La sombra del Grupo Wagner en África: desapariciones, mercenarios y el poder de Rusia
El caso de los soldados desaparecidos en la República Centroafricana y la creciente influencia rusa en el continente
Un misterio que sacude a la República Centroafricana
La desaparición de Celestin Bakoyo y Elie Ngouengue, dos soldados de la República Centroafricana (RCA) que habían sido detenidos en enero, ha generado una oleada de protestas y preocupación en el país africano. Estos militares, que previamente lideraron una milicia alineada con el grupo paramilitar Wagner, fueron arrestados el 24 de enero en una estación de policía en la capital, Bangui. Desde entonces, su paradero es un misterio.
Las acusaciones apuntan a los mercenarios rusos que operan en la RCA como los responsables de su secuestro. Rusia ha reforzado su presencia militar y económica en África en los últimos años, utilizando paramilitares como Wagner para consolidar su influencia en la región.
¿Quiénes son los mercenarios de Wagner?
El Grupo Wagner es una organización paramilitar rusa con fuertes vínculos con el Kremlin. Su papel en conflictos internacionales ha sido ampliamente documentado, operando en Siria, Libia, Sudán, Ucrania y varios países africanos.
En la República Centroafricana, Wagner ha sido pieza clave en la lucha contra grupos rebeldes. Desde 2018, los mercenarios han entrenado al ejército centroafricano y han participado activamente en operaciones militares. Sin embargo, a la par que han ganado influencia, múltiples informes los acusan de abusos a los derechos humanos, incluyendo ejecuciones sumarias, tortura y violencia contra civiles.
Protestas y descontento en la RCA
El caso de Bakoyo y Ngouengue no ha pasado desapercibido. Múltiples protestas en la región sureste del país han exigido respuestas sobre su desaparición. Joseph Bindoumi, presidente de la Liga Centroafricana de Derechos Humanos, ha calificado el hecho como un secuestro y ha demandado transparencia por parte de las autoridades.
“Tenemos derecho a saber si se están siguiendo los procedimientos estándar. Las familias y abogados deberían poder visitarlos”, declaró Bindoumi.
La falta de respuestas del gobierno centroafricano y de los propios mercenarios ha avivado la polémica sobre el creciente poder de Wagner en el país. Algunos denuncian que estos insurgentes rusos están reemplazando progresivamente a las fuerzas de seguridad locales, operando con total impunidad.
El papel de Rusia en África: ambiciones geopolíticas
El interés de Rusia en África no es nuevo, pero en los últimos años ha cobrado una intensidad inusitada. Con la presencia de Wagner, Moscú ha fortalecido su control en países ricos en recursos naturales como el oro y los diamantes.
La República Centroafricana se convirtió en uno de los primeros países donde este grupo paramilitar operó abiertamente, respaldando al gobierno contra fuerzas rebeldes. Sin embargo, informes de organismos internacionales, como The Sentry, han detallado abusos sistemáticos cometidos por los combatientes de Wagner para consolidar el dominio ruso en la región.
Este patrón se ha repetido en otras naciones africanas, como Malí y Sudán, donde Wagner ha intervenido en conflictos internos con la aparente bendición de sus gobiernos aliados.
¿Qué sigue para la RCA?
La desaparición de los soldados ha puesto en jaque nuevamente la convivencia entre el gobierno centroafricano y el contingente ruso. Si bien el presidente Faustin-Archange Touadéra ha defendido constantemente la relación con Moscú, el creciente rechazo popular hacia Wagner podría forzar un reajuste en la estrategia del país.
Mientras la comunidad internacional observa con preocupación el creciente control ruso mediante actores no estatales como Wagner, la República Centroafricana enfrenta dilemas internos: ¿seguir apostando por la seguridad que brindan los mercenarios, aunque esto implique la violación de derechos humanos, o finalmente tratar de retomar el control sobre sus propias fuerzas armadas?
Sin respuestas claras sobre el destino de Bakoyo y Ngouengue, el malestar entre la población crece. La sombra de los mercenarios parece alargarse cada vez más sobre la RCA, en un juego de intereses donde los derechos humanos suelen quedar en un segundo plano.