financiera, pero los esfuerzos previos han fracasado debido a la corrupción y la falta de voluntad política.
¿Un punto de inflexión para Hezbollah?
La alineación de Hezbollah con el gobierno de Salam, a pesar de las discrepancias, sugiere que el grupo busca mantener su influencia política mientras navega la creciente presión local e internacional para su desarme.
Sin embargo, la férrea resistencia del grupo a ceder su control armamentístico indica que la lucha por el monopolio estatal de las armas será una batalla a largo plazo. Nawaf Salam tiene un camino complicado por delante si realmente aspira a consolidar el dominio del Estado sobre la defensa nacional en un país donde Hezbollah ha actuado como un “Estado dentro del Estado” durante décadas.