Taiwán, semiconductores y la presión de Trump: una batalla económica clave
El presidente de Estados Unidos impone nuevas tarifas y exige la repatriación de la industria de chips, desatando tensión con Taiwán.
Donald Trump ha vuelto a la carga con su estrategia de presión sobre los socios comerciales de Estados Unidos. La última víctima de sus políticas económicas es Taiwán, cuyo poderoso sector de semiconductores ha sido señalado por el mandatario republicano como un problema a resolver.
El peso estratégico de la industria de semiconductores
Taiwán es el líder indiscutible en la producción de chips a nivel mundial. Empresas como TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) dominan el mercado con clientes tan influyentes como Apple, Nvidia e Intel. En un mundo donde la demanda de chips sigue en aumento, su papel es crucial para las economías globales.
De acuerdo con datos de Statista, TSMC controla el 56% del mercado global de fabricación de semiconductores, superando ampliamente a su competencia. Este dominio convierte a Taiwán no solo en un socio comercial clave, sino también en un actor geopolítico de enorme relevancia.
La postura de Trump y el golpe a Taiwán
Trump ha acusado a Taiwán de “quitarle el negocio de chips a Estados Unidos”, asegurando que su intención es traer de vuelta esa producción al territorio estadounidense. En consecuencia, ha decidido imponer tarifas recíprocas a los países que imponen impuestos a las importaciones estadounidenses.
Este tipo de medidas no es inusual en su agenda. Durante su administración previa (2017-2021), Trump aplicó aranceles de manera agresiva con China, lo que impulsó una guerra comercial con efectos aún palpables.
La respuesta taiwanesa: moderación y diplomacia
El presidente de Taiwán, Lai Ching-te, ha optado por una estrategia de comunicación diplomática para calmar los temores de un conflicto económico con EE.UU. "La industria global de semiconductores es un ecosistema interdependiente", aseguró Lai en una rueda de prensa, en la que destacó que ningún país puede prescindir de otros en este sector.
Para responder a la presión de Washington, Lai ha propuesto la creación de una “alianza mundial por una cadena de suministro democrática de semiconductores”. Este plan busca fortalecer la colaboración con socios estratégicos como Estados Unidos y diversificar la producción, reduciendo riesgos asociados a una sobredependencia de ciertos territorios.
La inversión taiwanesa en Estados Unidos
En un intento por calmar las aguas, Lai recordó que una parte significativa de la inversión taiwanesa en el exterior (más del 40%) ha ido a parar a EE.UU., superando incluso sus inversiones en China.
TSMC ya ha iniciado la construcción de fábricas en Arizona con una inversión de 40.000 millones de dólares, lo que es visto como un gesto de buena voluntad hacia la administración estadounidense.
¿Hacia una guerra comercial?
A pesar de las medidas conciliadoras, el riesgo de una nueva guerra comercial sigue latente. Si Washington impone restricciones más severas, Taiwán podría verse obligado a buscar alternativas y acercarse aún más a aliados como Japón o la Unión Europea.
Por otro lado, China observa cuidadosamente el desarrollo de estas tensiones, pues cualquier cambio en la relación entre EE.UU. y Taiwán tiene consecuencias en el tablero geopolítico.
El futuro de la industria de chips
En un mundo cada vez más digitalizado, los chips son el motor de la innovación tecnológica. La supremacía de la industria taiwanesa no desaparecerá de la noche a la mañana, pero las decisiones políticas y económicas de Trump podrían marcar un antes y un después en la configuración de esta industria.
¿Se traducirá esto en el ansiado regreso de la producción a EE.UU., o terminará debilitando las cadenas de suministro globales? Solo el tiempo lo dirá.