El renacer de la educación para mujeres mayores en Nepal
Mujeres mayores que nunca tuvieron acceso a la educación están aprendiendo a leer y escribir en Katmandú
Una segunda oportunidad para aprender
En una pequeña aula en las afueras de Katmandú, Sushila Gautam, de 77 años, sostiene con orgullo un bolígrafo mientras escribe su nombre en la pizarra. Un logro significativo para una mujer que, como muchas de su generación en Nepal, nunca asistió a la escuela. Durante décadas, la educación fue negada a mujeres en muchas comunidades rurales, pero gracias a iniciativas como el Centro de Aprendizaje Comunitario Ujyalo, cientos de mujeres mayores están recuperando el tiempo perdido.
Un desafío cultural y social
Cuando Sushila era niña, en su aldea se creía que las niñas solo debían dedicarse al hogar. “Las escuelas eran para los niños”, recuerda. Esta creencia privó a muchas mujeres de la oportunidad de aprender lo más básico, como leer un cartel o escribir su propio nombre.
Los desafíos no solo fueron estructurales, sino también culturales. Al principio, muchas mujeres eran reacias a inscribirse en clases por temor al ridículo o por no contar con el apoyo de sus familias. “Tuve que explicarles que la alfabetización no solo las beneficiaría a ellas, sino a toda la familia”, dice Bimala Maharjan Bhandari, responsable del centro.
Más que solo leer y escribir
El impacto de estas clases va más allá de la alfabetización. Estas mujeres ahora pueden leer mensajes en sus teléfonos, revisar etiquetas en los productos y, lo más importante, firmar documentos sin necesidad de usar su huella digital. “Antes tenía que estampar mi pulgar en todos los documentos. Ahora puedo escribir mi nombre con confianza”, comenta Sushila.
Además de las clases de lectura y escritura, las alumnas también participan en actividades físicas como el fútbol, fomentando un estilo de vida saludable y brindándoles un nuevo sentido de comunidad.
Un cambio profundo y duradero
Desde su fundación hace tres años, el Centro Ujyalo ha enseñado a leer y escribir a más de 200 mujeres. El cambio no solo es personal, sino social. Mujeres como Thuli Thapa Magar, de 88 años, han demostrado que nunca es tarde para aprender. “Siempre soñé con aprender a leer, pero nunca pensé que sería posible”, dice emocionada.
El programa sigue expandiéndose y con él, la esperanza de que generaciones futuras no enfrenten las mismas barreras educativas. Gracias a la perseverancia de estas mujeres, la educación en Nepal está dejando de ser un privilegio exclusivo para los hombres y convirtiéndose en un derecho accesible para todos.