Colombia aún no es un país en postconflicto, dice jefe de delegación del CICR al culminar su misión
BOGOTÁ (AP) — Pese a que Colombia firmó un histórico acuerdo de paz en 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la que fuera la guerrilla más antigua de Latinoamérica, no está en postconflicto. Así lo concluye Lorenzo Caraffi, quien está a punto de culminar su periodo como jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en el país sudamericano.
“Hay una percepción afuera de Colombia de que gracias al acuerdo de paz de 2016, que fue extremadamente importante, el país está en postconflicto. La realidad desafortunadamente es diferente”, dijo Caraffi el miércoles en entrevista con The Associated Press.
Tras dos décadas de observar el impacto de la violencia en el país, Caraffi lamenta que hay comunidades que viven en condiciones similares a aquellas en las que estaban cuando antes de la firma de la paz con las FARC. Incluso cree que, en algunos sentidos, su situación puede ser más compleja por la multiplicidad de grupos armados que aún existen.
Hace dos décadas en Colombia existían FARC, la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los grupos paramilitares —que combatían las guerrillas—. Los paramilitares firmaron un acuerdo de paz y las FARC otro, pero hay facciones disidentes de la guerrilla que entraron en disputa por el control de las economías ilícitas y del territorio abandonado por quienes sí firmaron la paz.
Actualmente, el CICR reconoce en Colombia ocho conflictos armados no internacionales: tres entre el Estado y grupos armados; y cinco entre los distintos grupos armados que incluyen al ELN, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) —considerado el mayor cártel del país— y las disidencias de las antiguas FARC.
La complejidad que existe se refleja en la vida cotidiana de las comunidades afectadas, recalca Caraffi, quien culmina su tercera misión en Colombia; la primera en 2002.
Imagínese una comunidad rural —plantea Caraffi— en la que una señora vende gaseosas y pasa el miembro de una organización armada y le compra. Ella lo vende a cualquier persona, para sustentar a su familia, pero el otro actor armado, el oponente, observa y la acusa de apoyar a su enemigo. Es posible que la venta de la gaseosa termine con un riesgo para su vida y que le envíen un mensaje de que tiene que irse.
La situación hipotética pasa a ser una realidad que el CICR documenta con cifras divulgadas el miércoles. Entre enero y mayo de este año, aumentaron en un 49% los desplazamientos masivos llegando a 26.753, en comparación con el mismo periodo del año anterior, y la mayoría de ellos se concentraron en el departamento de Nariño, fronterizo con Ecuador. También aumentaron en un 35% las víctimas por artefactos explosivos: 117 por minas antipersonales, la mayoría civiles, y 77 por artefactos explosivos de detonación controlada y lanzados.
“Desde el 2018 estamos viendo un aumento de las consecuencias humanitarias que persisten en Colombia y en el último año y los últimos meses ha seguido la misma evolución con la intensificación de varias consecuencias humanitarias registradas”, indicó Caraffi.
El actual gobierno de Gustavo Petro, primer izquierdista en dirigir Colombia, se ha propuesto negociar de manera simultánea con los grupos armados vigentes que se disputan los territorios abandonados por las antiguas FARC, en un intento por disminuir la creciente violencia. Tiene mesas abiertas con el ELN y dos disidencias de las FARC — autodenominadas Estado Mayor Central y Segunda Marquetalia — que no cumplieron el acuerdo de paz de 2016.
“Todos esperamos que las negociaciones puedan tener un resultado positivo y que por fin Colombia pueda vivir en paz… desafortunadamente las mesas se están dando en una situación de deterioro de la situación humanitaria en los territorios, las cifras de los primeros cinco meses del año lo están mostrando”, agregó Caraffi.
Caraffi insistió en que las negociaciones en curso o los grupos armados que quieran negociar podrían tener mayor credibilidad si adoptan compromisos claros y medibles sobre el respeto al derecho internacional humanitario.
“Me voy con amor para el país, tristeza por la violencia que continúa y respeto por la resiliencia de las comunidades”, concluye Caraffi, quien será trasladado a Argelia.