Electorado francés da a izquierda más escaños que a ultraderecha, dejando al Parlamento estancado
PARÍS (AP) — Una coalición de la izquierda francesa obtuvo la mayor cantidad de escaños en las elecciones legislativas de alto riesgo, según los resultados finales de la madrugada del lunes, superando un avance de la ultraderecha pero sin lograr la mayoría parlamentaria.
El resultado dejó a Francia frente a la sorprendente perspectiva de un Parlamento sin mayoría y amenazó con una parálisis política en un pilar de la Unión Europea y país anfitrión de los Juegos Olímpicos.
Eso podría sacudir los mercados y la economía francesa, la segunda más grande de la UE, y tener implicaciones de largo alcance para la guerra en Ucrania, la diplomacia global y la estabilidad económica de Europa.
Al convocar elecciones el 9 de junio, después que la extrema derecha destacara en la votación francesa para el Parlamento Europeo, el presidente Emmanuel Macron dijo que enviar a los votantes de regreso a las urnas proporcionaría una “aclaración”.
En casi todos los niveles, esa apuesta parece haber fracasado. Según los resultados oficiales publicados a primera hora del lunes, los tres bloques principales estaban muy por debajo de los 289 escaños necesarios para controlar la Asamblea Nacional de 577 lugares, la más poderosa de las dos cámaras legislativas de Francia.
Los resultados mostraron poco más de 180 escaños para la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular, que quedó en primer lugar, por delante de la alianza centrista de Macron, con más de 160 escaños. El partido de ultraderecha Agrupación Nacional de Marine Le Pen y sus aliados quedaron restringidos al tercer lugar, aunque sus más de 140 escaños todavía estaban muy por delante del mejor resultado anterior del partido: 89 asientos en 2022.
Un Parlamento sin mayoría es un territorio desconocido para la Francia moderna.
“Nuestro país se enfrenta a una situación política sin precedentes y se prepara para recibir al mundo dentro de unas semanas”, afirmó el primer ministro Gabriel Attal, que presentará su dimisión el lunes.
Con los Juegos Olímpicos a la vuelta de la esquina, Attal se dijo dispuesto a seguir en el cargo “mientras el deber lo exija”. A Macron le quedan tres años de mandato presidencial.
Attal dejó más claro que nunca su desaprobación de la impactante decisión de Macron de convocar elecciones, diciendo que “yo no elegí esta disolución” de la Asamblea Nacional saliente, donde la alianza centrista del presidente solía ser el grupo más numeroso, aunque sin una mayoría absoluta. Aún así, pudo gobernar durante dos años, atrayendo a legisladores de otros bandos para combatir los esfuerzos por derrocarlo.
La nueva legislatura parece desprovista de esa estabilidad.
Cuando Macron vuele a Washington para una cumbre de la alianza de la OTAN esta semana, dejará un país sin una idea clara de quién será su próximo primer ministro y enfrentando la perspectiva de que el presidente se vea obligado a compartir el poder con un dirigente profundamente opuesto a sus políticas.
Aún así, muchos festejaron. En la plaza Stalingrado de París, los partidarios de la izquierda vitorearon y aplaudieron al tiempo que las proyecciones que mostraban la alianza futura aparecían en una pantalla gigante. Gritos de alegría también resonaron en la plaza de la República en el este de París, con gente abrazando espontáneamente a extraños y varios minutos de aplausos ininterrumpidos después de que se dieran a conocer las proyecciones.
Marielle Castry, secretaria médica, estaba en el metro de París cuando se anunciaron las proyecciones preliminares tras el cierre de las urnas.
“Todos tenían sus celulares y esperaban los resultados; luego todos lucían muy contentos”, dijo el hombre de 55 años. “Estaba estresado desde el 9 de junio y las elecciones europeas. ... Y ahora me siento bien. Aliviado.”
Incluso antes que se emitieran los votos, las elecciones rediseñaron el mapa político de Francia. Galvanizó a los partidos de izquierda para dejar de lado las diferencias y unirse en una nueva alianza, el Nuevo Frente Popular, detrás de promesas de revertir muchas de las principales reformas de Macron, embarcarse en un programa enormemente costoso de gasto público y, en política exterior, tomar una línea mucho más dura contra Israel respecto a su guerra con Hamás.
