Chat Cola: El Refresco Palestino que Desafía a Coca-Cola en Medio del Conflicto en Gaza
El auge de Chat Cola en Cisjordania refleja una creciente conciencia política y un boicot masivo a productos estadounidenses en solidaridad con Palestina.
El resurgimiento de Chat Cola en Cisjordania
Ordenar una Coca-Cola en la ocupada Cisjordania israelí hoy día podría generar miradas de desaprobación, cuando no un murmullo de “vergüenza” en árabe. La alternativa local que ha ganado terreno en los últimos meses es Chat Cola, un refresco cuya lata roja y su tipografía recuerdan a la icónica bebida estadounidense.
Chat Cola ha visto un gran incremento en ventas en el último año como respuesta al apoyo inquebrantable de Estados Unidos a Israel en su guerra contra Hamás en Gaza. Como señaló Mad Asaad, empleado de la cafetería Croissant House en Ramala: “Nadie quiere que lo vean bebiendo Coca-Cola. Todos toman Chat. Es un mensaje político.”
El boicot como protesta política
El ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023 marcó el inicio de una devastadora ofensiva militar israelí en Gaza. A medida que el conflicto escalaba, el movimiento de boicot contra empresas vistas como aliadas de Israel cobró fuerza en países árabes. Marcas como McDonald's, KFC y Starbucks sufrieron una notable caída en ventas en el Medio Oriente.
En la Cisjordania ocupada, esta ola de resistencia ha cerrado dos sucursales de KFC en Ramala. Pero la mayor manifestación de descontento ha sido el auge de Chat Cola. En muchos mercados, Coca-Cola ha sido relegada a los estantes inferiores, cuando no eliminada por completo.
Una producción en auge en plena guerra
Fahed Arar, gerente general de Chat Cola, afirmó con orgullo que el boom en ventas ha sido un triunfo de la industria palestina. Con un eslogan renovado de “Sabor Palestino”, la empresa ha aprovechado el auge nacionalista derivado del conflicto.
La compañía ha registrado un aumento del 40% en sus ventas en la Cisjordania ocupada en comparación con el año anterior. Mientras que Coca-Cola se enfrenta a un rechazo social, Chat Cola ha pasado de ser un producto de nicho a un elemento central en las tiendas y restaurantes palestinos.
A pesar del boicot, Coca-Cola aún emplea a trabajadores palestinos a través de su franquicia en Cisjordania, la National Beverage Company, lo que complica la situación para algunos empleados que buscan mantener sus puestos en medio de la crisis económica generalizada provocada por el conflicto.
El reto de competir con una marca global
A pesar de la crisis, Chat Cola no se conforma con el éxito local. En su afán por expandirse, la empresa ha comenzado a exportar a países como Líbano, Yemen y hasta Estados Unidos y Europa. Recientemente abrió una segunda fábrica en Jordania e introdujo nuevos sabores como arándano, fresa y manzana verde.
Uno de los enfoques clave ha sido mejorar la calidad del producto. Hanna al-Ahmad, jefe de control de calidad, asegura que el refresco no solo debe venderse por solidaridad, sino por su sabor. “Hemos trabajado con químicos franceses para desarrollar la fórmula y lograr un producto de alta calidad”, dijo.
Su parecido con Coca-Cola es innegable; incluso su refresco de limón-lima se asemeja visualmente a Sprite. Esto llevó a la National Beverage Company a demandar a la marca palestina en 2020 por supuesta infracción de copyright, aunque los tribunales finalmente fallaron a favor de Chat Cola.
Implicaciones políticas y económicas
El caso de Chat Cola ilustra cómo la economía palestina sigue dependiente de Israel debido a restricciones comerciales. La empresa paga un impuesto de importación del 35% por sus materias primas, la mitad de los cuales son recolectados por Israel. Problemas burocráticos han causado demoras en la entrega de aluminio, afectando la producción y elevando los costos.
Para los palestinos, elegir Chat en lugar de Coca-Cola es más que una simple decisión de compra. Es un acto de resistencia, una postura contra la ocupación y una forma de manifestar su identidad nacional a través del consumo.
En el barrio Tal al Hawa de Gaza, donde familias como los Dwaima han visto sus hogares destruidos por bombardeos israelíes, la incertidumbre sobre el futuro prevalece. Un boicot puede no cambiar de inmediato la realidad política, pero sí refleja una conciencia creciente y un rechazo a la complicidad internacional con el conflicto.
¿Qué sigue para Chat Cola?
Con la creciente demanda dentro y fuera de Palestina, Chat Cola proyecta seguir creciendo. Mientras los boicots continúen y la guerra en Gaza siga marcando el destino de la región, la bebida se consolida como un símbolo de resistencia, identidad y autosuficiencia.
En definitiva, el ascenso de Chat Cola es prueba de cómo los conflictos políticos pueden moldear el consumo y abrir nuevas oportunidades industriales en medio de la adversidad.