El regreso forzado: Migrantes venezolanos y colombianos abandonan su sueño americano
Tras las nuevas restricciones migratorias en EE.UU., cientos de migrantes optan por regresar a Sudamérica luego de meses de espera y desesperanza.
El fin de un sueño
Durante años, miles de migrantes venezolanos y colombianos han arriesgado sus vidas para atravesar la selva del Darién, una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo, en busca de una oportunidad de asilo en Estados Unidos. Sin embargo, las políticas implementadas recientemente por el presidente Donald Trump han truncado las esperanzas de muchos, obligando a numerosos migrantes a regresar a sus países de origen.
Un giro inesperado: De la travesía al retorno
Las embarcaciones que antes transportaban cientos de personas hacia el norte ahora realizan viajes en la dirección opuesta. Desde la costa caribeña de Panamá, numerosas lanchas rápidas cargadas de migrantes desilusionados se dirigen nuevamente hacia Colombia. Este fenómeno, descrito por las autoridades como un “flujo inverso” de migrantes, marca un punto de inflexión en la crisis migratoria de la región.
“Cuando Trump eliminó la aplicación CBP One, todas nuestras esperanzas se desvanecieron”, lamenta Karla Castillo, una migrante venezolana de 36 años que viaja con su hermana menor de vuelta a su país tras meses de espera en México.
El Darién: la antesala del sufrimiento
El Darién, un infame tramo de selva entre Colombia y Panamá, ha sido testigo de innumerables tragedias. Cruzar esta extensión implica enfrentar peligros como ataques de grupos armados, enfermedades, condiciones extremas y la explotación por parte de traficantes de personas. Para muchos migrantes, esta travesía representa su única opción para escapar de la pobreza y la inestabilidad política en sus países de origen.
El alto costo del regreso
El viaje de retorno tampoco es gratuito. Según reportes, los traficantes de personas han hallado otra fuente de ingresos al cobrar hasta 250 dólares por persona para trasladar a los migrantes de vuelta a Colombia mediante las rutas marítimas. Estas tarifas, exorbitantes para personas que ya han agotado sus recursos, obligan a muchos a depender de la ayuda de familiares o incluso endeudarse aún más.
Un nuevo destino incierto
A pesar de la decepción, algunos migrantes insisten en no volver a sus países de origen. Muchos afirman que su única opción ahora es intentar establecerse en otras naciones sudamericanas como Perú, Ecuador o Chile. “No hay manera de que regrese a Venezuela”, declara una migrante venezolana, subrayando la dura realidad del éxodo forzado.
El impacto de las restricciones en la frontera
La decisión de la administración Trump de eliminar CBP One marcó un duro golpe para los migrantes. Este sistema permitía a quienes estaban en México programar citas para solicitar asilo en EE.UU. Sin esta vía, la esperanza de entrar de manera legal se esfumó, empujando a miles a tomar una difícil decisión: arriesgarse a cruzar ilegalmente o regresar.
Las estrictas medidas también han impactado a países como Costa Rica, que reporta entre 50 y 75 migrantes diarios cruzando en la dirección opuesta. Aunque estas cifras son modestas en comparación con el flujo de miles de personas que avanzaban hacia EE.UU. hace un año, evidencian un cambio significativo en la dinámica migratoria.
Riesgos en el camino de vuelta
A pesar del regreso, los peligros persisten. Prueba de ello es el reciente naufragio de una embarcación en la costa panameña, en el cual un niño venezolano de ocho años perdió la vida. La falta de seguridad en estas rutas deja a los migrantes aún más vulnerables a accidentes, robos y abusos por parte de traficantes.
¿Qué sigue para los migrantes que regresan?
El panorama sigue siendo incierto para los que han optado por regresar. Algunos buscan establecerse nuevamente en sus países de origen, aunque las condiciones que los obligaron a irse en primer lugar no han cambiado. Otros intentarán reconstruir sus vidas en otros países sudamericanos, con la esperanza de hallar estabilidad y empleo.
Mientras tanto, la crisis migratoria sigue evolucionando, y parece que el flujo de migrantes, ahora en dirección contraria, se convertirá en un nuevo capítulo de esta compleja historia.