¿Qué convierte una tormenta en un huracán? Los peligros que conlleva cada una de las 5 categorías
Las inclemencias meteorológicas pueden afectar cualquier parte del mundo, pero cada año la temporada de huracanes en el Atlántico provoca lluvias torrenciales, fuertes vientos, marejadas ciclónicas y, en ocasiones, una devastación catastrófica en lugares que van desde las islas del Caribe y Centroamérica hasta Estados Unidos y Canadá.
Los meteorólogos del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés) monitorean las tormentas desde el momento en que se desarrollan hasta que se disipan. Este año, la temporada de huracanes se preveía extremadamente activa, y trajo consigo un huracán de categoría 5 que nunca antes se había visto tan al inicio de la temporada del Atlántico.
Pero, ¿cómo se forman estos huracanes y qué significan las categorías? A continuación examinaremos los hechos:
Los huracanes suelen empezar como ondas tropicales que se combinan con aguas oceánicas cálidas, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés). También pueden ser alimentados por tormentas eléctricas. El sistema meteorológico se desplaza hacia el oeste a medida que el aire cálido del océano se eleva dentro de él, y eso crea una zona de baja presión en la parte inferior, explicó la NOAA. El aire sube y se enfría, y eso forma nubes y tormentas eléctricas.
Los huracanes tienen vientos máximos sostenidos (la mayor velocidad promedio del viento en un minuto en un momento determinado) de 119 km/h (74 mph) o más. Si un ciclón tropical tiene vientos máximos sostenidos de entre 63 km/h y 118 km/h (de 39 a 73 mph), se denomina tormenta tropical. Si los vientos máximos sostenidos son de 62 km/h (39 mph) o menos, se denomina depresión tropical.
Los huracanes suelen producirse durante la temporada de huracanes, que en la cuenca atlántica tiene lugar cada año del 1 de junio al 30 de noviembre.
La escala Saffir-Simpson clasifica los huracanes del 1 al 5. Los huracanes de categoría 1 van de los 119 km/h a los 153 km/h (74 a 95 mph) y pueden traer vientos muy peligrosos capaces de dañar incluso las viviendas resistentes. El huracán de categoría 1 es el más débil, y a partir de ahí las tormentas ascienden en la escala.
Si un huracán es de categoría 3 o superior, se considera un huracán de gran intensidad. Los huracanes de categoría 3 empiezan con vientos máximos sostenidos de 178 km/h (111 mph).
Catastrófico. Un huracán de categoría 5 destruye casas, corta el suministro eléctrico en amplias zonas y aísla comunidades debido a la caída de árboles y postes de electricidad. También puede causar daños críticos en infraestructura como carreteras, puentes y represas. Un huracán de categoría 5 puede dejar inhabitables amplias zonas durante semanas o más.
La severidad del daño causado por un huracán depende de su fuerza y de dónde toque tierra. Incluso un huracán relativamente débil puede causar daños importantes y muchas muertes si golpea una comunidad vulnerable o daña infraestructura clave. Un huracán de fuerza media, como el huracán Jeanne, de 2004, en Florida, causará daños devastadores en viviendas, infraestructura y la red eléctrica. También suelen producirse muertes por las inundaciones, accidentes, lesiones y otros trastornos causados por la tormenta.
El huracán de Galveston, Texas, de 1900 es el desastre natural más mortífero de la historia de Estados Unidos, según la NOAA y otras entidades. La tormenta causó no menos de 8.000 muertes, destruyó miles de edificios y dejó cientos de millones de dólares en daños según los estándares actuales. Otros huracanes extraordinariamente letales en la historia reciente han sido el huracán María, que mató a más de 3.000 personas en 2017, y el huracán Katrina, que mató a más de 1.300 en 2005.