Un poco de empatía

Un poco de empatía

Una vez escuché que íbamos a llegar a una época donde el amor se enfriaría y cada uno lucharía por salvarse a sí mismo con sus propias garras, sin mirar hacia el lado, y creo que ya estamos viviendo así, porque cada día que viajo en el metro me doy cuenta de esta situación; como cada uno es un mundo aparte, la gente se pelea y se empuja, y aquel que puede correrse para darle espacio al que se sube un vagón más allá, simplemente no lo hace y no se mueve... La señora de más allá pelea con la otra diciéndole que no la empuje y se dicen groserías, sin pensar que la persona solo intenta subir porque necesita llegar a su trabajo prontamente. Pero estamos cada uno tan apartados y distanciados de los otros que no podemos mirar más allá de nuestro hombro.

Simplemente, no nos interesa que esta señora que va atrasada a su trabajo suba al metro, no nos interesa que las señoras más allá peleen por un espacio cómodo dentro del vagón, no nos interesa pararnos del asiento para poder ofrecerlo a aquellos que lo necesitan más. Cada uno viaja acompañado de su celular, pendiente de las redes sociales, de su música o de una conversación por WhatsApp.

Difícilmente miramos hacia adelante para saber qué es lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Me pregunto en qué momento hemos perdido tanto la capacidad de tener empatía por los otros. Estamos luchando por sobrevivir en un mundo cada día más indiferente, un mundo cada día más desconectado de nuestra humanidad. Un mundo cada vez menos solidario y más frío.

Quizás podría marcar la diferencia que cada mañana en vez de ignorar al de al lado pudiéramos sonreírle, pudiéramos darle espacio para subir al metro amablemente, pudiéramos escucharnos entre nosotros y mirarnos, tomar conciencia de lo que sucede a nuestro alrededor y ser empáticos los unos con los otros, seguramente el poder tener un gesto de amabilidad con alguien nos haría empezar mejor el día y nos haría más humanos. Así podríamos sentir en nuestro corazón que hemos aportado a vivir en un mejor mundo, ya que las pequeñas cosas son las que al hacerse costumbre llegan a ser tan significativas como para cambiar este mundo a veces tan apático y difícil de sobrellevar.

Estoy segura de que, cada uno aportando con un granito de arena, podríamos llegar a formar un gran castillo.