Rumania y Eslovaquia empatan y avanzan a octavos de la Eurocopa
FRÁNCFORT, Alemania (AP) — El seleccionador rumano Edward Iordănescu se sintió insultado por las conjeturas previas al partido, que consideró “vergonzosas”. Según esas suspicacias, Rumania y Eslovaquia pactarían un empate deslucido para que ambos equipos avanzaran a la fase de eliminación directa de la Eurocopa.
De hecho, el partido terminó 1-1. Rumania finalizó primera del Grupo E, por encima de la favorita Bélgica. Pero quedó claro que rumanos y eslovacos habían buscado más.
Iordănescu tuvo por lo tanto comentarios duros para quienes dudaban, tras un partido de alto nivel de despliegue energético bajo una tormenta. Ahora, su equipo se ha ganado un duelo ante Holanda en los octavos de final.
“Hay algunas personas que deberían disculparse con nosotros”, consideró. “Deberían haber esperado a ver, antes de juzgarnos. Fue algo vergonzoso”.
Bajo la tormenta en el complemento, ambos equipos persiguieron el gol en un frenético periodo a pesar de que se veían beneficiados por el empate.
“Ambos equipos lo dieron todo durante 80 minutos. Luego, desde luego, todos buscaron cuidar sus intereses”, comentó Iordănescu.
Stanislav Lobotka, volante estelar del Napoli, dijo que jamás había experimentado condiciones semejantes a las que se vivieron en este partido.
“Calor y una cancha muy dura al comienzo. Y en 45 minutos todo cambió por completo, con charcos en algunas partes de la cancha”, dijo Lobotka.
Eslovaquia quedó tercera y se medirá con Inglaterra el domingo en Gelsenkirchen. Bélgica, que terminó segunda igualó 0-0 con la colista Ucrania, que quedó eliminada. Los Diablos Rojos enfrentarán a Francia en la fase de eliminación directa.
Eslovaquia se fue arriba en el marcador a los 24 minutos con un cabezazo de Ondrej Duda.
Răzvan Marin empató a los 37 con un penal otorgado tras una revisión del video durante dos minutos, la cual determinó que Ianis Hagi fue derribado dentro del área.
Rumania disputará los octavos de final por primera vez desde la Euro 2000 cuando el padre de Hagi, el ícono nacional Gheorghe, era capitán y portaba el número 10 que ahora lleva su hijo.
Cuando el himno del fútbol “Freed From Desire” comenzó a sonar tras el silbatazo final, los aficionados de ambos conjuntos cantaron y saltaron de júbilo junto a los jugadores. Los seguidores rumanos tenían superioridad numérica y se observaban las camisetas amarillas en casi dos tercios del Waldstadion.
“Pienso que nunca en la historia la selección de Rumania había tenido semejante apoyo. Ni siquiera la generación dorada (de Hagi)”, comentó Iordănescu, cuyo padre Anghel dirigió a la selección en la Euro de 2016. “Rumania ha encontrado su espíritu y no debe volverlo a perder”.