Cómo me gustan las fiestas patrias chilenas
Se vienen las celebraciones de fiestas patrias, una fecha muy esperada por todo el que se dice ser chileno; no hay nada mejor que estos largos días de celebración donde lo entregamos todo, lo bailamos todo, nos bebemos hasta el agua del florero y nos comemos todo para después estar luchando por bajar los kilos extra que nos ganamos con tanta fiestonga.
Recuerdo de inmediato las famosas fondas, donde te quedan los zapatos plomos por la tierra, la ropa pasada a humo y asado; donde se respira el aire pesado por el olor a vino y a chicha... Pero, ¿qué importa que quedemos todos hediondos?, si estas fondas nos hacen recordar la alegría de ser chileno. Claramente, cualquier chileno que se respete habrá asistido a alguna de ellas a celebrar y gritar ¡VIVA CHILE MIERDA!...
No importa que cada año nos suban los precios de la empanada, o del anticucho, ese que está lleno de tierra y más recalentado, pero que nos comemos con la mejor de las sonrisas.
Como no recordar esos paseos a las fondas cuando éramos niños; con la pinta nueva, todos orgullosos salíamos a recorrer las fondas. Jugábamos al taca-taca, a apostar al avioncito y, como no mencionar esas malditas argollas que nunca logramos posicionar en la famosa botella, solo nos quedábamos con la ilusión de ganarnos el premio. Yo por mi parte aún tengo la ilusión de ganarme la botella de pisco, la barra de chocolate o en el mejor de los casos las veinte lucas que ofrecen de premio. Total, la esperanza es lo único que se pierde y todos los años muy juiciosa voy y lo intento de nuevo.
Otra cosa que me gusta de las fiestas patrias es como las personas se visten con sus trajes típicos y desfilan orgullosamente por la ciudad. Siempre me gustó ver los desfiles con los huasos en sus caballos, los colegios, instituciones y autoridades paseando por la calle como si fueran por una pasarela, sintiéndose muy importantes. Y es que esta tradición ha sido llevada por tantos años, que es algo que realmente se considera importante para las comunidades y es una bella forma de conservar nuestras raíces. Solo que para algunos no fue tan agradable esta experiencia. Muchos recordaremos el trauma que significaba desfilar, todo por la vergüenza que nos daba pasearnos frente a toda esa gente y a veces también frente a la niña o niño que nos gustaba.
En el colegio te decían que era obligatorio y por más que lo desearas no podías zafar de dicho compromiso. Sin embargo, como recompensa y motivación te ponían un siete en la asignatura que tú eligieras; obviamente, los urgidos por la situación desfilaban solamente para subir las notas en el ramo donde peligraban.
Otra cosa que amo de las fiestas patrias son los asados, ya que me considero una carnívora por naturaleza. Me gusta el anticucho y la longaniza, su buen pebre y su copita de vino. Otros preferirán el famoso terremoto, que como su nombre lo dice, muchos quedan mal con las posteriores réplicas, ya que se van por lo dulce y no se dan ni cuenta cuando ya están todos mareados y dando jugo...
Compartir con la familia y amigos, comer y beber todo el día como si el mundo se fuera a acabar, hasta llegar a hastiarnos con el olor a carne asada, ¡qué cosa más güena!...
Obviamente, no puede faltar su bailecito; la cumbia y la cueca son mis favoritos. Como me gusta ir a ver los espectáculos de concursos de cueca que hacen en mi localidad, sentarme a escuchar y ver bailar cuecas toda la tarde comiéndome un rico mote con huesillo y ya por la noche me voy a bailar cumbia, ojalá sea cumbia villera, la más prendida y también algo de reguetón que está de moda, a cualquier lugar por ahí donde se vea que hay ambiente y ganas de pasarlo bien...
Por último, lo único que no me gusta de las fiestas patrias son los curaos catetes, esos que insisten en sacarte a bailar en las fondas, los que te envían bebidas y a cambio quieren bailar, los que se ponen en modo acosador, porque con alcohol a muchos por ahí les da por ponerse en modo conquistadores y se ponen catetes. Sin embargo, hay que decirlo que son el alma de la fiesta, porque te hacen reír como nadie, sobre todo esos que quedan tirados debajo de la mesa, con los pantalones a medio traste.
En resumen, amamos las fiestas patrias. Son fechas especiales para descansar, compartir y comer rico. Es una fecha muy esperada por todos nosotros, y que sí o sí las vamos a disfrutar a concho. Con todo, sino, pa' qué...