Ecuador: Incendios forestales degradan calidad del aire y obligan a usar tapaboca en dos ciudades

QUITO (AP) — Una capa de niebla opacaba al sol el miércoles en Cuenca— una de las ciudades coloniales y patrimoniales más importantes del sur de los Andes ecuatorianos— provocada principalmente por decenas de incendios forestales y por un severo verano que afecta buena parte del país. La situación se replicó en la tarde en la capital del país, Quito, afectada por varios incendios simultáneos.

Las autoridades en ambas ciudades advirtieron de la mala calidad del aire, considerada, “poco saludable”, debido a los incendios cercanos, y han recomendado medidas para la población, como no salir a la calle y usar tapabocas, además de la suspensión de clases presenciales para el jueves 5 de septiembre, en 22 instituciones educativas en Quito, en donde la tarde del miércoles, al menos tres incendios forestales se produjeron en laderas del nororiente de la ciudad.

En las calles del norte de la capital, las personas portaban tapabocas en busca de disminuir la aspiración del fuerte olor a humo. En las zonas altas se evidenciaba la densa neblina por la caída leve de partículas.

El ambiente de la capital se llenó de humo y de un olor penetrante que se sentía en las calles desde las que se veía una peculiar tonalidad del sol. El alcalde de Quito, Pabel Muñoz, dijo en la noche a la radio FM Mundo que los incendios se mantenían activos y eran combatidos por tierra por unos 128 bomberos.

La secretaría de Ambiente de la ciudad informó en un comunicado que la calidad del aire está comprometida por el humo y contaminantes y “se espera un aumento en las concentraciones de partículas dañinas”, representando un riesgo para la salud, por lo que se solicitó “evitar actividades al aire libre”. En tanto, la secretaría de Gestión de Riesgos informó en un comunicado que 25 familias fueron evacuadas en Quito.

Más temprano, a 300 kilómetros al sur de la capital, en la ciudad de Cuenca, Omar Delgado, director del instituto de investigación de la Universidad del Azuay, dijo a la AP que las malas condiciones del aire en esa ciudad, cuyo cielo también se veía oscuro, se debe a las partículas finas que están suspendidas en la atmósfera provocadas por los incendios y atraídas por las corrientes del aire que llegan a Cuenca.

Las condiciones de sequía en esa región austral, intensifican el fenómeno, agregó Delgado.

Según el monitoreo de ese instituto, el nivel de partículas finas o material particulado (PM) suspendidas en el aire en Cuenca era de 109 PM, lo que implica que es “poco saludable”.

Los parámetros de medición, según Delgado, se alinean a los establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, que señalan que la calidad del aire de hasta 50 partículas de hasta 2.5 micrómetros (50 PM) es buena, y hasta 100 PM es considerada moderada. Los niveles superiores a 100 son poco saludables y perjudiciales capaces de llegar al torrente sanguíneo, según la Organización Mundial de la Salud. En Quito aún no se ha hecho público en qué rango está la calidad de su aire tras los incendios.

En el rango en el que está Cuenca, los grupos vulnerables como niños, personas de la tercera edad o con enfermedades respiratorias, están obligados a “limitar su exposición al aire libre”, recomendó Delgado.

Rodrigo Matute, jubilado de 64 años, vive en el sur de esa ciudad, y aseguró a la AP que se ve muy claro “la bruma, tenemos sol, pero está opacado”. Relató que la única información que han recibido es que se trata de los efectos de los incendios forestales, un fenómeno que, dijo, no recuerda que haya sucedido antes.

El miércoles en Ecuador se registraron al menos 17 incendios forestales activos de diversa magnitud en siete provincias, seis de los cuales están controlados, pero no liquidados, según el reporte de la Secretaría de Gestión de Riesgos.

Entre estos últimos se encuentra uno en la comunidad rural de Quilanga, en la provincia de Loja, aledaña a la de Azuay, cuya capital es Cuenca, que fue considerado por las autoridades como el mayor en la última década y que consumió cerca de 5.000 hectáreas de bosque y cultivos, de acuerdo con la evaluación oficial.

Para neutralizar este último flagelo llegó ayuda de aeronaves de Perú con capacidad transportar agua y dejarla caer sobre las llamas, que aún trabajan en el sector afectado.

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