Macron describió la coalición de izquierda como “extrema” y advirtió que su programa económico de muchas decenas de miles de millones de euros en gasto público, financiado en parte a través de aumentos de impuestos para las personas con mayores ingresos y sobre la riqueza, podría ser la ruina para Francia, un país de antemano criticado por los organismos de control de la UE por su endeudamiento.
Sin embargo, debido a que las proyecciones y el recuento de votos mostraban que el Nuevo Frente Popular había obtenido la mayor cantidad de escaños, sus líderes inmediatamente presionaron a Macron para que diera a la alianza la primera oportunidad de formar un gobierno y proponer un primer ministro para compartir el poder con el presidente.
El más destacado de los líderes de la coalición de izquierda, Jean-Luc Mélenchon, dijo que su coalición “está lista para gobernar”.
Si bien la Agrupación Nacional obtuvo la mayor cantidad de escaños en su historia, el partido antiinmigración con lazos históricos con el antisemitismo y el racismo estuvo muy por debajo de sus aspiraciones de asegurar una mayoría absoluta —que habría dado a Francia su primer gobierno de ultraderecha desde la Segunda Guerra Mundial.
“Decepcionado, decepcionado”, dijo el partidario de extrema derecha Luc Doumont, de 66 años. “Bueno, feliz de ver nuestra progresión, porque en los últimos años lo hemos hecho mejor”.
Luego que el partido terminara al frente en la primera vuelta el fin de semana pasado, sus rivales trabajaron juntos para frustrar sus esperanzas de una victoria absoluta en la segunda vuelta del domingo, retirando estratégicamente candidatos de muchos distritos. Eso dejó a muchos candidatos de ultraderecha en contiendas cara a cara contra un solo oponente, lo que les hizo más difícil ganar.
Muchos votantes decidieron que mantener a la ultraderecha fuera del poder era más importante para ellos que cualquier otra cosa, y respaldaron a sus oponentes en la segunda vuelta, incluso si no eran de la tendencia política a la que habitualmente apoyan.
Aún así, la dirigente del Agrupación Nacional, Marine Le Pen, que se espera busque su cuarta candidatura a la presidencia francesa en 2027, dijo que las elecciones sentaron las bases para “la victoria del mañana”.
“La marea está subiendo”, dijo. “Esta vez no subió lo suficiente”.
“La realidad es que nuestra victoria sólo está aplazada”, añadió.
Pero la hermana mayor de Le Pen, Marie-Caroline, estuvo entre los perdedores de su partido el domingo, derrotada por un candidato de izquierda y recibió apenas 225 votos en su distrito.
Jordan Bardella, el protegido de Le Pen de 28 años que esperaba convertirse en primer ministro, lamentó que el resultado de la votación “arroja a Francia en los brazos de la extrema izquierda”.
En un comunicado emitido por su oficina, Macron indicó que no se apresurará a invitar a un potencial primer ministro a formar un gobierno. Afirmó que estaba atento a los resultados y que esperará a que la nueva Asamblea Nacional tome forma antes de tomar “las decisiones necesarias”.
A diferencia de otros países de Europa que están más acostumbrados a gobiernos de coalición, Francia no tiene una tradición de que legisladores de campos políticos rivales se unan para formar una mayoría. Francia también está más centralizada que muchos otros países europeos y muchas más decisiones se toman en París.
El presidente esperaba que, con el destino de Francia en sus manos, los votantes pudieran pasar de la ultraderecha y la extrema izquierda y regresar a los partidos principales más cercanos al centro, donde Macron encontró gran parte del apoyo con que ganó la presidencia en 2017 y nuevamente en 2022.
Pero en lugar de apoyarlo, millones de votantes aprovecharon su sorpresiva decisión como una oportunidad para desahogar su ira.
En la primera ronda de votación del fin de semana pasado, los votantes respaldaron a los candidatos del Agrupación Nacional, mientras que la coalición de partidos de izquierda quedó en segundo lugar y su alianza centrista quedó en un distante tercer lugar.
La marcada polarización de la política francesa –especialmente en esta tórrida y rápida campaña– seguramente complicará cualquier esfuerzo de construcción de coalición. El racismo y el antisemitismo empañaron la campaña electoral, junto con las campañas de desinformación rusas, y más de 50 candidatos denunciaron que fueron agredidos físicamente —algo muy inusual en Francia.
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Los periodistas de The Associated Press Barbara Surk en Niza, Francia, y Helena Alves, Diane Jeantet, Jade Le Deley, y Alex Turnbull en París contribuyeron a este despacho.