Violencia en Colombia: el resurgir de un conflicto sin fin en Catatumbo

El enfrentamiento entre grupos disidentes de las FARC y el ELN deja un saldo trágico en una zona estratégica para el narcotráfico.

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La violencia en Colombia parece no dar tregua, especialmente en Catatumbo, una región donde la guerra entre disidentes de las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) sigue cobrándose vidas. En esta ocasión, un soldado colombiano murió y otro resultó herido en enfrentamientos recientes con grupos armados que operan en una de las zonas con mayor producción de coca del país.

Una región en disputa

Catatumbo es una de las regiones más conflictivas de Colombia, con más de 300,000 habitantes y una producción de coca que representa el 15% de la cosecha total del país. La combinación de intereses que se disputan el control de esta área —desde narcotraficantes hasta grupos armados— ha impedido cualquier intento de paz.

En 2016, cuando las FARC firmaron el acuerdo de paz con el gobierno colombiano, se esperaba que la violencia en la región disminuyera. Sin embargo, facciones disidentes del grupo continuaron con la lucha armada, aliándose con nuevos actores y desafiando el control estatal.

Decretos de emergencia y la respuesta del gobierno

Para hacer frente al recrudecimiento de la violencia, el presidente Gustavo Petro emitió recientemente un decreto de emergencia que le otorga poderes especiales para restaurar el orden en el área. Esto incluye la imposición de toques de queda y medidas de seguridad que, en otras circunstancias, requerirían aprobación del Congreso.

Desde la implementación del decreto, se han reportado más de 60 muertos y 50,000 desplazados debido a los enfrentamientos. Muchos habitantes del Catatumbo viven en una situación de incertidumbre total, viendo cómo el conflicto armado sigue afectando sus vidas diarias.

El narcotráfico y su rol en la guerra

Uno de los factores clave que perpetúa la violencia en esta región tiene que ver con el narcotráfico. La producción y distribución de coca es una de las principales fuentes de ingresos para los grupos armados que operan en Catatumbo. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Colombia sigue siendo el mayor productor de cocaína del mundo, y las luchas territoriales por el dominio de estas plantaciones son inevitables.

El costo humano del conflicto

Más allá de las cifras, la crisis humanitaria que se vive en Catatumbo es alarmante. Miles de familias han sido expulsadas de sus hogares, obligadas a huir de la violencia y buscar refugio en condiciones extremadamente precarias. Además, los ataques con artefactos explosivos improvisados se han convertido en métodos comunes de combate, afectando no sólo a soldados sino también a civiles.

Un ejemplo de ello ocurrió en la vecina ciudad de Cúcuta, donde un artefacto explosivo dejó herido a un policía luego de ser lanzado contra una estación local. Otros dos atentados similares se registraron en la jornada, lo que evidencia la escalada de violencia.

¿Es viable una solución?

Aunque el gobierno ha intentado establecer diálogos de paz con el ELN y otras organizaciones armadas, la realidad en el terreno demuestra que el fin del conflicto sigue siendo un objetivo lejano. Las disidencias de las FARC no parecen dispuestas a ceder territorio ni abandonar el lucrativo negocio del narcotráfico.

Por otro lado, los esfuerzos de pacificación requieren más que simplemente operaciones militares. Es imprescindible mejorar las condiciones de vida de la población, garantizar oportunidades económicas y fortalecer instituciones locales para evitar que los habitantes de la región dependan de los grupos armados para su sustento.

Aún se desconoce cuál será el resultado de las medidas adoptadas por el gobierno de Petro, pero lo que está claro es que, mientras el narcotráfico siga siendo el motor del conflicto, la paz en el Catatumbo será una utopía.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press