La descomunicación en tiempos técnologicos

La descomunicación en tiempos técnologicos

Estamos viviendo en un mundo donde cada día la tecnología nos invade más, donde cada vez la comunicación parece ser más rápida y más fácil; sin embargo, a mayor tecnología, pareciera ser que nos estamos distanciando cada día más.

Y todo esto se debe a la facilidad con la que podemos comunicarnos y lo paradójico es que entre más fácil, menos lo hacemos.

¿A qué me refiero con esto? Es que ya casi no nos hablamos por teléfono. Y pensar que antes fue un lujo tener ese teléfono para poder hablar con nuestros seres queridos, hacer negocios y poder llevar un mensaje de forma rápida. Para qué decir si fue casi un sueño cuando años atrás en la serie Los Simpson se mostró por primera vez las videollamadas, algo que se veía tan lejano, casi una fantasía, que con el venir de los años se hizo una realidad. Nadie se imaginaba de verdad que esto sería posible y ahora personas que están a kilómetros de distancia pueden verse y hablar a través de esta videollamada; sin embargo, se utiliza cada vez menos.

La videollamada ahora se utiliza casi con autorización, porque nadie quiere que la sorprendan sin antes avisar que se hará esta llamada, pues sería una falta de respeto llamar así de improviso y esto no es más que por nuestra falta de adaptación a ello, pues casi ya no nos comunicamos a pesar de tener toda esta tecnología al alcance; queremos resolver todo mediante, ojalá, un wasap y nada más. Ya no deseamos escuchar la voz del otro, para saber cómo realmente se encuentra, porque claramente un mensaje de texto no es lo mismo y no se puede dilucidar de la mejor forma cómo es que realmente la persona está, si está feliz, triste, deprimida o enojada y cuál fue la real reacción al recibir este mensaje. La cuestión es que basta con enviar un mensaje corto y preciso donde se señale lo que deseamos o necesitamos, sin que realmente importe demasiado si estamos realmente comunicándonos de forma asertiva con la otra persona, sin que realmente importe saber con más detalle sobre cómo se encuentra la otra persona.

Nos está costando tanto poder mantener una comunicación fluida, empática, que demuestre interés hacia la otra persona cada día más. Todo esto se debe a que estamos muy ocupados o distraídos, que hemos perdido nuestro interés en comunicarnos, en estar presentes y vivimos cada uno apartado en su propio mundo, desconectados de lo que ocurre a nuestro alrededor, donde el contacto con el otro ha pasado a segundo plano.

Pero, ¿por qué llegamos a esta forma de relacionarnos? ¿Por qué se perdió ese contacto más personal? ¿Por qué ahora casi nos da miedo cuando alguien te llama por teléfono y no solo te envía un wasap? Nos ponemos inmediatamente en modo alerta y ya pensamos que pasó algo realmente grave como para que esta persona llamara.

Creo que todo esto pasó porque dejamos de valorar lo que significa estar conectados y comunicados de forma real. Antes, al no tener al alcance esta tecnología, era tan apreciada, porque era privilegio de pocos. Recuerdo cuando mi familia instaló el primer teléfono en casa. Esto fue una gran novedad y un gran lujo del cual no muchos podían jactarse. Personalmente, recuerdo cómo me gustaba hablar y llamar a cualquier persona con cualquier excusa para poder usar el teléfono. Además de ser de gran utilidad porque te permitía dar un mensaje importante y en solo minutos, evitándote tener que ir al lugar donde se encontraba la persona para avisar alguna noticia o de ir al correo a enviar una carta. Entonces nos era de tan utilidad que era tan apreciado por todos; nos permitía saber cómo estaban nuestros seres queridos con solo marcar unos números, nos permitía coordinar citas y reuniones, entre tantas otras cosas más.

Pero ahora no apreciamos esta variada tecnología que poseemos. Se hizo tan popular y al alcance de todos, que nadie se pone a pensar qué pasaría si volviéramos atrás, si volviéramos a tener que enviar cartas, por ejemplo, de esas que demoraban siglos en llegar y que la otra persona anhelaba poder recibir prontamente para poder enterarse de algo. ¿Qué pasaría si ya no pudiéramos hablar por teléfono y menos vernos a través de una videollamada? Ahí claramente sí nos dolería y lo veríamos como una gran pérdida, cuando actualmente, teniendo todos los medios para hacerlo, casi no llamamos a nadie, ni hablar de que te llamen por videollamada y cada día estamos más lejos los unos de los otros.

Creo que debemos comenzar a usar más esta gran tecnología que tenemos a nuestro alcance y aprovecharla más para mantenernos más conectados a lo que realmente importa, que son nuestros seres queridos, y no al contrario. Hay que valorar más todo esto que tenemos y empezar a interesarnos más por la familia, amigos, hijos, padres, etc. Porque en un mundo tan tecnológico cada día nos estamos apartando más y más y, si seguimos así, llegará el día en que viviremos solitarios, cada uno en sus propias islas, indiferentes totales al resto del mundo.