Sobrevivientes de masacre escolar en Connecticut se gradúan con emociones encontradas

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Sobrevivientes de masacre escolar en Connecticut se gradúan con emociones encontradas
Lilly Wasilnak, sobreviviente de la masacre en la Escuela Sandy Hook de Newtown, Connecticut, llega a una marcha contra la violencia armada el 7 de junio del 2024 en esa localidad. (Foto AP /Bryan Woolston)

NEWTOWN, Connecticut, EE.UU., (AP) — Al igual que los estudiantes de último año en todas partes, los miembros de la generación 2024 de la preparatoria Newtown High School tendrán sentimientos agridulces en su ceremonia de graduación: entusiasmo por ir a la universidad o comenzar su carrera, y tristeza por dejar a sus amigos y su comunidad.

Pero alrededor de 60 de los 330 niños que se graduarán el miércoles cargarán además el peso emocional de haber sobrevivido a una de las masacres escolares más mortíferas en la historia de Estados Unidos, y de saber que muchos de sus excompañeros no estarán allí para cruzar el escenario con ellos. Veinte de sus compañeros de primer grado y seis maestros fueron asesinados en la escuela primaria Sandy Hook el 14 de diciembre de 2012.

Las víctimas serán honradas durante la ceremonia, pero los detalles se mantienen en secreto.

Pronto, estos sobrevivientes de Sandy Hook abandonarán la comunidad que muchos llaman una “burbuja” debido a la comodidad y protección que les ha brindado del mundo exterior. Cinco de ellos se sentaron con The Associated Press para hablar de su graduación, sus planes futuros y cómo esa tragedia aún moldea sus vidas.

“Estarán allí con nosotros. Creo que todos estamos muy emocionados por el día”, dijo Lilly Wasilnak, de 17 años, quien estaba en un salón de clases al final del pasillo del aula donde sus compañeros perdieron la vida. “Pero creo que no podemos olvidar ... que falta una buena parte de nuestra generación. Así que, rumbo a nuestra graduación, todos tenemos emociones encontradas: intentamos estar emocionados por nosotros mismos y por este logro por el que hemos trabajado tan duro, pero también (por) aquellos que no pueden compartirlo con nosotros; que deberían haber podido”.

Emma Ehrens fue una de los 11 niños que sobrevivieron al ataque en el aula 10. Ella y otros lograron huir cuando el pistolero se detuvo para recargar su arma y otro estudiante, Jesse Lewis, gritó a todos que corrieran. Jesse no se salvó. Cinco niños y los dos profesores que estaban en el aula fueron asesinados.

“Definitivamente voy a sentir muchas emociones encontradas”, declaró Ehrens, de 17 años. “Estoy superemocionada por haber terminado con la escuela secundaria y pasar al siguiente capítulo de mi vida. Pero también estoy tan ... profundamente triste, supongo, por tener que cruzar ese escenario sola. … Me gusta pensar que estarán allí con nosotros y cruzarán ese escenario con nosotros”.

Grace Fischer, de 18 años, estaba en un aula al final del pasillo donde se produjeron los asesinatos con Ella Seaver y Wasilnak. Como faltaban solo 11 días para Navidad, la escuela estaba llena de espíritu navideño y los niños estaban ansiosos por hacer casitas de jengibre ese día.

“Por mucho que hayamos intentado tener una niñez normal, una escuela normal, no fue del todo normal”, manifestó Fischer. “Pero a pesar de que nos falta ... una parte tan grande de nuestra generación, como dijo Lilly, de todos modos, nos vamos a graduar. ... Queremos ser esos adolescentes normales que cruzan el escenario ese día y tienen ese sentimiento de celebración en nosotros mismos, sabiendo que hemos llegado hasta aquí”.

