Alemania en crisis: ¿Cómo recuperará su economía la potencia industrial de Europa?

De la dependencia del gas ruso a la competencia china, los retos que enfrenta Alemania para salir del estancamiento económico.

Un modelo económico en ruinas

Por años, Alemania fue vista como el motor industrial de Europa, con una economía impulsada por la fabricación de maquinaria de alta calidad y la exportación de automóviles de lujo. Sin embargo, tras cinco años de estancamiento económico y una inminente elección en febrero, queda claro que el modelo que sostuvo la prosperidad alemana está roto.

Si en la década de 2010 el país florecía con exportaciones a China y energía barata procedente de Rusia, en la actualidad enfrenta una realidad mucho más sombría. La combinación de una burocracia sofocante, altos costos energéticos, una población envejecida y la rápida competencia china en sectores clave ha dejado a Alemania en una posición de desventaja competitiva.

El gas ruso: Un golpe energético letal

Desde 2011, Alemania apostó por el gas ruso como una fuente de energía confiable y económica tras la decisión de cerrar progresivamente sus plantas nucleares. Sin embargo, la invasión de Ucrania en 2022 y el consecuente cese del suministro de gas por parte de Rusia expuso la fragilidad del modelo energético alemán. Ahora el país depende del gas natural licuado (GNL) importado desde Qatar y Estados Unidos, una alternativa mucho más costosa.

Actualmente, el precio promedio de electricidad para la industria alemana es de 20.3 céntimos de euro por kWh, comparado con los 8.4 céntimos que pagan las empresas en China y EE.UU. (Prognos AG). Este incremento ha afectado gravemente a sectores industriales como el acero, el vidrio y los fertilizantes, que dependen de grandes cantidades de energía para sus procesos productivos.

China: De cliente a competidor

Durante años, China fue un mercado lucrativo para productos industriales alemanes, como automóviles y maquinaria pesada. No obstante, en la última década, el gobierno chino ha promovido la producción local, invirtiendo en industrias de alta tecnología y fomentando la exportación de automóviles eléctricos, baterías y maquinaria.

Los efectos para Alemania han sido devastadores: en 2020, China no era un exportador neto de automóviles, pero para 2024, exporta más de 5 millones de vehículos anualmente. En el mismo período, las exportaciones netas de Alemania cayeron a solo 1.2 millones, evidenciando el declive industrial del país.

Burocracia y falta de inversión

Las empresas alemanas han señalado que la excesiva burocracia es otro gran obstáculo para el crecimiento económico. La obtención de permisos para nuevas infraestructuras, como turbinas eólicas, puede tomar años. Además, leyes como la que exige registrar manualmente las temperaturas de los frigoríficos en restaurantes, a pesar de contar con registros digitales, ilustran el desperdicio de tiempo y recursos en trámites innecesarios.

A esto se suma la falta de inversión en infraestructura durante los años de bonanza económica. Mientras otros países apostaban por la modernización, Alemania se enfocó en la estabilidad presupuestaria, descuidando la actualización de su red ferroviaria y energética. Como resultado, la digitalización avanza con lentitud: aún hay áreas rurales sin acceso a internet de alta velocidad, y la infraestructura necesaria para la distribución de hidrógeno sigue sin concretarse.

Déficit de trabajadores capacitados

Una de las crisis más preocupantes es la falta de trabajadores calificados. Según la Cámara de Comercio e Industria de Alemania, el 43% de las empresas reportan dificultades para cubrir vacantes, cifra que asciende al 58% en compañías con más de 1,000 empleados. Las áreas más afectadas incluyen ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), así como sectores clave como el cuidado infantil y la hotelería.

El envejecimiento poblacional y la falta de incentivos para que las mujeres ingresen plenamente al mercado laboral también contribuyen al problema. Además, las trabas burocráticas para la inmigración de trabajadores especializados hacen que Alemania pierda talento a favor de países con políticas más flexibles.

El dilema del nuevo gobierno

Alemania enfrenta una encrucijada en las próximas elecciones. Muchos empresarios y economistas piden una flexibilización del freno al endeudamiento público, impuesto en 2009, para permitir mayores inversiones gubernamentales en infraestructura y educación. Sin embargo, cambiar el enfoque tradicional de estabilidad financiera en favor del gasto público podría ser difícil en un país cuyas decisiones económicas suelen tomarse mediante el consenso político.

Como señaló Marcel Fratzscher, presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica: “Durante los años de éxito, Alemania se volvió complaciente y demasiado lenta en adaptarse. Ahora, el país necesita cambios rápidos en su modelo económico, pero el sistema político hace que las transformaciones sean muy difíciles”.

¿Será Alemania capaz de reinventarse?

La crisis económica alemana es un recordatorio de que incluso las potencias industriales no son inmunes al cambio global. En un mundo donde la innovación y la digitalización avanzan a pasos agigantados, Alemania debe decidir si quiere liderar esa transformación o resignarse a la pérdida de competitividad.

Las elecciones de febrero serán clave para definir el futuro del país. Sin un nuevo modelo económico que impulse la inversión, la innovación y la atracción de talento, Alemania corre el riesgo de quedarse atrás en la carrera global. ¿Podrá Europa recuperar a su gigante industrial?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press