El legado del Ferrocarril de Alaska y su historia dorada

El simbolismo del clavo de oro de Warren G. Harding y su significado en la evolución de Alaska

Un ferrocarril que transformó Alaska

En 1923, el presidente Warren G. Harding marcó un hito al conducir un clavo de oro en la última unión del Ferrocarril de Alaska. Este acto ceremonial no solo representaba el fin de una ardua construcción de nueve años, sino que también simbolizaba el inicio del desarrollo económico y social de un territorio que, décadas después, se convertiría en el estado más grande de los Estados Unidos.

El clavo dorado, hecho de oro sólido de 14 quilates y valorado hasta en 50,000 dólares, ha estado fuera del estado de Alaska desde entonces y pronto será subastado en Nueva York como parte de la colección Christie’s Important Americana. Esta pieza histórica podría regresar a casa gracias a los esfuerzos del Museo de Anchorage y el Ferrocarril de Alaska, quienes participarán en la puja.

La construcción: un desafío monumental

La creación del Ferrocarril de Alaska comenzó en 1914 y abarcó un tramo de 756 kilómetros que conectaba el puerto de Seward con Fairbanks, en el interior del territorio. Este proyecto fue visto como una manera de liberar los abundantes recursos naturales de Alaska, especialmente el carbón y otros minerales.

Llevar los rieles a través del inhóspito terreno de Alaska fue un desafío notable. Dirigido por el Coronel Frederick Mears, un ingeniero destacado que también trabajó en la construcción del Canal de Panamá, el proyecto marcó un avance significativo en las capacidades de infraestructura de Estados Unidos en aquel tiempo.

Según Meghan Clemens, directora de asuntos externos del Ferrocarril de Alaska, "establecer el ruta ferroviaria tuvo un impacto transformador en el último siglo de historia en Alaska". Incluso hoy, el ferrocarril sigue siendo esencial, ya que conecta a casi el 75% de los 740,000 residentes del estado que viven a lo largo del conocido “cinturón ferroviario”.

El clavo de oro: símbolo de progreso y tragedia

La historia del clavo de oro está rodeada de simbolismo y emoción. Después de recibir el clavo por parte de la ciudad de Anchorage como agradecimiento a sus esfuerzos, el Coronel Mears lo utilizó en la ceremonia de clausura en Nenana. Harding, quien habría sido el primer presidente en visitar Alaska durante su mandato, golpeó ligeramente el clavo dorado antes de insertar un clavo regular en los rieles. Sin embargo, la celebración se tornó sombría apenas unos días después, cuando Harding sufrió un fatídico ataque al corazón el 2 de agosto de 1923, en su viaje de regreso a Washington D.C.

Aunque el clavo salió del dominio público desde entonces, ha sido preservado meticulosamente y se encuentra en perfectas condiciones, como mencionó Christopher June, especialista de Christie’s. Este objeto histórico encierra no solo la aspiración de un estado en desarrollo, sino también una profunda conexión entre su pasado y su presente.

El impacto duradero del Ferrocarril de Alaska

La decisión de establecer la sede del ferrocarril en una pequeña área llamada Ship Creek, en lugar de Seward, dio origen a lo que hoy es Anchorage, la ciudad más grande de Alaska. Este desarrollo marcó el inicio de un crecimiento económico regional inimaginable en aquel entonces.

A pesar de que Alaska no se convirtió oficialmente en un estado hasta 1959, la operación del ferrocarril catalizó su desarrollo económico temprano. La importancia de la infraestructura sigue siendo evidente hoy en día, ya que muchas de las principales actividades de transporte, tanto de productos como de pasajeros, dependen de esta conexión vital.

Meghan Clemens también enfatiza que sin el establecimiento del Ferrocarril de Alaska, Anchorage, como la conocemos hoy, "simplemente no existiría". A lo largo del tiempo, las vías han sido testigos no solo de la evolución económica, sino también de la cultural, convirtiéndose en una arteria clave para la población del territorio.

Un regreso esperado

Con la subasta a la vuelta de la esquina, muchas personas esperan que el clavo dorado finalmente regrese a casa, donde podría ser exhibido en el Museo de Anchorage. Como expresó Aaron Leggett, curador del museo, "la historia de Anchorage comienza realmente con el Ferrocarril de Alaska". Su regreso podría cerrar un capítulo centenario y devolver un símbolo tangible de la transformación del estado a su lugar de origen.

El clavo de oro del Ferrocarril de Alaska
Este artículo fue redactado con información de Associated Press