Dejar su casa y la ‘burbuja’

Muchos de los supervivientes dijeron que todavía viven con el trauma de ese día: los ruidos fuertes aún los hacen saltar de sus asientos y algunos siempre están atentos a las salidas de cualquier lugar. Muchos han pasado años en terapia por trastorno de estrés postraumático, depresión o ansiedad.

La ciudad proporcionó una variedad de servicios a las familias. Los funcionarios los protegieron tanto como pudieron de los medios y de los forasteros, y los estudiantes dijeron que dejar una comunidad tan protectora será tanto difícil como, en cierto modo, liberador.

“En Sandy Hook, lo que pasó siempre como que se cierne sobre nosotros”, dijo Matt Holden, de 17 años, quien estaba en un salón de clases al final del pasillo donde ocurrió el tiroteo. “Creo que al irnos y poder crear nuevos recuerdos y conocer gente nueva —incluso si estaremos más aislados de las personas que tienen historias como las nuestras— seremos más libres para escribir nuestra propia historia. ... Y, ya sabes, no dejar que este evento que ocurrió cuando éramos muy pequeños defina nuestras vidas”.

Ehrens dijo que siente cierta ansiedad por dejar Newtown, pero que es un paso necesario para comenzar el siguiente capítulo de su vida.

“Definitivamente se siente para mí como que estamos atrapados en el mismo sistema en el que hemos estado atrapados durante los últimos 12 años”, dijo.

“Para mí, siento que definitivamente va a mejorar y podré liberarme de ese sistema y convertirme en quien soy en lugar de, como siempre, la niña de Sandy Hook”, enfatizó Ehrens.

Fischer hizo eco de ese sentimiento y agregó que, aunque será difícil dejar la ciudad y a los amigos con quienes creció, hará nuevos amigos y construirá una nueva comunidad mientras explora nuevos desafíos en la universidad.

“Sandy Hook siempre estará conmigo”, dijo.

La tragedia estimula el activismo, da forma a sus futuros

Los cinco estudiantes de último año han participado activamente en la Junior Newtown Action Alliance (Alianza Júnior de Acción de Newton) y sus esfuerzos contra la violencia armada, y han dicho que buscan prevenir que ocurran tiroteos mediante el control de armas y otras medidas. La semana pasada, varios de ellos se reunieron con la vicepresidenta Kamala Harris en la Casa Blanca para discutir sus experiencias y pedir un cambio.

Dicen que sus compañeros asesinados han motivado su activismo, el cual todos planean continuar después de dejar la secundaria.

Seaver, de 18 años, explicó que trabajar con la alianza la hace sentir menos impotente. Planea estudiar psicología en la universidad y convertirse en terapeuta, ayudando a la comunidad tal como la comunidad la ayudó a ella.

“Compartir mis ideas y trabajar con todas estas personas increíbles para intentar crear un cambio realmente le da significado al trauma que todos nos vimos obligados a experimentar”, refirió Seaver. “Es una forma de sentir que estás haciendo algo. Porque estamos (haciéndolo). Estamos luchando por el cambio y de verdad que no vamos a parar hasta lograrlo”.

Ehrens dijo que planea estudiar ciencias políticas y derecho, con el objetivo de convertirse en política o abogada de derechos civiles.

Fischer reportó que ella también espera convertirse en abogada de derechos civiles.

Holden planea graduarse en ciencias políticas y quiere impulsar cambios en la política de armas.

Por su parte, Wasilnak dijo que iniciará la universidad sin decidir aún una especialidad, pero que tiene la intención de continuar con sus denuncias contra la violencia armada.

“Para mí, sabía que quería hacer algo más desde que era más joven, cuando ocurrió la tragedia”, dijo Wasilnak. “Quería convertir esa cosa tan terrible en algo más, y que esos niños y maestros no murieran en vano. Por supuesto, lo que les sucedió fue horrible y nunca debería haber ocurrido. Pero creo que, para mí, algo más grande tenía que surgir de esto, de lo contrario todo habría sido en vano”.

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