El mejor regalo navideño
Llega finalmente diciembre, el último mes del año, y muchos de nosotros empezamos a alegrarnos porque se termina el año y seguramente lo hemos dado todo; hemos pasado por muchas cosas, algunas buenas y otras algo malas, pero lo importante es que sobrevivimos y aquí estamos a un paso de comenzar un nuevo año.
Se nos viene la anhelada Navidad, una fecha amada por muchos, sobre todo por nuestros niños que tienen la ilusión de recibir todo aquello que pusieron en su carta a Papá Noel, pero mientras ellos sueñan despiertos con esos regalos, nosotros los padres comenzamos a sacar cuentas, a ver el presupuesto para estas fiestas y a veces nos quedamos algo cortos con todos los gastos que por lo general se nos suman en este mes. Bueno, pero sí o sí lo vamos a disfrutar; vamos a preparar la mejor cena posible. Ojalá el pavo relleno, la rica carne con champiñones, el salmón a la crema o lo que sea que le guste a cada uno. Además de endeudarnos para comprar los regalos para nuestras bendiciones, los más felices con estas fiestas son nuestros hijos, claramente.
Pero también hay que decirlo, no solo es un mes lleno de ilusiones, sino también un mes lleno de estrés, porque siempre andamos a última hora haciendo todo lo que pudimos hacer ayer. Además, por motivo de presupuesto, muchos esperan el aguinaldo para hacer las compras, pero como a nuestros jefes se les ocurre pagarlo unos dos días antes de la Nochebuena, andamos todos corriendo, los supermercados colapsados y las tiendas comerciales no dan abasto; sin embargo, tenemos que cumplir con nuestra buena cena y nuestros buenos regalos.
Sin embargo, a veces se nos olvida que estas fechas debieran tener el sentido de poder disfrutar de una comida tranquilamente junto a nuestros seres queridos y, más que los regalos, que por lo general solo nos causan estrés, debiéramos darle prioridad a poder darle espacio en nuestro corazón al perdón, a la reconciliación, a la solidaridad y a la gratitud. Porque ya el hecho de poder tener a nuestra familia cerca para disfrutar de estas fiestas es un motivo para agradecer, ya tener los medios para realizar una rica cena ya es motivo de gratitud. Pero, ¿de qué nos sirve sentarnos a la mesa si nuestro corazón está lleno de resentimiento? Porque quizás nos peleamos con alguien, dejamos de hablarle o simplemente lo eliminamos de nuestras vidas, a veces por una tontera que, quizás, si lo hubiéramos conversado bien, todo se hubiera solucionado.
También estas fechas son ocasiones donde cada uno, en vez de pensar en llenar su árbol de Navidad de regalos, debiéramos observar a quién podemos ayudar, a quién, por ejemplo, podemos invitar a nuestra cena, como por ejemplo a la amiga extranjera que no tiene a su familia cerca, al abuelito que vive solo, a esa familiar que en estas fechas se pone en modo Grinch y no quiere celebrar nada, porque seguramente en su corazón guarda los peores recuerdos de estas fechas.
Entonces la Navidad no es solo regalar obsequios y cosas materiales, sino regalar amor, compañía, preocupación, cariño, dedicación, entre tantas otras cosas lindas que podemos regalar, incluso el prestar oído para escuchar a esa persona que quizás lo está pasando mal y necesita de alguien que le preste atención con quien desahogarse.
Con los años, yo personalmente siento que se ha ido perdiendo el verdadero sentido de estas fechas, que no es más que pasar un momento agradable con nuestros seres queridos, de poder compartir en familia, de abrazarnos y de agradecer la dicha de que todos estemos bien y en paz.
Y por último hago una reflexión, en que la Navidad tiene que ver con la celebración del nacimiento del Niño Jesús, nuestro salvador para aquellos que creemos en él, el cual nació en un pesebre humilde rodeado de animales, y claramente esto sucedió así porque algo nos quería enseñar con esto. Quizás a ser humildes, porque el siendo el hijo de Dios se hizo pobre y nació en las condiciones menos acomodadas, para darnos a entender que la vida es sencilla si la sabemos apreciar, que somos nosotros los hombres los que nos complicamos, los que anhelamos llenar vacíos con cosas materiales, cuando el amor de Dios es gratis, cuando él nos entregó a su hijo para que lo conociéramos y en él encontráramos el ejemplo a seguir, para que entendiéramos la importancia de la humildad, que el corazón no se llena con cosas ni obsequios, sino que solo se llena con el amor a nuestra familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo Etc., creo que no hay mayor regalo que el desearle lo mejor a todas las personas y dar lo mejor de nosotros, para ser personas amables, empáticas y solidarias.
Por ello, en esta Navidad que nuestro mejor regalo sea regalar una sonrisa a aquel que nos cae mal y sanar nuestro corazón tomando la decisión de perdonar a aquellos que nos lastimaron. Regalar nuestra amabilidad por ejemplo en el metro y ofrecer el asiento a quien lo necesite más, compartir y celebrar estas fiestas con aquellos que estarán solos, regalar nuestra empatía para entender y no juzgar a los demás y pensar que cada uno es y actúa de acuerdo a lo que vive o ha vivido durante su vida y por último más que regalar agradecer que tenemos la dicha de estar vivos, que tenemos salud y que nuestra familia se encuentra bien y estarán presentes para pasar estas fiestas, porque ese el mejor regalo que podemos recibir, pues si alguien desea regalar algo que no tenga que esperar estas fechas, que lo haga en el momento en que le nazca y pueda hacerlo; sin tener que andar estresado a última hora para poder comprarlo. Que no se torne esta costumbre de obsequiar regalos en estas fechas como una obligación, en una imposición, ya que pareciera ser a veces más importante los regalos que el momento de celebración en sí mismo. ¿Tú qué opinas?