Entrevistado por AP, Sebastian Coe niega que sea descabellada posibilidad de dirigir al COI
Ha sido duro con Rusia, lideró la lucha para repartir una bolsa de dinero entre los atletas y buscó dar una resolución decisiva, aunque criticada, en el debate sobre los deportistas transgénero.
Algunos podrían decir que la tendencia de Sebastian Coe, de ir en contra de la corriente, lo convierte en una piedra en el zapato para el Comité Olímpico Internacional, más que en un candidato ideal para ser su próximo presidente.
Exmedallista de oro y otrora líder del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, el actual líder de World Athletics advierte que no puede descartársele.
Coe, de 68 años, es uno de siete integrantes del COI que se han postulado para reemplazar a Thomas Bach el próximo año. El británico espera que los 110 miembros del COI estén listos para tener una mayor participación en el “restablecimiento del movimiento en el deporte".
El candidato considera necesaria esa nueva concepción. Y se considera la persona idónea para esta tarea, en vista de sus antecedentes, que lo retratan como un dirigente que hace las cosas, tanto las populares (como los Juegos de Londres y la equidad de género en la cúpula de World Athletics), como las polémicas (como otras decisiones suyas).
En su primera entrevista desde que anunció su candidatura, Coe habló con The Associated Press sobre su pasado y sus principios rectores incluyendo éste: “si lo haces bien por los atletas, habrás hecho bien el 80%".
Además, Coe descartó que sus ideas a contracorriente sean un factor decisivo en las elecciones de marzo.
“Gran parte de las críticas que he recibido de la gente en el mundo del deporte y que encuentro un poco deprimentes se basa en el supuesto de que una buena política se trata de jugar a la segura y... no abandonar el rebaño ni correr riesgos ocasionales", indicó. “Y la mala política consiste en hacer justo eso”.
Si todo eso es cierto, el exintegrante del Parlamento Británico admite que él mismo es malo para la política. Pero ésa también ha sido una estrategia que ha definido su trayecto en el deporte.
Hay sensación de que todo está en contra de Coe en la pelea por la presidencia del COI.
El mes pasado, el comité publicó un documento aclaratorio de las reglas para los posibles candidatos. Entre sus puntos estaba que los integrantes del COI no pueden desempeñarse en el cargo después de los 74 años. Este y otros puntos en la carta parecían estar dirigidos a Coe, quien rebasaría esa edad cuando concluya la presidencia de ocho años.
Luego está el tema de si tiene el apoyo de Bach, quien guía el organismo con mano dura. Se desconoce cuánto importa eso, dado que la elección se realiza con voto secreto.
Coe se ha referido a Bach con cordialidad e incluso lo considera un amigo.
Aunque tengan ideas opuestas en puntos importantes sobre la dirección de lo que ambos consideran el trabajo de su vida, Coe niega que ello los convierta en enemigos.
“Sólo tienes que aceptar que no todos ven el mundo de la misma manera”, indicó Coe, quien ganó medallas de oro en los 1.500 metros en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 y Los Ángeles 1984. “Tu trabajo es convencerlos de que esa es la dirección en la que quieres que vayan y luego creas las estructuras para que vean los beneficios”.
Coe ha recibido el crédito —o ha sido culpado— de una gran parte de las políticas que ha lanzado desde 2015, cuando se convirtió en presidente de World Athletics.
Peleó para crear la Unidad de Integridad Atlética a fin quitarles los casos de dopaje a las autoridades del organismo y garantizar que se resolvieran de forma independiente.
Además de su dura posición en casos de dopaje, presentó una postura de cero tolerancia a los rusos, que quedaron fuera de varios eventos internacionales debido al programa de dopaje del país, un caso que también involucró al predecesor de Coe, Lamine Diack.
Al mismo tiempo que se resolvía el caso del programa de dopaje, World Athletics optó por dejar fuera a Rusia debido a la guerra en Ucrania. Coe consideró que esa decisión se relacionaba con la justicia y no con la política.
La insistencia de Coe de dar claridad al tema de elegibilidad de deportistas transgénero y otros atletas con un desarrollo sexual distinto, conocido como DSD, ha recibido más críticas que reconocimiento. Coe la ha considerado una decisión para “proteger la integridad del atletismo femenino”.
“Creo, más bien sé, que está del lado incorrecto de la historia”, dijo Jules Boykoff, politólogo y observador del movimiento olímpico, quien dijo que la decisión es uno de los pocos tropiezos de Coe en su liderazgo. “Pero quizá se le podrá convencer”.
Su más reciente cambio de reglas llegó cuando World Athletics anunció un premio de 50.000 dólares a los medallistas de oro en atletismo en los Juegos Olímpicos de París.
En 2003, el entonces primer Ministro del Reino Unido Tony Blair, cuya popularidad incidió en poner fin a la carrera de Coe en el Parlamento británico, le pidió que encabezara la candidatura de Londres a los Juegos Olímpicos de 2012.
Coe aceptó. Los Juegos de Londres han sido vistos en general como un éxito inusitado en una caótica generación de justas en China, Rusia y Brasil, que llevó a pensar que los Olímpicos eran una industria en declive.
En contraste, los exitosos Juegos de París llevaron a creer que los Olímpicos ya no necesitan ser salvados.
En su última campaña, Coe está de acuerdo con eso. También cree que este éxito es “una gran oportunidad” de encontrar nuevas fuentes de ingreso, mejorar la experiencia de los televidentes y mantener a los jóvenes aficionados comprometidos con un evento que ocurre cada cuatro años.
Opina además que sus compañeros miembros del COI son más que simples aprobadores. Son titanes de la industria, la política, la banca y el espectáculo que podrían marcar la diferencia.
“La alfombra roja se desenrolló frente a nosotros y nos toca camina sobre ésta”, dijo. “Tenemos que tomar algunas decisiones difíciles. Por eso los integrantes tienen que estar involucrados. No puedes operar pensando: ‘Esto es lo que haré, esto es lo que digo’. Tiene ser que un camino compartido".