Un disparo, un rival asesinado, un capo secuestrado: Partido gobernante de México enfrenta escándalo

Un disparo, un rival asesinado, un capo secuestrado: Partido gobernante de México enfrenta escándalo
ARCHIVO - La sombra del candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, fundador de Morena, el partido gobernante de México, se proyecta sobre una pantalla mientras pronuncia su primer discurso de victoria en las oficinas de su equipo de campaña, en el hotel Hilton de Ciudad de México, la noche del jueves 1 de julio de 2018. (AP Foto/Marco Ugarte, Archivo)

CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Fue algo extraño y sorprendente que el capo de la droga más buscado de México aterrizara en julio en una pista cerca de El Paso, Texas, pero la historia de cómo llegó allí está convirtiéndose en un escándalo que amenaza a figuras de alto nivel del partido gobernante de México.

La cuestión es si Rubén Rocha, gobernador del estado de Sinaloa y aliado cercano del presidente, podría haberse reunido con líderes de alto nivel del llamado Cártel de Sinaloa, el principal productor de fentanilo, que provoca la muerte de 70.000 estadounidenses al año.

La saga tiene entresijos dignos de una película policiaca de la década de 1940, pero amenaza con socavar la aseveración más importante del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de que, aunque evita confrontar a los cárteles de la droga de México, tampoco hace acuerdos con ellos.

El jueves, la fiscalía federal de México dijo que las autoridades de Sinaloa hicieron un mal manejo de pruebas en un aparente intento de encubrir el asesinato de Héctor Cuén cometido el 25 de julio, quien era un político que presuntamente invitó al capo Ismael “El Mayo” Zambada a una casa donde esperaba reunirse con el gobernador Rocha. En cambio, Zambada fue secuestrado por otro capo y llevado en avión a Estados Unidos, donde fue arrestado.

Zambada dijo en una carta publicada por su abogado que Cuén fue asesinado en la casa donde ocurrió el secuestro. El gobernador Rocha ha sostenido que Cuén fue asesinado por hombres armados en un fallido robo a una gasolinera ocurrido más tarde ese mismo día, e incluso proporcionó un video del supuesto ataque tomado por una cámara de seguridad.

Pero la fiscalía federal observó de inmediato que algo no estaba bien: los registros post mortem mostraron que el cuerpo de Cuén tenía cuatro heridas de bala, mientras que sólo puede oírse un disparo en la grabación de la cámara de seguridad, y los empleados de la gasolinera afirman que no oyeron ninguno.

Además, los funcionarios federales dicen que las autoridades de Sinaloa violaron todas las reglas de investigación de asesinatos al permitir que el cuerpo de Cuén fuera cremado. El gobernador Rocha niega haber planeado una reunión con Zambada, pero en la disputa por los eventos de aquel día, la versión del capo parece ahora más creíble. La titular de la Fiscalía General de Sinaloa renunció el viernes.

“Me parece que en Sinaloa, tal y como lo hacen con mucha frecuencia, lo que hicieron fue enmascarar el homicidio”, señaló el analista de seguridad mexicano David Saucedo.

López Obrador reconoció el viernes que “estamos ya sabiendo estas contradicciones, que (…) comenzaron desde el primer momento”, y prometió llegar al fondo del asunto. La fiscalía federal ha tomado el caso y el presidente dijo que “la fiscalía también está dando a conocer que hay cosas que no coinciden”.

El gobernador Rocha ha sido una especie de hombre clave de la política de López Obrador de “abrazos, no balazos”, que consiste en no confrontar a los cárteles de la droga; su estado es hogar de la banda más poderosa de México.

El gobernador ha acompañado al presidente en sus viajes más controvertidos: la media docena de visitas que el mandatario ha hecho a Badiraguato, Sinaloa, el pueblo natal del capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien actualmente está preso en Estados Unidos.

En un momento dado, López Obrador incluso se detuvo a charlar con la difunta madre de Guzmán. El gobernador Rocha también nació en Badiraguato.

La política del presidente mexicano con respecto a las drogas se basa en una serie de propuestas poco convincentes: no tiene caso arrestar a los capos, porque surgirán otros nuevos. López Obrador afirma que los arrestos de líderes de los cárteles eran una política impuesta a México por Estados Unidos; rehusarse a continuarla es una victoria para la soberanía nacional.

El presidente afirma que los cárteles mexicanos no fabrican fentanilo (sí lo hacen, y funcionarios de alto nivel de México lo han admitido), y que los problemas sociales de Estados Unidos, y no los cárteles mexicanos, son los responsables de la crisis de fentanilo.

López Obrador afirma que los cárteles de la droga son “personas respetuosas” que “respetan a la ciudadanía” y que en general sólo se matan entre ellos. La única solución a la elevada tasa de homicidios en México, afirma, es usar programas de capacitación para el trabajo, con el fin de agotar la reserva de posibles reclutas de los cárteles.

Todas estas afirmaciones se basan en una propuesta central que ahora parece estar en duda: que, aunque el gobierno no ataca a los cárteles, tampoco hace acuerdos con ellos. Aunque nadie ha presentado pruebas creíbles de que el presidente se haya reunido con capos de la droga, diversos analistas dicen que el gobernador Rocha, miembro del partido Morena, al que también pertenece el presidente, sí lo ha hecho.

“Ya no es una sospecha, es una certeza”, dijo Saucedo. “Queda claro que el gobierno federal lo que tiene son intermediarios que negocian con el cártel de Sinaloa”. Rocha niega haberse reunido o tratado con capos de la droga.

Saucedo señala que no sería la primera vez que gobernadores mexicanos o sus familiares se reúnen con capos: uno de ellos fue captado en video en 2014.

El arresto de Zambada a finales de julio, junto con el de Joaquín Guzmán López, el hijo de El Chapo, fue embarazoso para México desde el inicio debido a que el gobierno mexicano ni siquiera estaba enterado.

Sin embargo, fue el relato posterior de Zambada de cómo fue engañado por el joven Guzmán —que siempre tuvo la intención de entregarse a las autoridades estadounidenses y aparentemente se llevó como premio a Zambada, por cuya cabeza había una recompensa de 15 millones de dólares— lo que puso a temblar a la clase política mexicana.

Zambada dijo que Cuén, en quien confiaba, lo invitó a la reunión para ayudarle a limar asperezas en la rivalidad política entre Cuén y el gobernador Rocha. Zambada era famoso por haber eludido la captura durante décadas gracias a su aparato de seguridad personal increíblemente cerrado, leal y sofisticado.

El hecho de que hubiera dejado atrás todo eso a sabiendas para reunirse con el gobernador Rocha significa que Zambada veía la reunión como creíble y factible. Lo mismo vale para la idea de que Zambada, como líder del ala más antigua del Cártel de Sinaloa, podía actuar como árbitro en las disputas políticas del estado.

El gobernador Rocha ha negado haberse enterado o haber asistido a la reunión donde Zambada fue secuestrado. En una extraña expresión de teatro político, Rocha publicó el plan de vuelo de un avión que, según él, lo llevo fuera del estado aquel día a pasar unas vacaciones familiares, e incluso publicó un video ese día donde explica cuidadosamente que no estaba en el estado.

Pero en la disputa central sobre lo que ocurrió aquel día, la versión de Zambada parece la más creíble.

“Me parece totalmente más verosímil la versión que narra el ‘Mayo’ Zambada”, indicó Saucedo.

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