El impacto de los desastres naturales en la educación: una crisis global subestimada

Millones de niños enfrentan interrupciones escolares debido a fenómenos climáticos extremos, una problemática que refleja vulnerabilidades sistemáticas.

La crisis de la educación y el cambio climático

La educación de al menos 242 millones de niños en 85 países fue interrumpida en 2024 debido a fenómenos climáticos extremos como olas de calor, ciclones e inundaciones, según un reciente informe de UNICEF. Este dato alarmante equivale a uno de cada siete niños en edad escolar enfrentándose a la interrupción de sus clases en algún momento del año. Países de bajos ingresos en África subsahariana y Asia se encuentran entre los más afectados, pero otras regiones, incluyendo Europa del sur, tampoco se libraron de la devastación climática.

El impacto global: ejemplos de interrupciones significativas

Tan solo en abril de 2024, más de 118 millones de niños se vieron afectados, con amplias regiones de Oriente Medio y Asia soportando una ola de calor prolongada con temperaturas que superaron los 40 grados Celsius (104 Fahrenheit). Por ejemplo:
  • Pakistán: Más de 400 escuelas destruidas por inundaciones en abril de 2024.
  • Afganistán: Sufrió olas de calor seguidas de inundaciones severas que destruyeron más de 110 escuelas en mayo.
  • África Austral: Meses de sequía causados por el fenómeno El Niño agravaron la situación educativa para millones de niños.
  • Italia y España: Inundaciones torrenciales interrumpieron la educación de más de 900,000 niños solamente en Italia.

“Cuerpos vulnerables en un clima implacable”

La directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, subrayó la vulnerabilidad de los niños frente a los desastres climáticos. “Los cuerpos de los niños son más sensibles. Se calientan más rápido, sudan menos eficientemente y se enfrían más lentamente que los adultos. Esto no solo compromete su salud, sino también su capacidad de aprendizaje en aulas calurosas o inaccesibles debido a inundaciones.” El informe revela que el 74% de los niños afectados pertenecen a países de ingresos medios y bajos, una clara evidencia de las desigualdades globales que amplifican los efectos del cambio climático en las naciones más pobres. En Mozambique, el ciclón Chido destruyó más de 330 escuelas en diciembre de 2024, dejando a miles de niños sin acceso a educación básica.

Adaptarse o perder generaciones

La pregunta crucial que plantea el informe es si los sistemas educativos del mundo están equipados para enfrentar un entorno climático cambiante. La respuesta, según UNICEF, es un rotundo “no”. Aunque algunos países han empezado a tomar medidas para adaptar sus escuelas a las condiciones climáticas extremas, la mayoría aún carece de los recursos necesarios para proteger a las generaciones futuras. Por ejemplo, en países como Bangladés, donde las inundaciones son un fenómeno recurrente, se han implementado escuelas flotantes como medida innovadora. Sin embargo, estas soluciones siguen siendo la excepción y no la norma a nivel global.

Recomendaciones urgentes

UNICEF insta a que se desarrollen estrategias globales y locales para mitigar el impacto del cambio climático en la educación. Algunas de las recomendaciones clave incluyen:
  • Inversiones en infraestructuras resilientes al clima, como techos aislantes y sistemas avanzados de drenaje.
  • Fortalecer la capacidad logística para responder rápidamente a desastres y restaurar las clases.
  • Incluir la educación climática en los currículos para preparar a las futuras generaciones.
  • Fortalecer la cooperación internacional para el financiamiento y gestión de desastres.

Por qué esto importa

Un mundo cada vez más afectado por los fenómenos climáticos pone en jaque uno de los derechos humanos más fundamentales: la educación. No solo se trata de lecciones perdidas, sino de millones de futuros comprometidos. Cada vez que una escuela cierra debido a un desastre, el impacto va más allá de las aulas, afectando a comunidades enteras y limitando oportunidades de progreso social y económico. Invertir en protección climática para las escuelas y los sistemas educativos no es solo una cuestión de resiliencia, sino una apuesta por un futuro más equitativo y sostenible. La crisis actual es una llamada urgente a actuar antes de que las generaciones más jóvenes enfrenten un legado de irreparable devastación climática.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press