Tatu City: ¿El futuro de la urbanización en África o una utopía urbana elitista?
Una ciudad startup en las afueras de Nairobi promete orden y modernidad, pero plantea preguntas sobre la inclusión y sostenibilidad en un continente en rápido crecimiento.
La llegada de Tatu City: Entre la innovación y el orden
Entrar en Tatu City, a las afueras de Nairobi, Kenia, se siente como cruzar a otra dimensión. Las reglas son claras, los conductores respetan los límites de velocidad y nunca se ve basura en las calles. Este orden no es un accidente, sino el resultado de un estricto sistema de cámaras de vigilancia y penas rigurosamente impuestas. Para los 5,000 habitantes que se han mudado allí desde su creación hace cuatro años, las estrictas normas son parte de su atractivo.
“Tatu tiene más ley y orden que otros lugares”, señala Valerie Akoko, creadora de contenido digital residente desde hace dos años. La limpieza y la tranquilidad de la ciudad le dan un aire distintivo que promete una solución a los retos históricos de urbanización en África.
Un proyecto ambicioso: La visión detrás de Tatu City
Construida sobre un terreno de 5,000 acres, Tatu City aspira a convertirse en una ciudad completa, de propiedad privada, con una población proyectada de 250,000 habitantes. Actualmente, alberga 88 negocios que emplean a unas 15,000 personas, incluyendo desde un centro de llamadas con 5,000 plazas de CCI Global hasta una fábrica de suministros médicos de origen chino, Zhende Medical.
No muy lejos del centro de Nairobi y diseñada bajo un concepto de “ciudad startup”, Tatu City busca establecerse como un modelo para enfrentar los desafíos de urbanización en África. Estos desafíos no son menores: la población urbana del continente crecerá en 900 millones de personas para 2050, según las Naciones Unidas, superando la población urbana conjunta de Europa y América del Norte. Sin embargo, la región de África subsahariana históricamente no ha experimentado el impacto económico positivo que suele acompañar la urbanización.
Urbanización pobre en un continente en crecimiento
En teoría, la urbanización debería impulsar el crecimiento económico, aumentar la productividad y elevar los salarios. Pero en África, a menudo ocurre lo contrario: un crecimiento desorganizado de las ciudades genera pobreza en lugar de progreso. Las razones son evidentes: infraestructuras insuficientes, derechos de propiedad débiles y conflictos políticos impiden un desarrollo saludable y sostenible.
“Las ciudades en África simplemente no tienen la base impositiva para financiar la infraestructura urbana necesaria para acomodar a la marea de personas que se suman a sus filas en un corto período de tiempo”, afirma Kurtis Lockhart, director del Africa Urban Lab.
La propuesta de las ciudades privadas
Aquí es donde entran en juego proyectos como Tatu City. Sus promotores presentan estas ciudades como una solución pragmática que combina el capital privado con incentivos del sector público. De hecho, el gobierno keniano ha designado a Tatu City como una zona económica especial, lo que atrae inversiones ofreciendo beneficios fiscales y de otro tipo.
“Ciudades como Tatu pueden ser centros de innovación y ayudar a aliviar la presión sobre centros urbanos superpoblados”, asegura Anacláudia Rossbach, directora ejecutiva del Programa de Asentamientos Humanos de la ONU. Sin embargo, Rossbach enfatiza que estas ciudades deben priorizar la inclusión y la asequibilidad para evitar convertirse en enclaves aislados para las élites.
¿Una isla de privilegio o un modelo replicable?
A pesar de su éxito relativo, Tatu City enfrenta críticas. Por ejemplo, el costo promedio de una propiedad dentro de la ciudad está fuera del alcance de muchos kenianos. Un apartamento de una habitación cuesta alrededor de 45,500 dólares, mientras que el PIB per cápita de Kenia se situó en 1,961 dólares en 2023, según el Banco Mundial. Si bien esto atrae a una emergente clase media, excluye inevitablemente a una gran parte de la población.
Además, Tatu City ha enfrentado conflictos legales y políticos. En 2018, el Tribunal de Arbitraje Internacional de Londres falló a favor del propietario multinacional del desarrollo, Rendeavour, en una disputa con socios locales. Estas disputas no solo han ralentizado el progreso del proyecto, sino que también han puesto de manifiesto tensiones más amplias sobre el control de la tierra y los recursos en un continente con historias complejas de colonización y apropiación de tierras.
El futuro de las ciudades startup en África
A pesar de los desafíos, proyectos como Tatu City son una señal de cómo el continente podría abordar los retos de la urbanización. Con una gestión eficaz, un enfoque gradual en infraestructuras y una ubicación estratégica cerca de otros centros urbanos, Tatu puede servir de modelo para futuras iniciativas. Rendeavour ha replicado este enfoque en Ghana, Nigeria, Zambia y el Congo.
Sin embargo, la clave está en garantizar que estos desarrollos no se conviertan en burbujas de exclusividad. Como señala el caso del proyecto Eko Atlantic en Lagos, donde las propiedades tienen un costo promedio de 415,000 dólares, la participación del sector privado puede aumentar la desigualdad si no está regulada adecuadamente.
¿Una solución sostenible o una utopía insostenible?
Para que África se beneficie plenamente de la urbanización, necesita un modelo que combine las ventajas del sector privado con una planificación inclusiva y sostenible. Tatu City muestra que es posible construir nuevas ciudades que respondan a las necesidades del mercado sin comprometer la calidad. Pero el costo torna a este proyecto una opción limitada a sectores específicos de la población.
El reto de la urbanización en África no es técnico, sino político y social. Si Tatu City logra superar estas barreras, no solo será un refugio de orden en las caóticas ciudades africanas, sino también un faro de esperanza para un futuro más inclusivo y sostenible.