El choque entre energía renovable y la cultura Wayuu en La Guajira

El potencial eólico de Colombia enfrenta oposición indígena en una batalla entre tradición y modernidad

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

La lucha de los Wayuu por su territorio

La Guajira, una región árida en el norte de Colombia, ha emergido como un punto clave en la transición del país hacia fuentes de energía renovable. Con un potencial estimado de 15 gigavatios de energía eólica, suficiente para abastecer hasta 37,5 millones de hogares anualmente, el gobierno y compañías multinacionales han puesto su mirada en estos vastos paisajes dominados por el viento. Sin embargo, la comunidad indígena Wayuu ve en estos proyectos una amenaza a su territorio sagrado y su cultura.

Un cementerio sagrado bajo turbinas gigantes

La líder Wayuu, Zoyla Velásquez, junto con otros miembros de su comunidad, ha manifestado su preocupación por la invasión de estos proyectos eólicos. “Este cementerio es sagrado para nosotros”, afirma Velásquez. Para los Wayuu, la espiritualidad de su territorio es el centro de su existencia, y cualquier alteración en él representa una violación grave a su identidad.

Uno de los proyectos más controversiales es el parque eólico La Guajira 1, cuya construcción comenzó en 2020 a pesar de la oposición de la comunidad. Aunque comenzó a generar electricidad en 2022, aún no ha sido conectado al sistema eléctrico del país. La comunidad Wayuu ve en la presencia de estas turbinas un atentado contra la paz de sus ancestros y su propia estabilidad espiritual.

El dilema del desarrollo

Colombia apuesta por la transición energética como un camino hacia la sostenibilidad y el crecimiento económico. La salida gradual de la explotación del carbón en regiones como La Guajira podría significar un fuerte golpe para la economía local, pero también una oportunidad para reemplazarlo con energías limpias.

Sin embargo, el impacto social de estos proyectos ha generado tensión en la región. Según Indepaz, una organización de desarrollo con sede en Bogotá, hasta 57 proyectos energéticos han sido detenidos debido a conflictos con comunidades indígenas. Además, muchas empresas extranjeras han reconsiderado sus inversiones en la zona debido a la resistencia comunitaria.

Indígenas divididos: ¿Oportunidad o expolio?

Dentro del propio pueblo Wayuu, las opiniones sobre estos proyectos están divididas. Mientras algunas familias han recibido apoyo financiero y vivienda por parte de las empresas constructoras, otras consideran esto un intento de soborno frente a las profundas pérdidas culturales que enfrentan.

El líder Wayuu Aníbal Mercado, conocido como un palabrero, critica la falta de compensación adecuada para las comunidades. “En medio de tanta necesidad y hambre, cualquier pequeña suma parece un milagro”, dice, enfatizando que estos beneficios inmediatos no justifican la transformación irreversible de los territorios Wayuu.

La amenaza de los parques eólicos marinos

Además de los parques eólicos terrestres, las empresas ahora estudian la viabilidad de parques eólicos offshore en la costa de La Guajira, enfrentándose a una nueva ola de rechazo. Los pescadores tradicionales, conocidos como Apalanchii, temen ser desplazados y perder su principal fuente de sustento.

“El mar es todo para nosotros. Nos da de comer y nos conecta con nuestros ancestros”, dice el pescador Wayuu Aarón Laguna Ipuana, de 57 años. La llegada de estos proyectos marítimos podría representar una amenaza directa a su modo de vida, así como la destrucción de un ecosistema del que dependen.

¿Un modelo a seguir o a evitar?

Aunque la transición hacia energías renovables es un paso crucial para Colombia, la falta de consulta real con las comunidades indígenas ha convertido estos proyectos en símbolos de despojo en lugar de desarrollo sostenible.

El gobierno colombiano, que constitucionalmente reconoce los derechos de los pueblos indígenas, enfrenta el reto de encontrar un equilibrio entre crecimiento económico y respeto por la autonomía de los Wayuu. ¿Podrán los proyectos energéticos incluir verdaderamente a las comunidades en el diseño de un futuro compartido? O, por el contrario, ¿seguiremos viendo esta resistencia como parte del precio a pagar por la modernización?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press