Sha'Carri Richardson busca demostrar que está mejor a su regreso tras suspensión por dopaje
Sha’Carri Richardson marcó el ritmo en su regreso a las pistas hace un año cuando ganó el título estadounidense de 100 metros y posteriormente el campeonato mundial.
Ahora, con sus primeros Juegos Olímpicos a la vuelta de la esquina, surgen nuevas preguntas: ¿Sigue siendo la mujer más rápida del planeta? ¿Y podrá manejar la presión de los Juegos Olímpicos?
La favorita en los 100 metros ha sido honesta sobre su intento de convertirse en una mejor versión que la anterior, luego de dar positivo de marihuana en las pruebas olímpicas de Estados Unidos en 2021, empujada probablemente por la muerte de su madre biológica y la depresión.
Su recuperación, combinada con su éxito, ha hecho que Richardson agrande su base de seguidores. Algunos en las redes sociales están muy interesados en el peinado y las uñas que mostrará cuando corra.
También se ha convertido en algo más que una simple velocista famosa. Es una joven y reconocida mujer negra cuya suspensión evocó discusiones sobre la raza, las drogas, las reglas antidopaje y una ecosfera olímpica que todavía está dirigida en gran medida por hombres blancos mayores.
Después de las preguntas que Richardson accedió a responder de The Associated Press como parte de su patrocinio con Powerade, ha abordado sin vacilar sus problemas de salud emocional, mencionando sus pensamientos sobre el suicidio durante su adolescencia y ofreciendo esperanza a los demás.
En el Mundial del año pasado, se pudo notar una ruptura entre Richardson y los medios de comunicación. La serie detrás de cámaras de Netflix “SPRINT” mostró clips de algunos momentos tensos entre ella y los reporteros.
Este año, sus interacciones con la prensa han sido menos ríspidas. Sus comentarios se centraron en diferentes variaciones de un mismo tema: crecimiento personal, responsabilidad, familia.
“Diría que en los últimos años, he llegado a tener una mejor comprensión de mí misma”, dijo Richardson.
Lo más cerca que estuvo de hablar sobre el dolor que soportó cuando era niña fue en una entrevista este verano con Vogue en línea. Como condición pidió no hablar de su madre biológica ni de la prueba de drogas.
Richardson aún tiene mucho tiempo para desarrollarse como atleta y figura pública, pero sabe que ganar una medalla de oro es la principal forma de construir un legado.
Todas las señales apuntan a que Richardson obtendrá esa victoria en la final olímpica de los 100 metros, programada para el 3 de agosto en el Stade de France.
Ganó las pruebas olímpicas en 10,71 segundos, el mejor tiempo del mundo este año. Se enfrentará a las jamaiquinas Shericka Jackson y Shelly-Ann Fraser-Pryce.
Le falta la medalla de oro, pero de alguna manera, Richardson ya ganó.
Nike cubrió la localidad de Eugene, en el estado de Oregon con su imagen durante el preolímpico. Y Richardson ha tenido una presencia ininterrumpida en las promociones olímpicas de NBC.
No es la Simone Biles de estos Juegos Olímpicos, pero una vez que termine la gimnasia y el centro de atención se dirija a la pista, no habrá un personaje más atractivo.
A pesar de su esfuerzo, Richardson no tendrá la oportunidad de ganar el preciado doblete de velocidad, dejando de lado los 200 metros —no se clasificó— y sólo compitiendo en los 100.
Sigue siendo un trabajo en progreso, una corredora misteriosa que continúa trazando su rumbo mientras es el centro de atención porque, al final, todavía era más rápida que las demás.