Joe Biden desea pasar el testigo a Kamala Harris. Así es como podría darse
ATLANTA (AP) — Ahora que el presidente Joe Biden puso fin a su intento de reelección y manifestó su apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris, los demócratas deben afrontar un cambio sin precedentes a estas alturas en un año electoral.
Los demócratas se preparan para su convención en Chicago del 19 al 22 de agosto. Lo que se suponía que sería una coronación para Biden ahora se convierte en una contienda abierta en la que casi 4.700 delegados serán responsables de elegir un nuevo abanderado para enfrentar al republicano Donald Trump en otoño.
El camino a seguir no es fácil ni obvio, incluso si Biden respalda a Harris. Quedan preguntas sin respuesta sobre logística, dinero y consecuencias políticas.
Biden ganó todas las primarias y caucus estatales a principios de este año y sólo perdió el territorio de Samoa Americana. Al menos 3.896 delegados se habían comprometido a apoyarlo.
Las reglas actuales del partido no permiten que Biden las pase a otro candidato. Sin embargo, políticamente su respaldo podría tendrá influencia.
Con Biden haciéndose a un lado, los demócratas técnicamente comienzan con una convención abierta. Pero, siendo realistas, su respaldo arroja a los demócratas a un territorio turbio.
La carga inmediata recae en Harris para solidificar el apoyo de casi 4.000 delegados de los estados, territorios y el Distrito de Columbia, además de más de 700 de los llamados superdelegados que incluyen líderes de partidos, ciertos funcionarios electos, expresidentes y exvicepresidentes.
Incluso antes que Biden anunciara su decisión, los demócratas presentaron al gobernador de California, Gavin Newsom, y a la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, como posibles contendientes además de Harris. Sin embargo, algunos demócratas argumentaron en público, y muchos en privado, que será una obviedad llevar a la primera mujer, la primera mujer negra y la primera persona de ascendencia del sur de Asia a la presidencia.
Dada la importancia que tuvieron los votantes negros –y especialmente las mujeres negras– para la nominación de Biden y su elección de Harris como compañera de fórmula, será arriesgado, por decir lo menos, que los demócratas la pasen por alto a favor de una candidata blanca. Los demócratas de antemano se enfrentaban a obstáculos históricos antes de la retirada de Biden. Newsom y Whitmer, ambos blancos, y cualquier otro demócrata también tendrían que sopesar los beneficios a corto y largo plazo de desafiar a Harris ahora versus preservar la buena voluntad para una futura primaria presidencial.
Sin embargo, sea justo o no, Harris tampoco ha sido vista como una vicepresidenta especialmente querida o empoderada. El mejor escenario para ella y los demócratas es conseguir rápidamente apoyo y proyectar un frente unido. Los demócratas podrían incluso seguir adelante con sus planes de realizar una votación virtual anticipada —una medida que habían planeado para asegurarse que Biden fuera seleccionado antes de la fecha límite para las elecciones generales de Ohio.
La campaña de Biden informó recientemente que disponía de 91 millones de dólares en efectivo. Los comités de campaña Demócratas Aliados elevaron el total a su disposición a más de 240 millones de dólares. Los expertos en finanzas de campaña coinciden en general en que Harris podría controlar todos esos fondos dado que la campaña se creó tanto en su nombre como en el de Biden. Si los demócratas nominan a alguien que no sea Harris, las cuentas del partido aún podrían beneficiar al candidato, pero la cuenta Biden-Harris tendría más restricciones. Por ejemplo, los expertos legales señalan que podría convertirse en una comisión de acción política de gastos independiente pero no simplemente transferir su saldo a un candidato diferente.
La nominación a la vicepresidencia es siempre una votación separada en la convención. En los años de rutina, la convención ratifica la elección del candidato. Si Harris cierra filas rápidamente, podría nombrar su elección y hacer que los delegados la ratifiquen. Sin embargo, en una lucha prolongada, la vicepresidencia podría convertirse en parte de un regateo—una vez más, un regreso a las convenciones de una era anterior.
Cualquier cambio inesperado durante una campaña presidencial estadounidense seguramente producirá una avalancha de demandas estatales y federales en esta era hiperpartidista, y algunos conservadores han amenazado precisamente con eso.
Sin embargo, las leyes estatales normalmente no prescriben cómo los partidos eligen a sus candidatos a la presidencia. Y algunas figuras del Partido Republicano —el gobernador de Ohio, Mike DeWine, y la gobernadora de Alabama, Kay Ivey— de antemano han trabajado este año para garantizar que su partido no les negara el acceso rutinario a las boletas a los demócratas.